El mindfulness es una práctica que nos ayuda a mejorar nuestro bienestar tanto físico como emocional. Es conocido por su poder transformador ya que logra alcanzar la conciencia plena y la felicidad.
Para lograrlo es necesario pensar en una cosa a la vez. Siempre enfocados en el presente y el ahora, lo que puede resultar difícil en la época que vivimos.
La palabra mindfulness o atención plena en español, es una práctica que comenzó a enseñar Buda hace al menos 2500 años. Se trata de la capacidad humana para enfocarnos en el presente, además de mantenernos presentes.
“Prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación”, explica la Sociedad Mindfulnee y salud, ubicada en Buenos Aires, Argentina.
Nuestra mente constantemente está atendiendo pensamientos sobre el pasado o el futuro, lo que impide que prestemos total atención al ahora. Por ejemplo; si lo que se experimenta es de nuestro agrado, y queremos que continúe, o si por el contrario es desagradable y queremos que desaparezca. Pero cuando de verdad aceptamos lo que está sucediendo, las experiencias comienzan a fluir.
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La meditación de atención plena fue llevada a la medicina convencional, por el profesor emérito Jon kabat-Zinn, fundador y ex director de la clínica de Reducción del Estrés del Centro Médico de la Universidad de Massachusetts.
kabat-Zinn ayudó a llevar la práctica de la meditación de atención plena a la medicina convencional, demostrando que gracias a esto se pueden mejorar los síntomas físicos y psicológicos del ser humano. Además de aportar cambios positivos en la salud, actitudes y comportamientos, de acuerdo a un artículo de Harvard Health, publicado en la Help Guide de salud mental y bienestar.
Una persona consciente es capaz de saborear las cosas que van ocurriendo, ya que participa de forma plena en las actividades mientras estas se van dando, creando una mayor capacidad para lidiar con los eventos adversos.
Al estar centrados en el aquí y el ahora es menor probable que una persona se preocupe de forma excesiva por los errores del pasado o lo que pase en el futuro. Al dejar a un lado los típicos pensamientos sobre el éxito o la autoestima, las probabilidades de establecer conexiones más profundas con los demás aumentan.
La atención plena es capaz de ayudar a aliviar y tratar las siguientes enfermedades y padecimientos:
Una investigación publicada en el Centro Nacional para la Información Biotecnológica (NCBI), vínculo la práctica de la atención plena, con la reducción de los niveles de cortisol, la hormona que promueve el estrés. De igual manera, se publicó otro estudio del Centro Brind Jefferson-Myrna de Medicina Integrativa, ubicado en Estados Unidos. Donde se demostró que las mujeres con cáncer de mama podían reducir el estrés de la enfermedad gracias al mindfulness.
El mindfulness ha sido utilizado por psicoterapeutas como uno de los elementos importantes para trata algunos problemas frecuentes, como; depresión trastornos alimentación, abuso de sustancias, trastornos de ansiedad, conflictos de pareja y trastornos obsesivos compulsivos.
De hecho son muchos los expertos que aseguran que la atención plena es capaz de ayudar a las personas a aceptar sus experiencias. Esto puede incluir las emociones dolorosas, en lugar de reaccionar con oposición o tratar de evitar ciertos acontecimientos.
Al realizar cualquier técnica de atención plena se busca lograr un estado de relajación alerta. Para lograrlo se necesita prestar atención a pensamientos y sensaciones son emitir juicios. Así la mente se enfoca en el presente, siendo una técnica más de medicación.
La persona sentada y en silencio se concentra en su respiración natural o en una palabra o “mantra” que repetirá en silencio. Esto ayuda a que los pensamientos fluyan sin juzgarse y la persona vuelve a concentrarse en el mantra.
Para lograrlo se observan las sensaciones sutiles del cuerpo, como picazón u hormigueo, una vez más sin juzgar y dejándolas pasar. Es importante notar como reacciona cada parte del cuerpo desde los pies hasta la cabeza.
Se observan imágenes, sonidos, olores, sabores y toques. Se nombran “vista”, “sonido”, “olor”, “sabor” o “tacto” sin juzgarlos y de nuevo se dejan ir.
Las emociones estarán presenten sin ningún tipo de juicio. Se puede practicar un nombre constante y relajado de las emociones: “alegría”, “enojo”, “frustración”. Nuevamente no se juzgan y se dejan ir.
Se trata de esos antojos ya sea por sustancias o comportamientos de tipo adictivos. Para combatirlas se debe observar cómo se siente el cuerpo contra el deseo. No es necesario deshacerse del deseo, más bien es tener cierto conocimiento que disminuirá con frecuencia.
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