El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció nuevas medidas para suspender la extracción de petróleo y gas en tierras federales del país, un nuevo paso en su compromiso en la lucha contra el cambio climático y por revertir las políticas de su antecesor Donald Trump.
La administración firmó una orden con la que suspende las concesiones para la explotación de combustibles fósiles en territorios que pertenecen al gobierno con el objetivo de afrontar el peligro existencial del cambio climático.
“Hemos esperado demasiado para hacer frente a esta crisis climática. No podemos esperar más. He firmado una orden ejecutiva para potenciar el ambicioso plan de nuestra administración para enfrentar la amenaza existencial del cambio climático. Debemos liderar la respuesta global”. indicó Biden.
Sin embargo, esta medida no afectará los contratos ya existentes sino la firma de nuevas concesiones para la extracción de combustibles a través la perforación hidráulica (fracking) y el uso del agua que hay en esas tierras, cumpliendo una de sus principales promesas de campaña.
“Déjenme aclarar, sé que siempre sale, no vamos a prohibir el ‘fracking’, protegeremos los trabajos y los trabajos crecerán, incluyendo estándares más fuertes como controles a las filtraciones de metano”, aseguró Biden tratando de aclarar las críticas sobre la supuesta prohibición de esta técnica.
Además, Estados Unidos también se comprometerá a proteger el 30% de las tierras y aguas federales para 2030, con el fin de detener la pérdida de biodiversidad, según la información publicada por la prensa.
El nuevo gobierno desea “convertir el cambio climático en una prioridad de seguridad nacional”, según un memorando de la Casa Blanca leído por la AFP. Para ello, prevé restablecer un consejo presidencial de asesores científicos y otro que dirija la toma de decisiones científicas en las agencias federales.
Precisamente, casi una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono estadounidenses provienen de la generación de energía en tierras públicas, según un informe del gobierno de 2018. La extracción de combustibles generó 11.700 millones de dólares de ingresos en 2019, según datos oficiales.
Con estas medidas, Biden se acerca a sus compromisos de campaña de dejar de usar combustibles fósiles y llegar a la neutralidad carbono en el sector energético en 2035 y en toda la economía para el año 2050.
El mandatario también resaltó que estas órdenes no afectarán el empleo ya que su objetivo es poder utilizar los dineros con los que se subsidiaban a las petroleras para impulsar las energías limpias y por ende aumentar los puestos de trabajo en este frente.
“Vamos a tomar el dinero e invertir en trabajos con energía limpia en EE.UU (…) -subrayó-. De hecho, la acción de hoy nos ayudará a aumentar la producción de energía renovable a partir de la energía eólica marina y a cumplir con nuestra obligación de ser buenos administradores de nuestras tierras públicas”, indicó.
– Indignación en la industria
El anuncio del Gobierno Biden ya ha generado una gran polémica e indignación en la industria de hidrocarburos por los efectos económicos que puede tener esta decisión, mientras los grupos ambientalistas han celebrado que Biden avance en esa dirección.
La organización sin ánimo de lucro Oceana ha pedido que el Gobierno de Joe Biden que vaya más allá y convierta la moratoria en las concesiones en una prohibición.
La organización publicó un análisis en el que revelaba que en caso de detener permanentemente las perforaciones en aguas federales se podrían evitar más de 19.000 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero y más de 720.000 millones de dólares en daños a las personas y el medioambiente.
“La industria de los combustibles fósiles ha infligido un daño tremendo al planeta. El estudio del gobierno, si se hace correctamente, mostrará que los repugnantes fracking y perforaciones deben terminar para siempre, en todas partes”, indicó Kierán Suckling, director ejecutivo del Centro de Diversidad Biológica.
Paralelamente, las medidas previstas por el gobierno han provocado indignación en parte de la industria de los combustibles fósiles, afirmando que Biden ya había eliminado miles de empleos asociados al gas y el petróleo al cancelar el oleoducto Keystone XL en su primer día en el cargo.
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El presidente y director ejecutivo del American Petroleum Institute, Mike Sommers, indicó que restringir el desarrollo en tierras y aguas federales no es más que una política de “importar más petróleo” sin considerar el impacto en la economía y la demanda de energía en el país.
“La demanda de energía seguirá aumentando, especialmente a medida que la economía se recupere, y podemos optar por producir esa energía aquí en Estados Unidos o depender de países extranjeros hostiles a los intereses estadounidenses”, indicó Sommers.
Por su parte, la presidenta de la Western Energy Alliance, Kathleen Sgamma, indicó que el decreto previsto pretende demorar las perforaciones en territorio federal hasta que ya no sean viables y por eso van a impugnar la orden ejecutiva en los tribunales.
“La izquierda ecologista está marcando la agenda en la Casa Blanca cuando se trata de energía y cuestiones medioambientales”, manifestó Sgamma, señalando que la moratoria afectaría especialmente a estados occidentales como Utah, Wyoming y Dakota del Norte, en donde Biden perdió ante el expresidente Donald Trump.
– Cumbre internacional
Estados Unidos anunciará la celebración de una Cumbre de Líderes Climáticos, organizada por Washington el 22 de abril, Día de la Tierra y también en el marco del quinto aniversario de la firma del Acuerdo de París.
El Instituto de Recursos Mundiales resaltó que la cumbre será una oportunidad para que se produzca un nuevo impulso multilateral en materia climática, tras los cuatro años de mandato de Donald Trump.
“Será una oportunidad para que Estados Unidos venga a la mesa de negociaciones junto a otros para impulsar la agenda y acelerar el paso de cara a la COP26”, explicó David Waskow. La reunión de la ONU sobre el clima que se celebrará en Glasgow a finales de este año, dijo a la AFP.
Asimismo, se espera que Estados Unidos aumente sus ambiciones medioambientales, por ejemplo previendo una reducción del 50 % de sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en comparación con los niveles de 2005.
Biden también presentará ante el Congreso un plan de 2.000 millones de dólares para el clima, con el que desea instalar de manera permanente medidas ‘verdes’ dentro de la economía estadounidense.
Frente a estos planes, aparecerá sin duda la reticencia de algunos republicanos, aunque un acuerdo entre los dos partidos es posible, según los expertos.
Durante el mandato de Trump, las agencias federales priorizaron el desarrollo energético y relajaron las normas medioambientales para acelerar los permisos de prospección, dentro del objetivo republicano de aumentar la producción de combustibles fósiles.
El expresidente Trump siempre le restó importancia de forma habitual a los peligros del cambio climático, mientras que Biden ha hecho del tema una prioridad.
“La aceleración del deshielo de los glaciares y de la banquisa, el hundimiento del permafrost (la capa de suelo permanentemente congelado) y el aumento de las temperaturas muestran la importancia de situar el clima como un elemento esencial de nuestra política exterior”, concluyó Goodman.