La Tierra sigue ardiendo. Los bosques se siguen desapareciendo. La flora y la fauna se están extinguiendo. Los mares siguen creciendo y los glaciares se siguen derritiendo. Aquel respiro que a diario necesitamos para vivir, la Tierra, hoy en su Día, lo pide a gritos para poder subsistir.
Fue hace medio siglo, exactamente el 22 de abril de 1970, cuando 20 millones de personas en Estados Unidos salieron a las calles a reclamar por los derechos de la Tierra, a manifestar por una preocupación que hoy es aún más aterradora: los devastadores daños que la humanidad estaba ejerciendo sobre el mundo.
Liderados por el senador Gaylord Nelson, unas 2.000 comunidades de todo el país hicieron parte de uno de los movimientos ambientales más grandes de la historia. Desde entonces, este Día de la Tierra se ha convertido en una tradición mundial.
Para 1990, el Día de la Tierra se había globalizado. Ya no era un solo país, sino más de 140 los que se sumaron a la importancia de poner sobre la mesa los problemas ambientales.
Panorama ambiental y grandes desafíos en el Día de la Tierra
A pesar de los esfuerzos de los movimientos ambientalistas mundiales, de organizaciones ambientales y de algunos países, lo cierto es que no han habido compromisos certeros para atacar de raíz el problema.
Precisamente, la ONU ha señalado que las emisiones de CO2 están en camino a alcanzar las 56 gigantoneladas para 2030, más del doble de lo que deberían ser, y mucho más alejado de los compromisos necesarios: limitar el calentamiento global a 1,5 °C. y reducir las emisiones a 25 gigantoneladas.
Lo más preocupante es que cada vez el objetivo de reducir el calentamiento global a 1,5 °C está a punto de volverse imposible. Hace 10 años, si los países hubieran actuado con base en las advertencias científicas, los gobiernos habrían tenido que reducir las emisiones un 3,3% cada año.
Te puede interesar: Conozca las mejores horas para ver la deslumbrante lluvia de estrellas líridas de abril
No obstante, dicha acción se siguió postergando, por lo que hoy las cifras van en aumento. Necesitamos reducir las emisiones a un 7,6% cada año.
De hecho, los planes nacionales de acción climática más ambiciosos están lejos de una reducción de 7,6%.
En ese sentido, el mundo necesita quintuplicar la ambición de los compromisos. Lo alentador es que aún la ONU habla de una pequeña oportunidad de hacer estos recortes drásticos posibles.
Sin embargo, cada día que nos demoremos, será un día más de emisiones liberadas a la atmósfera, lo que hará más difícil alcanzar las metas.
Si la reducción de emisiones comienza en 2025, la disminución necesaria será de 15,5% cada año, lo que hace que el objetivo de 1,5 °C sea casi imposible.
El resultado de la demora en las medidas se ven reflejadas en el costo de construir defensas costeras, proteger la seguridad alimentaria y adaptar la infraestructura.
“La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. La naturaleza sufre. Los incendios en Australia, los mayores registros de calor terrestre y la peor invasión de langostas en Kenia. Ahora nos enfrentamos a COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema”, aseguró la ONU.
Seguimos fracasando y el tiempo se agota
Según ha informado la ONU, “los países no están haciendo lo suficiente. Un número creciente de naciones y regiones están adoptando objetivos ambiciosos en línea con la transformación necesaria, pero a una escala y un ritmo insuficientes”.
El G20, conformado por 19 países, más la UE, representa el 78% de todas las emisiones. El grupo tiene hoy la mayor oportunidad de liderar la transición hacia un planeta próspero y sostenible.
Francia y Reino Unido han aprobado legislación. Alemania, Italia y la UE28 están en proceso. Otros quince miembros del G20 no tienen legislación para neutralizar las emisiones.
Los cuatro principales emisores, China, EE.UU., UE28 e India, han contribuido a más del 55% de las emisiones totales durante la última década, sin contar las emisiones generadas por cambios en el uso del suelo, como la deforestación.
Resultados devastadores en el Día de la Tierra
Aunque al reducir el calentamiento global a 1.5°C también tendrá impacto climático, los efectos serían menos devastadores que, incluso, los que estamos viviendo.
A 2°C o más, los arrecifes se están perdiendo por completo. Los insectos perderán casi la totalidad de su hábitat. El nivel del mar será 100 centímetros más alto. La frecuencia e intensidad de sequías, tormentas y fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más probables. Las interacciones entre polinizadores se seguirán agotando y, por ende, varios alimentos dejarían de existir.
“El cambio climático, los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos (enfermedades zoonóticas)”, advirtió la ONU.
Un pequeño respiro durante el COVID-19 y un futuro incierto para la Tierra
A pesar de las consecuencias adversas que vive la humanidad con el coronavirus, para los expertos, lamentablemente, esta ha sido la forma en la que la tierra pudo tener un respiro.
Ya sea a través de la mejoría en la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, en el Día de la Tierra son más las dudas que las certezas.
Las medidas de confinamiento y la desaceleración en la producción económica a nivel mundial no es más que una medida temporal, pero se desconoce qué pasará con el medioambiente cuando todo este pase.
“Recordemos más que nunca en este Día de la Madre Tierra que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible, que funcione tanto para las personas como para el planeta. Promovamos la armonía con la naturaleza y la Tierra”, enfatizaron en la ONU.
Asimismo, han señalado que la biodiversidad en la tierra se está deteriorando en todo el mundo a un ritmo sin precedentes en la historia humana.
Precisamente, se estima que alrededor de un millón de especies animales y vegetales se encuentran actualmente en peligro de extinción.
“Con este panorama general y el escenario del coronavirus, nuestra prioridad inmediata es evitar la propagación de COVID-19, pero a largo plazo, es importante abordar la pérdida de hábitat y biodiversidad. Estamos en esta lucha juntos con nuestra Madre Tierra”, destacaron.
Infórmate minuto a minuto sobre esta y otras noticias del mundo en nuestras redes sociales
América Digital