Aunque la ciencia nunca ha podido confirmar que los fantasmas existan, estadísticas han encontrado que solo en EE.UU. el 45% de las personas cree en la existencia de espectros y demonios.
Por siglos, diferentes culturas en el mundo han intentado explorar la vida después de la muerte; sin embargo, la explicación a estos fenómenos que nos paralizan, nos hacen sentir escalofríos o escuchar ruidos extraños, se inclina mucho más hacia el mundo de la lógica, que hacia lo paranormal.
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Los cazadores de fantasmas utilizan medidores de infrasonido para detectar presencias extrañas, pero nunca han explicado la relación real entre un espectro y la modificación de la frecuencia.
Lo que sí ha definido la ciencia, es que estas ondas que no son perceptibles para el oído humano pueden generarse por clima extremo, motores de maquinaria, ballenas e incluso ventiladores.
Otros estudios encontraron que la exposición al infrasonido puede causar sentimientos de depresión, escalofrío y la sensación de que alguien te observa o está cerca de ti.
Respirar moho o vivir en entornos que presentan condiciones de humedad dentro del hogar es perjudicial para el sistema respiratorio, pero también puede afectar el cerebro causando síntomas neurológicos como delirio o miedo irracional.
Otros estudios han analizado el poder de la sugestión, indicando que cuando escuchamos que otras personas también creen en fenómenos extraños, los aprueban o argumentan haberlos experimentado, más propensos estaremos a creer nuestras propias fantasías.
En algunos casos esa inclinación a ver, sentir o escuchar ruidos aparentemente inexplicables, no es más que placer por sentir miedo.
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Neurólogos han encontrado que el cerebro puede liberar dopamina cuando se experimenta un momento de susto y terror.
La cantidad de dopamina liberada influye en la respuesta de nuestro organismo frente a este estímulo. En algunos la reacción es evitarlo, y en otros es provocarlo, incluso inconscientemente.
Entonces para ciertas personas, dejar volar la imaginación con la posibilidad de convivir con fantasmas, aunque sea aterrador, genera un efecto eufórico que les resulta gratificante aunque no lo reconozcan.
Oliver Sacks, neurólogo y autor del libro ‘Alucinaciones’, explicaba en sus teorías que en muchas ocasiones creer ver, escuchar o sentir un ser fallecido, hacía parte del proceso de duelo.
Dicha situación más allá de provocar ansiedad, podía generar calma y ayudar a sanar el dolor por la pérdida del ser querido.
Muchas teorías concluyen que el optimismo frente a la existencia de los fantasmas, no es más que nuestro deseo de creer que en realidad existe algo más allá de la muerte.
Una especie de negación a aceptar el final de la vida.
Así que aunque los fantasmas no existan, no significa que no puedas ver uno.
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