La temporada de beisbol profesional venezolano 2019-2020 comenzó sin la presencia de peloteros nacidos en Estados Unidos por una prohibición de Major League Baseball (MLB) ante las sanciones del gobierno de Donald Trump al régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, un estadounidense acaparó toda la atención en la jornada inaugural que se jugó en el Estadio Universitario entre Leones del Caracas y Tigres de Aragua: el dólar.
La moneda norteamericana compra (casi) todo lo que está disponible en el estadio, desde el pago del estacionamiento hasta una cerveza servida en el asiento. Solo dos ítems se resisten a sus verde “encanto”: la boletería y las cotufas.
Del criollo “soberano” lo único que quedan son números en pizarra. Todos los precios son exhibidos en bolívares, pero pronunciados en dólares.
Ir al estadio en Venezuela amerita una logística en la que casi siempre se olvida el estacionamiento, de ir en vehículo propio. Desde que inició la escasez de efectivo, esto representa un dolor de cabeza porque los montos siempre exceden el expendio diario que puede proporcionar un banco o cajero.
Ingresar al estructural del Universitario cuesta 20.000 BsS o un dólar, según la joven de la taquilla que pacientemente esperaba a que la señal del celular corriera para hacer efectivo un pago a través de transferencia.
La administración que hace posible el uso de estacionamiento estaba haciendo una prueba el primer día de temporada con el pago móvil y las transferencias “porque aquí abajo nunca hay señal y eso retrasa la entrada”, pero el jueves (día del primer Caracas-Magallanes de la temporada), solo aceptarán efectivo.
“Traiga su billete de 20 bolívares o 1 dólar”, dijo.
La previa al ingreso está lleno de kioscos que venden las réplicas de los uniformes de temporadas nuevas y viejas de los distintos equipos, más puestos de comida y algunas bebidas de “predespacho”. Preguntar por una camisa o una gorra genera, siempre, una respuesta en dólares.
“10 dólares las juveniles y 15 las de adulto. 10 dólares las gorras”, exclama una de las dependientas en uno de los toldos más grandes, a escasos pasos de la entrada.
A finales de la temporada pasada comenzaron, tímidamente, a aceptar divisas. Este año es la moneda común, porque “si no haces dólares no haces nada”, replicó la vendedora.
Igual pasa con la reventa. Golpeada por la baja asistencia (en el partido inaugural pagaron entrada 3.373 personas o 16% de la capacidad total del coso de Los Chaguaramos), prefiere vender bajo y aceptar cualquier moneda en efectivo porque “es más sencillo tranzar con el cliente, ¿me entiendes?”, espetó “El Luso”, quien dijo verse sorprendido por la baja asistencia al primer partido de la temporada tras 10 años en el estadio.
La historia se repite ya a la hora de entrar: comidas, bebidas, uniformes y hasta chucherías tienen ya sus precios en dólares. Todos orales, eso sí. Nada escrito, como un acuerdo tácito en un país en el que ya más de la mitad de las transacciones se realizan en la moneda de Estados Unidos, de acuerdo a un estudio de Ecoanalítica.
Pero no todos confían. Iván Rodríguez se gana la vida vendiendo cervezas desde el palco, una zona que “gracias a Dios” siempre llegan fanáticos. La fluctuación del dólar en la cotidianidad del venezolano es algo que incomoda al vendedor, quien aseguró que prefiere recibir “soberanos” porque “yo no sé nada de eso, si me meten un billete falso ¿cómo lo verifico? No conozco nada de eso”.
Él es uno de los pocos vendedores que no trabajan con divisas. Sin embargo, quedó dispuesto a recibir la propina “en efectivo” de cualquier origen. “Lo que nos quieran pagar a nosotros en efectivo, nos lo pagan es a nosotros, la ganancia es de nosotros”.
Si el consenso es aceptar dólares en las transacciones, donde no hay acuerdo es la tasa a utilizar. En el Universitario el sistema de bandas sí funciona, con un precio que fluctuaba entre 18.200 y 25.500 para la fecha visitada. La guía es arbitraria, aunque en muchos casos, los indicadores consultados por Instagram o Twitter son seguidos casi con una disciplina pretoriana.
“La tasa que tengo es la que acepto en mi negocio”, dijo uno de los dueños de un carro de perros calientes del lado de primera base que se estrena este año en el estadio. Los precios pueden variar, además, por la falta de billetes de uno y cinco dólares y para facilitar las transacciones. Así, 120.000 bolívares el 5 de noviembre se convertían en 5 dólares porque exigir un pago de 1.000 bolívares implica una logística que retrasa las compras. Igual, como asegura “con el dólar nunca hay pérdida”.
Cinco es el número no-oficial. ¿Hamburguesa? cinco dólares ¿Gyro griego? cinco dólares ¿Burrito? mismo precio.
En muchos locales, las transacciones no se amoldan al billete que presenta el comprador. Diez dólares son dos hamburguesas o nada porque no hay cambio. Comprar una paleta de helado de un dólar, sólo se puede hacer si tiene a la mano el billete con la cara de Washington porque “no hay vuelto, miamor“.
Freddy López* es un fanático consolidado del Caracas, que resaltó con orgullo que la temporada pasada asistió a 31 de los 32 juegos que se disputaron. Encontró el estadio “un poquito más vacío” pero su optimismo le ganó al agregar que está “igual de divertido”.
Mientras pedía ocho cervezas resaltó que, sorpresivamente, encontró los precios más económicos que el año pasado en relación al dólar, tanto en el licor como en la comida.
“El año pasado, el primer día de la temporada, una cerveza era el equivalente a un dólar, hoy está un poquito más bajo, es como $0,75”.
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Donde no hay rebajas es en la mercancía oficial del equipo de casa. En la tienda de los Leones del Caracas, un uniforme que cuesta 3.172.216 bolívares (unos 21 salarios mínimos) que se cotizan, al cambio, en 133 dólares americanos (a 23.800 bolívares por dólar). La réplica oficial del uniforme de los campeones de la Serie Mundial, los Nacionales de Washington, se puede comprar por 115 dólares en la tienda de MLB.com.
El más popular de los ítems vendidos, la gorra, también sufre de delirio de inflación: adquirir una del Caracas cuesta 1.359.521 bolívares, o 57 dólares al cambio. Sus pares de las Grandes Ligas se cotizan, en las tiendas oficiales, por debajo de los 40 dólares.
La publicación, el mismo martes, de la Licencia 34A, abre la posibilidad del regreso del talento afiliado a MLB a los diamantes venezolanos, que vieron formarse figuras como Pete Rose, Greg Maddux o Barry Bonds. Pero desde ya, la 2019-2020 está marcada por un “gringo” que parece haber llegado para quedarse.
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