El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tomó las riendas del país bajo un complejo escenario del COVID-19, el cual ya ha provocado más de 400.000 muertes superando el número de bajas de las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.
“Han muerto más de 400.000 estadounidenses. Son más de los que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Esta es una tarea de tiempos de guerra”, indicó Biden tras firmar un plan nacional para enfrentar el coronavirus.
En ese sentido, Estados Unidos enfrenta un alto nivel de contagio del COVID-19 lo cual ha provocado una saturación de los servicios hospitalarios y por ende un incremento en la mortalidad, siendo el país más afectado en el mundo por la pandemia.
– La pandemia en cifras
La Universidad Johns Hopkins ha revelado que en Estados Unidos se han contagiado cerca de 25 millones de personas y han fallecido más de 400.000 por cuenta del coronavirus, casi un año después de que se registrara la primera víctima por el COVID-19 en el país.
El promedio semanal de nuevos casos ha comenzado a descender tras alcanzar un pico el 12 de enero y que superó los 200.000 casos diarios, según los datos del centro de monitoreo de Johns Hopkins, y las muertes siguen una trayectoria similar.
Una proyección conjunta de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que combina 37 modelos, proyecta que para el 13 de febrero las muertes por COVID-19 alcancen entre 465.000 y 508.000.
“A lo largo del último año, no pudimos apoyarnos en el Gobierno federal para que actuaran con la urgencia, la concentración y la coordinación que necesitamos, y hemos visto el coste trágico de ese fracaso”, opinó Biden.
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El mandatario aseguró que la política heredada de su antecesor Donald Trump ha dificultado mucho el control de la pandemia y por esos los próximos meses serán complejos y difíciles.
“Las cosas van a seguir empeorando antes de mejorar. La cifra de muertos probablemente superará los 500.000 el mes que viene (…). Nos va a llevar meses darle la vuelta a esta situación», manifestó Biden.
La amenaza de las mutaciones
Los expertos han explicado que los modelos por su naturaleza predictiva dependen de los supuestos en los cuales se basan, y hay variables que podrían cambiar el panorama como el surgimiento e incidencia de nuevas variantes del COVID-19.
Las proyecciones de los CDC han estimado que la nueva cepa B.1.1.7 -que es más contagiosa y que se cree que no está tan extendida- podría convertirse en la cepa dominante en Estados Unidos en marzo, generando más infecciones en la población y una saturación de los servicios hospitalarios.
Además, otras mutaciones que parecen ser aún más transmisibles han sido detectadas en Sudáfrica y en Brasil y hasta ahora no parecen haber llegado a Estados Unidos. Sin embargo, el país no tiene un sistema robusto de “vigilancia genómica” para detectar estos cambios.
Un tema de preocupación es la mutación E484K detectada en Sudáfrica ya que ha generado dudas sobre la efectividad de las vacunas actuales.
“Necesitamos investigar la cronología para la manufactura y los pasos regulatorios necesarios para actualizar la ‘cepa’ utilizada para la vacuna”, explicó Trevor Bedford, experto en enfermedades infecciosas del Centro de Estudios Fred Hutch, quien sugirió que una actualización de vacunas podría ser necesaria en el otoño boreal.
Ante este escenario, el Gobierno de Biden decidió exigir una prueba de COVID-19 y una cuarentena a todos los viajeros que lleguen al país como una medida de control.
Las vacunas y el plan de Biden
El mandatario ha condenado la implementación de la campaña de vacunación que heredó del gobierno Trump, al calificarla como “un fracaso deplorable” ya que en más de un mes solo se han administrado unas 17,5 millones de las 37,9 millones de dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna que se habían distribuido en el país.
Ante este escenario, Biden ha señalado que la lucha contra la pandemia es una prioridad máxima y su equipo ha desarrollado una estrategia nacional para usar las facultades del gobierno federal para aumentar la tasa de vacunación y realizar más pruebas.
En ese sentido, el gobierno se ha propuesto la meta de vacunar 100 millones de personas en los primeros 100 días de su gobierno, una fecha que se cumpliría el 20 de abril.
Del lado de la oferta, la situación también debería mejorar si otras vacunas reciben la autorización de emergencia para ser utilizadas.
En ese sentido, se espera que la llegada de la vacuna de una sola dosis de Johnson & Johnson sea un factor determinante y podría ser aprobada en pocas semanas; mientras que la vacuna de AstraZeneca-Oxford podría ser la siguiente en recibir la autorización de uso.
El gobierno también busca que se apruebe un plan de alivio económico por 1,9 billones de dólares en el Congreso, que incluya 20.000 millones para las vacunas y 50.000 millones para aumentar el testeo, algo que es fundamental para que los niños puedan volver a las escuelas y los empleados al trabajo.
Las nuevas autoridades indicaron que van a utilizar una legislación de emergencia denominada Ley de Defensa de la Producción para aumentar el suministro y que van a establecer miles de sitios federales y clínicas móviles para eliminar los cuellos de botella en la distribución.
Lo cierto es que el gobierno de Biden enfrenta grandes obstáculos, ya que el virus se está propagando en la mayoría de los estados, hay una gran lentitud en la distribución de las dosis e incertidumbre política sobre si los legisladores republicanos le ayudarán a aprobar un paquete de rescate económico de 1,9 billones de dólares.