El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa, Melania, se vacunaron discretamente contra el COVID-19 en enero pasado antes de abandonar la Casa Blanca.
Así lo revelaron los medios estadounidenses al informar que el mandatario se había vacunado de forma secreta, pero aún no se ha podido establecer si recibió una o dos dosis de las vacunas de Pfizer o Moderna que para ese entonces estaban aprobadas en el país.
Al contrario de su sucesor Joe Biden, que recibió la vacuna ante la televisión el 21 de diciembre, Trump nunca dijo que había sido vacunado.
“El presidente Trump y la Primera Dama fueron vacunados en la Casa Blanca en enero”, aseguró a la agencia AFP sin más precisiones una fuerte cercana al expresidente.
Asimismo, un asesor del exmandatario consultado por el diario The New York Times también confirmó que Trump recibió en privado la vacuna en enero.
Precisamente, el expresidente le restó importancia a la pandemia del COVID-19 durante meses al negarse a usar en público la mascarilla para protegerse de la enfermedad.
Además, a finales de septiembre el exmandatario registró síntomas y tuvo que ser hospitalizado durante tres días en un centro médico de Washington DC tras contraer la enfermedad.
El entonces mandatario recibió un tratamiento experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron y el antiviral Remdesivir para superar el contagio del COVID-19.
“Cuando fue hospitalizado con el coronavirus en octubre, sus niveles de oxígeno en sangre se habían desplomado y los funcionarios temían que estuviera a punto de ser colocado en un ventilador”, reveló el diario The New York Times.
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Esta información se conoce luego de que Trump reapareciera públicamente durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, en inglés) en donde aseguró que “todo el mundo debería ir a recibir su inyección”, siendo su primer discurso tras abandonar la Casa Blanca el pasado 20 de enero.
De hecho, había cierto temor en los expertos con la postura que podría fomentar el exmandatario republicano frente a las vacunas ya que muchos de sus seguidores son reacios a inmunizarse frente a la enfermedad.
El manejo de la pandemia por parte del expresidente contrasta con el de su sucesor, el demócrata Joe Biden, a quien le administraron en público ambas dosis de la vacuna y animó a sus compatriotas a seguir su ejemplo.
Un funcionario gubernamental aseguró a mediados de diciembre que a Trump no se le administraría la vacuna del COVID-19 hasta que no se lo recomendara el equipo médico de la Casa Blanca.
Durante su mandato, Trump llegó a reconocer que había llegado a minusvalorar adrede la gravedad de la enfermedad al principio de la pandemia para que no se fomentara un pánico entre los estadounidenses, en una serie de entrevistas con el periodista Bob Woodward para su libro “Rage”.
A su llegada a la Casa Blanca, Biden se puso como meta administrar 100 millones de dosis en sus primeros 100 días en el cargo y frenar la propagación de la pandemia en EE.UU., el país más afectado por el COVID-19, donde han muerto más de medio millón de personas y más de 28,6 millones han sido contagiadas con el virus.