Los estadounidenses acudirán nuevamente a las urnas este 3 de noviembre para elegir como presidente al demócrata Joe Biden o al actual mandatario, el republicano Donald Trump, bajo un sistema electoral que contempla una elección indirecta.
El modelo electoral de Estados Unidos siempre ha sido objeto de atención cada vez que hay un comicio presidencial debido a que está basado en un modelo de elección que algunos consideran anacrónico, en donde los ciudadanos no eligen popularmente a un presidente.
Este sistema ha funcionado desde 1787 y es el que le ha permitido a los estadounidenses ejercer su derecho al voto y definir a la persona que los gobernará desde la Casa Blanca.
Los ciudadanos que acuden a las urnas votan por su candidato pero no lo eligen directamente: esa responsabilidad queda relegada a los integrantes del Colegio Electoral, que son los que tienen la última palabra sobre la persona que llegará a la Casa Blanca.
Este Colegio está conformado por 538 electores que son distribuidos proporcionalmente al tamaño de población en cada uno de los 50 estados del país. En ese sentido, la Constitución establece que el candidato presidencial ganador será el que logre reunir al menos 270 votos de este organismo.
Una de las particularidades de este sistema electoral es que el candidato que obtiene más votos se lleva a todos los electores del estado. Es decir, que si un candidato registra la mayor votación en el estado de California, se llevaría 55 votos del Colegio Electoral y así sucesivamente iría ganado estos sufragios para el cómputo final.
De esta forma, el objetivo que tienen Joe Biden y Donald Trump para ganar la elección presidencial es obtener la mayor cantidad de votos dentro de este Colegio Electoral para ser los ganadores.
Sin embargo, este sistema ha generado controversia porque un candidato no necesitaría la mayor votación en todo el país para ser presidente ya que con solo ganar en los estados que otorguen el mayor número de electores podría obtener esta investidura.
Por ejemplo, en las elecciones de 2016 la candidata demócrata Hillary Clinton obtuvo 65.8 millones de votos frente a los 62.9 millones de sufragios que registró Donald Trump. Esta votación no le garantizó a Clinton su llegada a la Presidencia ya que el candidato republicano obtuvo una mejor votación en los estados clave que otorgan el mayor número de electores.
De esta forma, Trump terminó ganando la elección presidencial al obtener 304 votos electorales frente a los 227 que alcanzó Clinton, a pesar de tener un menor apoyo popular en los comicios.
La mayoría de los integrantes del Colegio electoral son funcionarios locales electos o líderes de los partidos, pero sus nombres no aparecen en las boletas de sufragio, por lo que sus identidades son prácticamente desconocidas para los votantes.
En ese sentido, California tiene 55 miembros en el Colegio; Texas (38) Nueva York y Florida (29), mientras que los estados escasamente poblados como Alaska, Delaware, Vermont y Wyoming solo tienen tres cada uno.
Ver más: Elecciones en Estados Unidos: la carrera por la Casa Blanca de la A a la Z
Sin embargo, los estados de Maine y Nebraska tienen cada uno una variación de “representación proporcional” pero su resultado no es significativo para la elección por el número de electores que otorga.
Los estados han tenido históricamente una afinidad política hacia el Partido Republicano o Demócrata. Por ejemplo, los habitantes de Texas apoyan a los candidatos republicanos y California vota por los demócratas.
No obstante, hay unos estados denominados “pendulares” o “bisagra” que no tienen establecida una ideología política y que son clave a la hora de definir una elección presidencial por su número de electores, como Florida.
El sistema electoral de Estados Unidos contempla que la elección presidencial del 2020 se realizará el 3 de noviembre, pero algunos estados inician anticipadamente las votaciones unos días antes de esta fecha.
Las elecciones presidenciales se celebran históricamente en EE.UU. el primer martes del mes de noviembre y se realizará cada cuatro años.
Sin embargo, algunos estados permiten la votación anticipada o por correo en casos especiales y en unas fechas establecidas antes de la elección general del 3 de noviembre, por lo que millones de estadounidenses ya han acudido a las urnas en medio de la pandemia del COVID-19.
En la mayoría de los casos, es posible proyectar a un posible ganador la misma noche de las elecciones de noviembre, al terminar el conteo de la votación popular ciudadana.
No obstante, el sistema contempla que lo que define oficialmente el ganador es la votación del Colegio Electoral que se realiza a mediados de diciembre.
Para ganar las elecciones, un candidato debe recibir la mayoría de los votos electorales y en el caso de que ningún aspirante reciba la mayoría, la Cámara de Representantes elegirá al presidente y el Senado al vicepresidente.
Los votos electorales de cada Estado se contarán oficialmente en una sesión conjunta del Congreso el 6 de enero del 2021 en donde el vicepresidente, como presidente del Senado, anunciará los resultados sobre las personas que han sido elegidas como nuevo presidente y vicepresidente de los Estados Unidos.
Finalmente, el presidente y vicepresidente electo tomarán juramento el 20 de enero para ejercer su mandato por los próximos cuatro años, con la posibilidad de ser reelegidos por un nuevo periodo.
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