Un estudio realizado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) pudo evidenciar que la Tierra y la Luna alguna vez compartieron un escudo magnético que pudo haber ayudado a nuestro planeta a retener su atmósfera y eventualmente desarrollar condiciones para la vida y su habitabilidad.
“La Luna parece haber presentado una barrera protectora sustancial contra el viento solar para la Tierra, que fue fundamental para la capacidad del planeta para mantener su atmósfera durante este tiempo”, indicó Jim Green, científico jefe de la NASA y autor principal del nuevo estudio.
De acuerdo con el estudio, hace unos 4.500 millones de años la superficie de la Tierra era completamente caliente y las condiciones espaciales y atmosféricas no hacían posible que nuestro planeta fuera habitable.
“Mucho antes del surgimiento de la vida, las temperaturas eran abrasadoras y el aire era tóxico. Además, cuando era un niño pequeño, el Sol bombardeó nuestro planeta con violentos estallidos de radiación llamados destellos y eyecciones de masa coronal que amenazaban nuestra atmósfera”, explicó la NASA.
Los investigadores simularon con el estudio cómo se comportaban los campos magnéticos de la Tierra y la Luna hace unos 4.000 millones de años en donde pudieron observar el papel que tuvieron las órbitas de los dos cuerpos.
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Los análisis establecieron que en ciertos momentos la magnetosfera de la Luna habría servido como una barrera de protección para la fuerte radiación solar que caía sobre el sistema Tierra-Luna durante esa época.
De esta forma, se pudo concluir que las magnetosferas de la Luna y la Tierra habrían estado conectadas magnéticamente en las regiones polares de cada cuerpo espacial.
Asimismo, los científicos identificaron que hubo cierto intercambio atmosférico ya que la luz ultravioleta extrema del Sol habría quitado los electrones de las partículas en la atmósfera más alta de la Tierra permitiéndoles viajar a la Luna a lo largo de su campo magnético.
“Esto también pudo haber contribuido a que la Luna mantuviera una atmósfera delgada en ese momento. El descubrimiento de nitrógeno en muestras de rocas lunares apoya la idea de que la atmósfera de la Tierra, que está dominada por nitrógeno, contribuyó a la antigua atmósfera de la Luna y su corteza”, explicó la NASA.
Un campo magnético compartido
Los científicos calculan que este escenario de un campo magnético compartido, con las magnetosferas de la Tierra y la Luna unidas, podría haber persistido desde hace 4.100 a 3.500 millones de años.
El investigador jefe de la NASA y coautor del estudio, David Draper, aseguró que este tipo de hallazgos son fundamentales para comprender no solo la historia del campo magnético sino también la existencia de atmósferas y cómo pudo haber evolucionado la Luna.
“Estos hallazgos nos dicen cómo podría haber sido el núcleo de la Luna, probablemente una combinación de metal líquido y sólido en algún momento de su historia, y esa es una pieza muy importante del rompecabezas de cómo funciona la Luna en el interior” , indicó Draper.
El estudio también reseña que a medida que el interior de la Luna se enfrió se generó un proceso para que el satélite natural de la Tierra fuera perdiendo su magnetosfera y atmósfera para conocerla como está en la actualidad.
De acuerdo con los expertos, este campo pudo haber disminuido significativamente hace 3.200 millones de años y desapareció complemente hace unos 1.500 millones de años en un periodo en donde el viento solar acabó con la atmósfera de la Luna ante la ausencia de un campo magnético que la protegiera.
“Si nuestra Luna jugó un papel en proteger nuestro planeta de la radiación dañina durante un tiempo crítico temprano, entonces, de manera similar, puede haber otras lunas alrededor de exoplanetas terrestres en la galaxia que ayuden a preservar las atmósferas y contribuir a que sean habitables”, concluyeron los investigadores.
Finalmente, la NASA destacó que las próximas misiones a la Luna podrían contribuir a entender los cambios en el campo magnético y cómo este proceso habría contribuido a que la Tierra no perdiera su atmósfera propiciando la posibilidad de la existencia de vida.
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