Los científicos han asegurado que la pandemia del coronavirus no cede en Estados Unidos, tal y como lo hizo en Europa; porque la curva de contagio estaría “detenida” desde hace dos meses en una “meseta”.
La Universidad Johns Hopkins ha revelado que Estados Unidos se aproxima a los 2 millones de casos y ha superado los 111.000 muertos por la pandemia; siendo el país más afectado por el COVID-19 en el mundo.
Sin embargo, los expertos aseguran que la epidemia estadounidense esconde varias curvas, manejadas de diferentes maneras según las regiones y las afinidades políticas.
En ese sentido, factores como el confinamiento, las pruebas de detección y el número de personas asintómaticas, así como el rastreo de contactos; influyen en el comportamiento que pueda tener el coronavirus en Estados Unidos.
Con 30.000 nuevos casos detectados por día en abril y más de 20.000 desde principios de mayo, los datos globales de Estados Unidos están estancados porque una parte del país ha tomado el relevo de la otra.
“No actuamos lo suficientemente rápido y contundente como para evitar que el virus se propagara al principio, y aparentemente se desplazó de los brotes originales a otras áreas urbanas y rurales”, dijo Tom Frieden, exdirector de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Por un lado, hay cinco estados en el noreste, desde Nueva Jersey hasta Massachusetts, con Nueva York en el medio, donde se han registrado la mitad de las muertes por COVID-19 del país.
En esta región, el declive de la enfermedad es un hecho: Nueva York tiene 2.600 personas hospitalizadas contra las 19.000 que tenía a mediados de abril, según el gobernador.
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Estos estados también fueron los más prudentes en el desconfinamiento. Las mascarillas se ven por doquier, y recién este lunes arrancó la reapertura de Nueva York, donde por ejemplo los restaurantes permanecen cerrados.
Por el contrario, las regiones menos urbanizadas, el Medio Oeste, el sur y parte del oeste no han experimentado los cuellos de botella en sus emergencias y morgues.
Estos estados ordenaron el confinamiento más tarde y lo levantaron antes. Y es aquí donde el virus circula más hoy.
En ese sentido, estos son algunos de los escenarios que hace que el coronavirus no ceda en Estados Unidos, tal y como sucedió en Europa.
La politización de la pandemia ha reforzado el fenómeno: los gobernadores de los estados “rojos”, es decir, los republicanos, han tendido a minimizar el riesgo; en línea con la postura del presidente Donald Trump.
“Los estados azules (demócratas) son más cautelosos que los estados rojos para llevar adelante una reapertura segura”, dijo Sten Vermund; decano de la escuela de salud pública de la Universidad de Yale, quien agrega que ideológicamente “a la mayoría de los estadounidenses no les gusta que les digan qué hacer”.
En Georgia, Florida y Texas solo una minoría usa mascarilla, también en restaurantes y tiendas, e incluso entre los empleados.
En Texas y Carolina del Norte, actualmente hay más pacientes con COVID-19 hospitalizados que hace un mes.
Carolina del Sur también está en el “pico” de su epidemia hoy, dice Melissa Nolan, profesora de epidemiología de la Universidad de Carolina del Sur; al señalar brotes de infección en poblaciones de pocos recursos como trabajadores hispanos.
Los datos de los teléfonos móviles confirman que la distancia física es respetada en distinta medida: en el punto más alto del confinamiento, los desplazamientos de los residentes de Nueva York o Washington se redujeron en casi un 90% durante varias semanas; en comparación con el 50% o menos en muchas zonas del sur, según la compañía Unacast.
Con medio millón de pruebas realizadas por día, Estados Unidos se ha convertido en el campeón mundial de detección por habitantes.
Pero eso todavía no es suficiente para contener el virus, dice Jennifer Nuzzo, de la Universidad Johns Hopkins, porque la epidemia estadounidense ha sido mucho mayor que en otros lugares.
“Todavía no hemos detectado todas las infecciones”, insiste la experta.
Solo el 14% de las pruebas estadounidenses son positivas, frente a menos del 5% en Europa: en otras palabras; Estados Unidos aún alberga muchos casos asintomáticos, que continúan contagiando a amigos y vecinos.
La detección no es un fin en sí mismo, dice Nuzzo: las pruebas deben ir inmediatamente acompañadas del aislamiento y el rastreo de contactos. Sin embargo, el desconfinamiento comenzó antes de que estos procedimientos estuvieran listos.
Pero el panorama no es del todo sombrío: en varios lugares, como Arizona, la mayor disponibilidad de pruebas ha aumentado el número de casos detectados; aunque aparentemente se trate sobre todo de casos leves.
Georgia reabrió muy pronto, a fines de abril, haciendo temer lo peor… Pero el rebrote no sucedió en mucho tiempo; el número de casos se estancó durante todo mayo y recién aumento en los últimos días, ilustrando hasta qué punto la dinámica del coronavirus sigue siendo un misterio.
“Todos mis amigos están perplejos”, dijo William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt.
De esta forma, los expertos y las cifras evidencian que el coronavirus no cede en Estados Unidos y se tendrá que mirar el comportamiento que puede tener la pandemias las próximas semanas tras el desconfinamiento y la oleada de protestas en el país.
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