El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se enfrenta a una gran encrucijada entre cumplir su deber constitucional y hacer caso a la presión del presidente Donald Trump para que interceda y no certifique la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales.
Durante tres años y 11 meses Pence ha sido uno de los más abnegados aliados de Donald Trump, pero en las últimas semanas ha tenido que lidiar con la fuerte presión de su jefe para evitar la certificación final de la elección que ambos perdieron.
La ley electoral de Estados Unidos determina que el vicepresidente, en este caso Pence, tiene que presidir la sesión conjunta del Congreso en la que los legisladores contarán y confirmarán los votos del Colegio Electoral enviados por los 50 estados.
“Los estados quieren que se corrijan los votos, que saben que están basados en irregularidades y fraude, además de un proceso corrupto que no recibió apoyo legislativo. Todo lo que Mike Pence tiene que hacer es enviar (los votos del Colegio Electoral) de vuelta a los estados y GANAREMOS. Hazlo, Mike ¡Es el momento de la valentía extrema!”, manifestó Trump en un tuit.
Sin embargo, el vicepresidente ha asegurado que no tienen autoridad para hacer lo que pide Trump y en una extensa carta al Congreso reiteró que no tiene el poder para rechazar los votos electorales, contradiciendo la petición de su jefe, que se niega a reconocer su derrota en las elecciones.
“Es mi juicio meditado que mi juramento de apoyar y defender la Constitución me limita a reclamar autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no”, escribió Pence.
Lo cierto es que Pence no cumpliría la controversial petición de Trump de desconocer los resultados que le dieron la victoria presidencial a Biden, a pesar de que necesita de la base trumpista en caso de que lance su propia candidatura a la Casa Blanca en 2024.
Este escenario lo coloca en una posición delicada frente a la sesión del Congreso, que para muchos republicanos representa la última oportunidad para ayudar a Trump a revertir la victoria de Joe Biden en las elecciones del 3 de noviembre.
Ver más: Las claves sobre la sesión del Congreso que certificará a Joe Biden como presidente de EE.UU.
El papel de Pence es mayormente administrativo y ceremonial: supervisar la confirmación final de que la votación fue ganada por Biden, quien jurará su cargo el 20 de enero.
En caso de alejarse de sus deberes rechazando, por ejemplo, permitir la confirmación de los votos legales del Colegio Electoral, Pence no actuaría de acuerdo con la Constitución de Estados Unidos.
Precisamente, no existen pruebas de un fraude sustancial de las elecciones y Trump ha rechazado reconocer su derrota y presiona a Mike Pence para que haga algo -lo que sea- para revertir los resultados y hacerle presidente durante cuatro años más.
“El vicepresidente tiene el poder de rechazar a los electores elegidos de forma fraudulenta”, tuiteó Trump el martes, con una afirmación inexacta.
Los expertos han explicado que la Constitución no le otorga ese poder al vicepresidente, que le corresponde a los legisladores estadounidenses.
Una demanda apoyada por parlamentarios republicanos el mes pasado trataba de darle autoridad a Pence para rechazar los votos electorales, pero el presidente se opuso a ese esfuerzo, y un juez federal desestimó la acción.
Confrontado a un extraordinario desafío de equilibrio, el vicepresidente sintió directamente la presión cuando Trump le mencionó el lunes en un mitin en Georgia.
“Espero que Pence nos ayude”, afirmó Trump quien calificó a su vicepresidente como un “tipo maravilloso” pero que “si no nos ayuda, le querré un poco menos”.
Las objeciones de los republicanos
Donald Trump ha estado incitando a sus partidarios en el Congreso para que traten de invertir los resultados y ha conseguido que varios congresistas republicanos le copien su petición.
Un grupo de congresistas señaló que se opondrán a la certificación de votos en algunos estados claves ganados por Biden, una acción que daría pie a un debate y una votación en cada cámara, forzando a abrir procedimientos que podrían extenderse toda la noche.
Las probabilidades de que esta maniobra funcione son prácticamente nulas. Los demócratas controlan el Congreso, mientras que apenas una docena de republicanos entre el centenar de miembros del Senado se opondrán probablemente a la confirmación.
El senador demócrata Chris Van Hollen recordó que Mike Pence tiene tareas “puramente ceremoniales” en esta sesión del Congreso.
“Pese a los comentarios amenazadores de Trump en Georgia anoche, los ciudadanos estadounidenses deben poder contar con el vicepresidente Pence para respaldar la Constitución y confirmar el voto del pueblo”, manifestó Van Hollen.
Lo cierto es que las manos de Pence están prácticamente atadas. Su papel consiste en abrir los certificados de los votos electorales de los estados, entregárselos a los “escrutadores” que los tabulan y finalmente declarar el ganador.
En ese sentido, el vicepresidente Mike Pence tendrá que anunciar su derrota conjunta con Donald Trump, pero falta ver que consecuencias le traerá para su futuro político cumplir la Constitución y no hacer caso a las controversiales peticiones del mandatario saliente.
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