Claus von Stauffenberg fue un coronel del Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, quien en compañía de otros oficiales, planeó el asesinato de Hitler y sacar a los nazis del poder. A este golpe se le llamó, Operación Valkyrie.
Stauffenberg nació en 1907 en una familia noble de Alemania. Una vez el país nazi comenzó a tomar los territorios europeos en 1938, Claus comenzó a ser un miembro destacado en las operaciones militares.
El Coronel, invadido por el odio y resentimiento de que su país hubiera perdido la Primera Guerra Mundial y que el imperio alemán perdiera tanto territorio, se dejó seducir por la ideología nazi e hizo parte de la toma a Polonia.
Una vez terminó su trabajo allá, hizo parte de la Batalla de Francia y también, en la invasión alemana a la Unión Soviética, donde ya comenzó a darse cuenta que estaban matando judíos en masa y que según un amigo de él, por ese entonces ya sus actitudes estaban cambiando.
“Están disparando a judíos en masa. No se debe permitir que estos crímenes continúen”, le dijo alguna vez Stauffenberg a uno de sus amigos, además de aceptar que aunque al principio lo sedujo la idea de la superioridad racial, ahora le parecía un poco exagerada y excesiva.
Una vez recibió un ascenso, Stauffenberg fue enviado a Túnez, donde fue herido de gravedad, perdiendo el ojo izquierdo, su mano derecha y dos dedos de la mano izquierda en batalla. Durante su recuperación en casa, comenzó a reflexionar sobre lo que estaba pasando en su país y se dio cuenta, según historiadores, que él le juró lealtad a su país y no a Hitler, quien debía salir lo más pronto posible del poder.
Para llevar su objetivo a cabo, se unió a un grupo clandestino de resistencia comandado por el general Friedrich Olbricht, y gracias a su liderazgo y conocimiento de guerra, Stauffenberg lideró la Operación Valkyrie.
El plan era sencillo, pero ejecutarlo no era nada fácil: poner una bomba en uno de los bunkers de Hitler, donde se reunía con sus oficiales a hablar de los próximos ataques para expandir el imperio.
Una vez Hitler estuviera muerto, los golpistas tomarían todas las sedes del Ejército alemán, las unificarían y trabajarían para sacar al partido nazi del poder.
Una vez logrado esto y tomado el poder, firmarían la paz con los Aliados, en una guerra que ellos ya sentían perdida, pero con unas condiciones: una de ellas era conservar el territorio que tenía Alemania en el 1914 (la razón por la que Stauffenberg entró a la guerra) y el rechazo a todo acercamiento de los Aliados a tierras germánicas.
El 20 de julio de 1944, Stauffenberg dio con una reunión donde él podía estar presente y por fin asesinar al führer, así que con dos explosivos dentro del maletín, se dirigió a la cabaña donde estaba el dictador y sus principales hombres de confianza.
Como solo tenía tres dedos, infortunadamente para él, solo pudo activar uno de los explosivos, pero no había tiempo que perder, así que ingresó a la sala, dejó el maletín en el piso y después de un tiempo, se excusó para poder ir al baño; una vez afuera, explotó el artefacto.
Hubo cuatro muertos y todos los presentes quedaron heridos, pero el Fuhrer no murió…
Stauffenberg creía que había ganado y comenzó a hacer llamadas por todo el territorio alemán para decir que Hitler había muerto y que muchas cosas iban a comenzar a cambiar, la gente comenzó a apoyarlo, pero unas horas después, la voz del dictador alemán en la radio, le cayó como un balde de agua fría. La operación fracasó…
Stauffenberg y sus amigos fueron ejecutados en la madrugada del 21 de julio y este hombre es recordado por ser alguien valiente, que pudo cambiar de una manera drástica el futuro de la Segunda Guerra mundial y la historia del mundo.
“¡Larga vida a nuestra sagrada Alemania!”, pronunció el coronel antes de ser ejecutado.
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— América Digital (@AmericaDigital) September 2, 2018