Cada cuatro años los estadounidenses acuden a las urnas a definir quién será su presidente y es común que la cifra de 270 votos electorales sea relevante en medio de la contienda a pesar de ser un país que tienen cerca de 250 millones de personas habilitadas para votar.
El sistema electoral de Estados Unidos está basado bajo un modelo de elección indirecta que siempre ha sido objeto de atención cada vez que hay un comicio presidencial porque los ciudadanos no eligen popularmente a un presidente.
Este sistema ha funcionado desde 1787 y es el que le ha permitido a los estadounidenses ejercer su derecho al voto y definir a la persona que los gobernará desde la Casa Blanca.
En ese sentido, el sistema contempla un Colegio Electoral conformado por 538 miembros que son distribuidos proporcionalmente a la población que tenga cada uno de los 50 estados.
En ese sentido, California tiene la mayor cantidad de votos electorales con 55, seguido de Texas con 38, Nueva York o Florida con 29 votos electorales; Illinois y Pensilvania con 20 votos cada uno.
La lista de los 10 estados con más votos electorales la cierran Ohio con 18, Georgia y Michigan con 16 y Carolina del Norte con 15, los cuales son considerados estados clave para llegar a la presidencia y muchos de los cuales son indecisos y generan incertidumbre sobre qué candidato ganará.
Ver más: ABC: ¿Cómo funciona el sistema electoral en los Estados Unidos?
Una de las particularidades de este sistema electoral es que el candidato que obtiene más votos se lleva a todos los electores del estado. Es decir, que si un candidato registra la mayor votación en el estado de California, se llevaría 55 votos del Colegio Electoral y así sucesivamente iría ganado estos sufragios para el cómputo final.
En ese sentido, la Constitución de Estados Unidos establece que el candidato ganador será el que consiga la mitad más uno de los votos de este Colegio Electoral, es decir la mágica cifra de 270 votos con la que sueñan Donald Trump y Joe Biden.
No gana el que más votos populares obtenga
Una de las particularidades de este sistema electoral es que un candidato puede tener la mayor cantidad de votos populares en todo el país pero aún así perder la presidencia.
De esta forma, la clave está enfocada en ganar la mayor cantidad de estados, pero especialmente aquellos que otorgan el mayor número de votos en el Colegio Electoral.
Precisamente, la demócrata Hillary Clinton le sacó una ventaja de 2,9 millones de votos a Donald Trump en 2016 pero perdió la presidencia debido a que el entonces candidato republicano ganó en estados clave que le otorgaron más votos electorales.
De esta forma, Trump tiene varios senderos hacia los 270 votos con el objetivo de asegurar su reelección pero su mejor ruta depende de ganar Florida y Pensilvania.
Los expertos han explicado que si gana ambos estados y retiene Carolina del Norte y Arizona, que se llevó estrechamente en 2016, además de Georgia y Ohio, que ganó hace cuatro años podría ganar la reelección.
Con 29 votos electorales, Florida es el estado más crucial para Trump. Una derrota allí haría casi imposible que pueda permanecer en la Casa Blanca por otros cuatro años.
Por su parte, la campaña del demócrata Joe Biden está concentrada en los estados del centro del país y los que Trump ganó inesperadamente en el 2016: Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
El exvicepresidente está haciendo además un gran esfuerzo en Arizona, un estado que no ha respaldado a un candidato presidencial demócrata desde 1996. Además, ha redoblado su atención a Florida, el más importante de los estados tradicionalmente disputados y que virtualmente bloquearía la reelección de Trump si el estado se inclina hacia los demócratas.
De esta forma, la contienda por la presidencia en Estados Unidos está muy abierta y pasará a la historia como una de las elecciones más cerradas y polémicas en la historia reciente del país.
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