La Organización Meteorológica Mundial reveló que la Antártida registró el 6 de febrero 18.3 grados centígrados de temperatura (65 ° Fahrenheit) , marcando un nuevo récord como el día más caluroso que se haya presentado en este continente desde que se tienen registros.
De acuerdo con el reporte, esta temperatura se alcanzó sobre el mediodía en la base de estudios científicos ‘Esperanza’ donde el termómetro marcó los 18,3°, superando el registro histórico de 2015 cuando se alcanzó una cifra récord de 17,5 °C.
Asimismo, en la base ‘Marambio’, otra estación científica, la temperatura llegó a los 14,1 °C, la más calurosa para un mes de febrero desde 1971. El récord anterior se había registrado el 24 de febrero de 2013, con 13,8 °C.
“Todo lo visto hasta el momento apunta a un récord probablemente legítimo, pero desde luego iniciaremos una evaluación formal una vez que tengamos todos los datos del SMN y de las condiciones meteorológicas en torno al evento”, explicó Randal Cerveny, científico de la OMM.
De acuerdo con este experto, el récord parece estar asociado (en el corto plazo) con un viento cálido que desciende por la ladera de una montaña y que es denominado como viento ‘foehn’.
Los científicos han indicado que estas altas temperaturas están poniendo en riesgo el casquete polar y se vienen registrando debido a los efectos del cambio climático en el planeta.
“Se trata de récords de temperatura ciertamente impactantes, pero que no sorprenden puesto que la Antártida se recalienta al igual que el resto del planeta”, reaccionó este viernes en un comunicado Frida Bengtsson, especialista en ambiente marino de la organización Greenpeace.
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Precisamente, la OMM ha revelado que la Península Antártica, en el extremo norte del continente cerca de Sudamérica, es una de las regiones de calentamiento más rápido del planeta, casi 3 grados C en los últimos 50 años.
Durante este periodo han retrocedido el 87 % de los glaciares en la costa occidental de la península, con un “retroceso acelerado” en los últimos 12 años.
Por esta razón, el cúmulo de la sábana helada que cubre el continente y que se pierde cada año ha aumentando al menos 6 veces entre 1979 y 2017.
La mayoría de esta pérdida de masa helada ocurre por derretimiento, en particular en la parte oeste del territorio, que cubre 14 millones de kilómetros cuadrados y donde las temperaturas habituales oscilan entre los -10 grados en las costas y -60 grados en las partes más profundas.
“Su cubierta helada llega a tener una profundidad de hasta 4,8 kilómetros y almacena el 90 % de todo el agua dulce del planeta, que si llegara a derretirse aumentaría el nivel del mar en unos 60 metros”, explicaron los expertos.
Un riesgo más latente
Tras una década de récords en aumento de las temperaturas, que cerró con 2019 como el segundo año más caluroso del que se tenga registro, el decenio 2020 comenzó con la misma tendencia. El mes pasado quedó como el enero más caluroso que se haya registrado.
Como consecuencia directa del alza de las temperaturas por la actividad humana, los dos casquetes polares, en la Antártida y en Groenlandia, han perdido 430.000 millones de toneladas de hielo por año desde 2006, con el consecuente aumento del nivel de los océanos.
El futuro de las zonas costeras y de sus millones de habitantes depende de la masa de hielo que cubre la Antártida occidental.
Según los expertos en clima de Naciones Unidas, el nivel de los mares aumentó 15 centímetros durante el siglo XX y alertan que el ritmo al que sube el nivel de las aguas seguirá acelerándose.
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En la Antártida los científicos observan el glaciar Thwaites, uno de los mayores de la parte occidental del continente y de los de más difícil acceso del planeta.
Con una superficie similar a la de Gran Bretaña, su eventual hundimiento elevaría el nivel de los mares 65 centímetros, según la Colaboración Internacional del Glaciar Thwaites, la mayor misión conjunta de Estados Unidos y Reino Unido en la Antártida para investigar el glaciar.
“A lo largo de los últimos 30 años, la cantidad de hielo desprendida del glaciar Thwaites y de los vecinos prácticamente se ha duplicado”, advirtieron los científicos.