Un grupo de científicos de la Universidad de Arizona (EE.UU.) ha descubierto una puerta de entrada de cometas que canaliza a estos cuerpos helados, haciendo que estos objetos se conviertan en unos visitantes interestelares habituales en nuestro sistema solar.
“A medida que se precipitan desde los bordes exteriores de nuestro sistema solar, estos cuerpos helados comienzan a arrojar gas y polvo a medida que se aventuran más cerca del sol. Sus estallidos luminosos pueden dar lugar a vistas espectaculares que adornan el cielo nocturno durante días, semanas o incluso meses”, reseña el estudio.
Los cometas son considerados de una gran importancia para la ciencia ya que se cree que estos objetos podrían revelar información sobre el origen y nacimiento de nuestro sistema solar.
En ese sentido, los investigadores Kathryn Volk y Walter Harris lograron descubrir una región más allá de Júpiter y que estaría permitiendo la entrada de estos cometas hacia nuestro sistema solar, haciendo que en un futuro estos objetos transiten cerca de la Tierra.
Los expertos consideraron que estos centauros (cometas) se originan en el cinturón de Kuiper, una región poblada por objetos helados más allá de Neptuno y que se extiende en una área de aproximadamente 50 unidades astronómicas o 50 veces la distancia promedio entre el sol y la Tierra.
“La naturaleza caótica de sus órbitas oscurece los caminos exactos que estos centauros siguen para convertirse en cometas de la familia Júpiter (JFC). Esto hace que sea difícil determinar de dónde vinieron exactamente y hacia dónde podrían ir en el futuro”, indicó Volk, coautor del estudio.
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De acuerdo con el experto, estos objetos son empujados por los campos gravitacionales de varios planetas gigantes como Júpiter, Saturno y Neptuno, en donde no tienden a quedarse sino que deambulan en un espacio de gran rotación.
“Se mueven por unos pocos millones de años, pero ninguno de ellos estuvo allí ni siquiera cerca del momento en que se formó el sistema solar. Sabemos de 300 centauros que podemos ver a través de telescopios, pero eso es solo la punta de un iceberg de aproximadamente 10 millones de estos objetos”, consideró Harris.
Los investigadores también explicaron que el acercamiento de estos cometas y su proceso órbital cerca del sol les genera un desgaste con el paso del tiempo, haciendo que se rompan y sean expulsados del sistema solar interno.
“A menudo, gran parte del polvo permanece y recubre la superficie, por lo que el cometa ya no se calienta mucho y queda inactivo”, explicó Harris.
En ese sentido, los investigadores decidieron hacer una simulación para reproducir la órbita de SW1, uno de los cometas descubierto en 1927 y que se cree que tiene unos 64 kilómetros de ancho.
“Los resultados de nuestra simulación incluyeron varios hallazgos que alteran fundamentalmente nuestra comprensión de la evolución del cometa. De los nuevos centauros seguidos por la simulación, se encontró que más de uno de cada cinco ingresó a una órbita similar a la de SW1 en algún momento de su evolución”, indicó Harris.
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