Según los expertos, la alimentación de los bebés durante los primeros años de vida tiene un impacto clave en su desarrollo. La leche materna es el alimento ideal para el recién nacido durante los primeros 6 meses de vida, pero después empieza un periodo en el que educaremos a los niños a comer, es cuando se inicia la alimentación complementaria.
Durante esta etapa es importante ver qué alimentos reciben, cuáles no, o si lo hacen en mayor o menor cantidad, ya que eso va a condicionar sus gustos y preferencias en el futuro y, por tanto, su salud cuando sea mayor. Para hablar de todo ello El Bisturí ha entrevistado a Marisa Vidal, directora científica de nutrición infantil de Nestlé España.
¿Cuándo empiezan los mil primeros días?
“Los mil primeros días son ese periodo que se inicia en el momento de la concepción (es decir, se desarrolla a lo largo de todo el embarazo) y dura hasta que el bebé cumple los dos primeros años”, explica la nutricionista.
Asegura que es muy importante porque una buena nutrición en estos primeros mil días puede tener un profundo impacto en la salud, el crecimiento y el desarrollo a largo plazo. Incluso lo que hace la madre gestante va a tener un impacto clave en el desarrollo de ese feto dentro, todavía, del útero materno.
Al nacer, como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), el alimento ideal es la leche materna, que le va a aportar todos los nutrientes que necesita y además va a fortalecer el vínculo entre la madre y el hijo.
Pero a partir de los seis meses, expone Vidal, hay un momento clave de cambio en el que el niño tiene unas necesidades nutricionales muy altas que la leche materna no es capaz de cubrir por sí sola.
“El crecimiento es increíble, durante el primer año de vida el niño llega a triplicar su peso, y por eso hay que introducir otros alimentos complementarios; de ahí viene el nombre de alimentación complementaria”.
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Las claves de la alimentación complementaria
La nutricionista asegura que para crecer tan rápido como debe y desarrollarse adecuadamente, “necesita alimentos que le den energía, hierro, vitamina C y D, minerales como el zinc, ácidos grasos esenciales y fibra. Hay que pensar que hasta los 2 o 3 años de vida no se termina el proceso de desarrollo de la visión o el cerebro”.
“Cuando pasa los 6 meses y se inicia la alimentación complementaria, la introducción debe hacerse de forma progresiva, asegurándonos de que tolera cada uno de los alimentos que le vamos dando y recordando que su estómago, su sistema digestivo, es muy pequeñito. Por ello el pediatra va recomendando introducir pequeñas cantidades para que las vayan tolerando poco a poco”, afirma.
Sin embargo, aclara que es esencial que esas pequeñas cantidades sean muy ricas en nutrientes para que las aproveche su organismo, “y eso no siempre es así, como ocurre en el caso del hierro. Hay muchos alimentos con un buen contenido de este mineral que el organismo no es capaz de absorber adecuadamente. El alimento con un mayor contenido y que mejor se absorbe es la carne roja pero, ya sea por nuestros hábitos culturales o porque el bebé no tolera grandes cantidades, se le da más tarde. Lo que ocurre es que en esos primeros 6 meses no recibe el hierro que necesita”, advierte.
Una elección adecuada de los alimentos
Ante todo, la nutricionista recalca que los padres deben seguir el consejo de su pediatra, porque cada niño crece a un ritmo diferente y es quien va a hacer una valoración más adecuada de la alimentación que necesita.
“Debemos recordar que es más importante hacer casos de sus consejos que de lo que nos puedan decir familiares, amigos o incluso las redes sociales, que tienen mucho impacto y puede difundirse en ellas información poco seria y rigurosa. En ellas estamos viendo, por ejemplo, alimentos que se ponen en cuestión aunque los datos de los expertos y de los estudios científicos son bastante diferentes”, señala.
Los preparados de cereales infantiles, ¿son saludables?
Un ejemplo de estas especulaciones que circulan por internet son los cereales infantiles, en torno a los que se ha generado una gran polémica. En palabras de la experta, “los cereales infantiles son necesarios porque aportan energía, porque son principalmente hidratos de carbono; hierro de alta calidad que el bebé puede absorber muy bien; y, si son integrales, algo que es muy importante, también aportan fibra, además de ser muy bueno para acostumbrarles a su sabor y que les guste luego cuando sean mayores”.
También se ha dicho que el problema está en la elevada cantidad de azúcar que llevan, pero, según Vidal, no es cierto. “La mayoría de los cereales infantiles que hay actualmente en el mercado no contienen azúcares añadidos, y esto se puede comprobar en el listado de ingredientes”.
“Aunque sí es cierto que a muchos, buscando una mayor textura y facilidad para disolverlos, se les realiza un tratamiento que se llama hidrólisis, que descompone los hidratos de carbono en azúcares simples”, matiza.
Aun así, asegura que este tratamiento se ha mejorado mucho en los últimos años para cumplir la recomendación de la OMS de eliminar todos los azúcares simples de la dieta de los niños, especialmente por debajo de los dos años, de tal manera que “todos los cereales del mercado cumplen los límites de azúcares simples y, por supuesto, también los hay sin hidrólisis ninguna”.
Con información de EFE
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