El soviético Yuri Gagarin se convirtió hace 60 años en el primer hombre en viajar al espacio, una victoria de la Unión Soviética sobre Estados Unidos en medio de la carrera espacial que libraban para aquel entonces.
La sobrina de este cosmonauta Tamara Filátova, explicó que su tío “era hijo de campesinos y su alma noble surgió de la tierra” para abrir la ventana de la humanidad hacia el espacio luego de recorres un largo camino de sacrificios.
“Pasó del arado a las máquinas, se graduó de chapista y fundidor, después estudió en la academia aérea. Su camino al cosmos fue muy difícil”, señala esta sonriente señora de 74 años en la aldea en la que nació Gagarin.
Filátova es asesora del Museo de Gagarin, que tiene sedes en Klúshino y en Gagarin, anteriormente conocida como Gzhatsk.
La infancia de Gagarin transcurrió en este remoto pueblo de la región de Smolensk -unos 200 kilómetros al oeste de Moscú- y quedó marcada por los horrores de la ocupación nazi que “le forjaron el carácter”.
Cuando los alemanes tomaron Klúshino en 1941, expulsaron de su casa a la familia, que se vio abocada a una existencia de miseria y sobresaltos en una refugio subterráneo cavado detrás del hogar expropiado.
La casa y el refugio, reconstruidos después de la muerte de Gagarin en 1968, atesoran hoy en día objetos personales y fotografías familiares del primer hombre que viajó al espacio.
Frente a la casa de madera, Filátova cuenta que, tras sobrevivir milagrosamente la guerra, la familia se mudó a la ciudad de Ghzatsk, unos veinte kilómetros al sur, en la que transcurrieron la adolescencia y los años escolares de Gagarin. Meses después de la muerte del cosmonauta, Gzhatsk fue renombrada Gagarin en su honor.
‘¡Allá vamos!’
Gagarin se formó como fundidor y obrero metalúrgico y después se convirtió en piloto militar. Fue seleccionado entre miles de candidatos para seguir el entrenamiento de vuelo en el espacio.
A los 27 años fue elegido por sus excelentes habilidades en estas pruebas. Pero la leyenda cuenta que este joven respetuoso también se granjeó la simpatía de los jefes del programa espacial al quitarse los zapatos antes de subir por primera vez a la nave espacial Vostok, una costumbre en Rusia cuando se entra en una vivienda.
Dos días antes de despegar, el cosmonauta soviético escribió una carta de despedida a su esposa, Valentina, en la que expresaba su orgullo de haber sido elegido para volar en la Vostok 1 pero también trataba de consolarla en caso de su muerte.
“Confío por completo en el equipo, no debe fallarme. Pero si algo ocurre, Valyusha, te pido que el pesar no te derrote”, escribió Gagarin de 27 años.
Las autoridades conservaron la carta, y finalmente la entregaron a la viuda de Gagarin siete años más tarde, después de que él falleciera en un accidente de avión.
El 12 de abril de 1961, cuando el cohete se soltó en el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán, él exclamó “¡Allá vamos!”. La expresión ha pasado a la historia durante las últimas seis décadas desde que se logró esta importante hazaña.
Demasiada altura
El vuelo duró 108 minutos y la nave espacial Vostok dio solo una órbita a la Tierra. El éxito de la misión de Gagarin, que regresó sano y salvo a la Tierra, es indiscutible pero hubo fallos que pudieron haberle costado la vida.
El peor fue que la nave se puso en órbita a una altitud superior a lo previsto pero por suerte el sistema de frenos funcionó. De lo contrario el cosmonauta y su nave habrían tenido que pasar más de 10 días en órbita y es probable que no le hubieran llegado las reservas de alimentos.
Aplastado contra el asiento del piloto por la potente fuerza g, el cosmonauta soviético vio llamas fuera de su nave espacial y se preparó para morir. Su voz rompió el tenso silencio en el control de tierra: “Estoy ardiendo. Adiós, camaradas”.
Gagarin no sabía que lo que observaba desde una escotilla era una nube de plasma que envolvió la Vostok 1 durante su reentrada en la atmósfera terrestre, y que aún iba camino de regresar a salvo.
Fue su tranquila compostura bajo esa gran presión lo que le ayudó a este cosmonauta soviético convertirse en el primer hombre en llegar al espacio hace 60 años.
Lo cierto es que el firme autocontrol de Gagarin fue un factor clave tras el éxito de su vuelo pionero de 108 minutos. La misión del 12 de abril de 1961 tuvo fallos técnicos y emergencias, desde una escotilla de la cápsula que no se había cerrado adecuadamente hasta problemas con el paracaídas en el último momento antes del aterrizaje.
La abuelita y el cosmonauta
El cosmonauta soviético Yuri Gagarin fue expulsado de la cápsula descendente y aterrizó en un campo de la región de Saratov, en el sur de Rusia.
Una niña y su abuela estaban recogiendo patatas cuando vieron a un hombre con casco y traje espacial anaranjado. Como para llevarse un buen susto en plena Guerra Fría.
Ante este inesperado encuentro Gagarin les dijo “No tengan miedo, soy soviético como ustedes, vuelvo del espacio”.
Tradición de orinar
Los libros documentales cuentan que antes del despegue, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin pidió al conductor del autobús que lo llevaba a la plataforma de lanzamiento que parara para orinar. Y lo hizo sobre una rueda trasera del vehículo.
Desde entonces, los cosmonautas que despegan de Baikonur han seguido esta tradición antes de volar al espacio, pero esto podría cambiar ya que el futuro traje espacial ruso, presentado en 2019, no tiene bragueta para hacer de forma natural esta necesidad básica.
El hombre que lo hizo posible
El nombre y el rostro de Yuri Gagarin se han convertido en un símbolo de la Unión Soviética. Pero no se sabía nada del hombre que lo hizo posible, el jefe del programa espacial Serguéi Korolev.
La Unión Soviética incluso se opuso a que se entregara un premio Nobel al responsable del programa para mantener en secreto la identidad del hombre que estaba detrás de Sputnik, Laika y Gagarin. El mundo se enteró tras su muerte en 1966.
Cabe decir que la Unión Soviética casi lo mata… Lo detuvieron durante las terribles purgas estalinistas y fue enviado a uno de los peores gulags del imperio, a las minas de oro de Kolyma.
De esta forma, Yuri Gagarin murió en un vuelo de pruebas el 27 de marzo de 1968. Apenas 16 meses más tarde, Estados Unidos ganó la carrera espacial a la Unión Soviética al llevar astronautas por primera vez a la Luna.
El colapso de la Unión Soviética en 1991 puso fin a una era de rivalidad. Los esfuerzos de Rusia por desarrollar nuevos cohetes y naves espaciales han afrontado sucesivas demoras, y el país ha seguido dependiendo de tecnología soviética.
En ese estancamiento, la criticada agencia espacial Roscosmos se ha centrado en un costoso plan para construir una nueva sede en el lugar donde antes había una fábrica de cohetes ya desmantelada.
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