Estados Unidos superó el lamentable umbral de 500.000 muertos por el COVID-19, menos de un año después de que el país registrara el primer deceso por coronavirus en la región de Seattle el 29 de febrero de 2020.
El país norteamericano es el más golpeado en el mundo por la pandemia al concentrar cerca de una cuarta parte de los contagios y muertes en el planeta.
En ese sentido, muchos se preguntan por qué la primera potencia mundial, que ostenta el triste récord de la mayor cantidad de muertos por el virus, fue golpeada tan duramente por el COVID-19 y cuáles son las lecciones que dejó este primer año de pandemia.
Los expertos aseguran que nadie esperaba una pandemia de esta magnitud y uno de los factores que pudo incidir en el impacto del COVID-19 en EE.UU. estaría relacionado con una respuesta desordenada del gobierno de Donald Trump, la politización del uso de la mascarilla, entre otros aspectos.
Estas son algunas de las respuestas del médico Joseph Masci, que ha combatido todas las enfermedades infecciosas desde el surgimiento del Sida y hoy es uno de los responsables del hospital Elmhurst de Queens en New York, y de la especialista en enfermedades infecciosas del grupo hospitaliario Montefiore, Michele Halpern, que dan sobre él.
¿Por qué EE.UU. se vio tan afectado?
El médico Masci asegura que hubo un elemento sorpresa para este escenario ya que antes de la pandemia Estados Unidos observaba los coronavirus de lejos, creyendo que una infección de este tipo no iba a llegar.
“Hubo casos de SRAS en Canadá, pero casi nada o muy poco en nuestro país, y nada de MERS (…) Hubo muchos preparativos contra el ébola en Estados Unidos, pero nunca llegó realmente aquí (…) Y súbitamente, Estados Unidos se encuentra en el epicentro del problema”, indicó Masci.
De acuerdo con el experto, es difícil comparar la gestión estadounidense de la enfermedad a la que han tenido otros países con sistemas de salud que estaban mejor preparados y con un tamaño de población mucho menor.
“Pienso que los pequeños países con servicios de salud estructurados estaban mejor preparados para reaccionar rápidamente. En un país como el nuestro, con 50 estados, una superficie inmensa, una red de hospitales ampliamente privada, iba a ser difícil reunir a todo el mundo en torno a la misma estrategia”, explicó.
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Para Masci una de las causas del fuerte impacto de la pandemia estuvo relacionada con una reacción “desordenada” del gobierno de Trump haciendo que, por ejemplo, los hospitales compitieran para obtener equipos de protección cuando este tipo de frentes tendrían que haberse centralizado.
Los especialistas también resaltaron que uno de los errores cruciales fue haber politizado el uso de la mascarilla para restarle importancia a la pandemia del COVID-19 y enviar un falso mensaje de que “todo estaba controlado”.
Este mensaje caló en muchas personas las cuales se resistieron a llevar mascarilla provocando un mayor contagio de la población creyendo que la pandemia no era grave.
“Las personas no deberían reaccionar de manera tan fuerte a la mascarilla y verla como un límite a sus libertades. No es difícil llevar barbijo, te acostumbras. Pero es necesario hacer comprender a las personas que es importante”, indicó Halpern.
¿Qué lecciones ha dejado la pandemia?
Para el doctor Masci, la primera lección de la pandemia del COVID-19 es aprender a reconfigurar los hospitales y sistemas de salud para poder enfrentar un flujo súbito de pacientes.
“Participamos en ejercicios de preparación para catástrofes, hicimos muchos ejercicios, pero nunca habíamos hecho nada para simular esto, pasar repentinamente de 12 camas en cuidados intensivos a 150, con el personal y el equipamiento necesarios”, indicó.
En ese sentido, con el paso de los meses el grupo de hospitales públicos que Elmhurst integra pudo implementar una estrategia para distribuir la alta demanda entre los 11 hospitales públicos neoyorquinos “Como si en vez de tener un hospital con 500 camas, tuviésemos ahora 11 hospitales con 5.000, y eso funciona bien”.
Por su parte, Halpern cree que otra de las lecciones es que los hospitales requieren recursos, capacitación de personal e inversiones en varios frentes para poder responder a una pandemia de esta magnitud.
“Hay que invertir en la investigación, pero también en los hospitales, los hogares de ancianos. Hay que tener personal suficiente, y que tengan los equipos que precisan (…) Los dirigentes deben estar a la escucha de las necesidades del personal”, resaltó Halpern.
Los expertos también consideraron que el COVID-19 también dejó al descubierto las desigualdades en términos de salud en Estados Unidos, sobre todo los problemas de vivienda para las minorías negra y latina, con muchas personas compartiendo pequeños espacios.
Frente a este tema, los expertos creen que los gobiernos deben evaluar cómo las viviendas pueden ser adaptadas frente a futuras epidemias porque lo más seguro es que la humanidad tendrá que enfrentar otras pandemias como la del COVID-19.
¿Hasta cuándo se usará la mascarilla?
A pesar de la aceleración de la campaña de vacunación, los expertos son prudentes a raíz de las incertidumbres que rodean las variantes sudafricana y británica del COVID-19.
Los expertos creen que si estas mutaciones no se convierten en un enorme problema y Estados Unidos logra alcanzar entre un 70% y 80% de su población vacunada podría haber una posibilidad de que no se tengan que usar mascarillas.
Sin embargo, todo depende del comportamiento de las variantes y eso determinará si en diciembre la población podría dejar de usarlas.
“Es alentador ver que la segunda ola fue relativamente controlada, al menos en Nueva York. Espero que las vacunas sean eficaces, pero es difícil estar seguro de que lo serán a largo plazo o sobre las nuevas variantes. Hay que prepararse para que esto dure un tiempo”, indicó Halpern.
Sin embargo, Masci consideró que a largo plazo no hay que caer en el “engaño del olvido” y dejar de pensar en que la pandemia del COVID-19 se superó y todo regresará a la normalidad.
“Es perturbador pensar que todo esto llegó sin advertencia. Tantas cosas de primera necesidad fueron sacudidas (…) Es necesario realmente que tengamos un sistema mundial de detección de patógenos, porque vivimos en una época en la que ya no podemos decir ‘hay algo que pasa en Asia que no afectará a Estados Unidos'”, indicó Masci.
Finalmente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó de “descorazonadora” la cifra de 500.000 muertos por COVID-19 en el país, por lo que hizo un llamado a la unidad a la población para que sigan implementando las medidas de autocuidado mientras se avanza con la campaña masiva de vacunación.