Esta es una historia de ausencias, de grandes peloteros venezolanos ausentes en la historia del Clásico Mundial de Beisbol.
Carlos Valmore Rodríguez
Estamos en año de cuenta regresiva hacia el quinto Clásico Mundial de Beisbol, el único torneo internacional de pelota que sedujo a la aristocracia del juego. En marzo próximo, los uniformes de los grandeligas serán mapas de países.
Venezuela es miembro fundador del Clásico y ha logrado empadronar a casi todas sus estrellas de los últimos quince años para alguna de las cuatro ediciones anteriores. ¿Casi todas? ¿Es que acaso faltó alguien?
Pues sí, hubo jugadores criollos con sobrados créditos para pertenecer a la armada nacional que nunca se arroparon con la bandera. En América Digital hemos identificado a cinco grandes peloteros venezolanos que pudieron haber jugado el Clásico Mundial, por haber coincidido el pináculo de sus carreras con la invención del certamen, pero que, por diferentes razones, jamás lo hicieron.
Solo por aclarar: no aplican para la lista glorias del pasado como Luis Aparicio, David Concepción, Alfonso Carrasquel, Antonio Armas, Jesús Marcano Trillo, Víctor Davalillo, Andrés Galarraga o Wilson Álvarez. Ellos prexistieron al Clásico. Tampoco aplica la experiencia para jugadores como Eugenio Suárez, Willson Contreras o Ronald Acuña, que no han tenido la vivencia, pero aún pueden tenerla. Nos referimos a quienes convivieron con el Clásico, mas nunca lo trataron. Ni lo tratarán, al menos no como personal activo.
El único pelotero capaz de combinar mil hits, noventa jonrones, 500 remolcadas y .300 de promedio durante su estadía en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional murió sin jugar un Clásico Mundial. Y tenía con qué. Un año antes de las ediciones correspondientes a 2006 y 2009, Castillo había sido regular en las Grandes Ligas. Y en la LVBP bateó hasta su último aliento, pese a lo cual El Hacha nunca logró atravesar el roster Vinotinto.
Guste o no el personaje, Alex Cabrera tenía cómo reclamar un asiento en el vuelo de Venezuela con destino a los clásicos mundiales. Le hubiera inyectado potencia al lineup al menos en tres ediciones: 2006, 2009 y 2013.
En 2006, una diatriba entre Cabrera y el mánager Sojo enrareció el ambiente previo al Clásico. Cabrera se sentía con derecho a ser titular, como designado o inicialista. Lo respaldaban los 209 jonrones que había disparado entre las cinco temporadas anteriores del beisbol japonés, que a escala mundial solo es superado en calidad por las Grandes Ligas. Pero para esos puestos Sojo priorizaba a los bigleaguers: Carlos Guillén, Víctor Martínez, Ramón Hernández, todos titulares en sus clubes del Big Show. La discrepancia se ventiló en los medios, hubo fuego cruzado y Cabrera quedó fuera, junto a los 36 bambinazos que había sonado el año anterior con los Leones de Seibú.
En 2008 Cabrera ya tenía 36 años de edad, pero sacó 39 pelotas en el circuito nipón. Su candidatura fue desestimada. Para los puestos de inicialista y designado Sojo y el comité organizador preferían a Miguel Cabrera y Carlos Guillén, quien venía de hacer el equipo de estrellas de la Liga Americana dos veces seguidas. Venezuela llegó a semifinales. Nunca llegó tan lejos como hace once años.
En 2013 a Cabrera todavía le quedaba mecha, pero ya tenía 40 años de edad y, nuevamente, se priorizó a los grandeligas, aunque a ese Clásico asistió Mario Lisson luego de su explosiva temporada en Venezuela. En 2013 se registró la peor participación del país en esta competencia.
El beisbol japonés, siempre receloso de los gaijines (extranjeros) sentó a un venezolano en su Trono del Crisantemo: Alexander Ramírez, uno de los mejores importados, si no el mejor, que haya pasado por la NPB. Para los amantes del beisbol nipón, Ramírez es Ramichan , apodo que denota reverencia y simpatía.
Entre 2003 y 2005, Ramírez hilvanó una cadena de tres temporadas seguidas con al menos treinta vuelacercas con las Golondrinas de Yakult. Eso lo colocaba en línea para engrosar la nómina venezolana del Clásico Mundial. Pero en líneas generales, los administradores venezolanos del Clásico han tendido a soslayar a las estrellas criollas del beisbol japonés. Ramírez quedó al margen.
En 2008, Ramírez despachó 45 jonrones, remolcó 125 carreras, bateó .319 con .373 de porcentaje de embasado para los Gigantes de Yomiuri y ganó el premio al Más Valioso de la Liga Central. ¿Qué más se le podía pedir a Ramichan para estar en el Clásico de 2009? Pues jugar en las Grandes Ligas, como Bob Abreu, Magglio Ordóñez, Gregor Blanco, Gerardo Parra y Endy Chávez, los jardineros seleccionados por la gerencia y el cuerpo técnico.
En 2012, Ramírez chocó para .300 con 19 jonrones. Pero si no lo llevaron metiendo 45 en las gradas, menos lo iban a hacer botando 19.
Uno de las más finos campocortos venezolanos de cualquier época jamás pudo sincronizar relojes con el Clásico. Alex González ansiaba formar parte del primer equipo venezolano en ese torneo, aún a sabiendas de que la titularidad en el shortstop le correspondía a Omar Vizquel, capitán de aquella novena. Su exclusión del roster fue uno de los tantos episodios ríspidos que han caracterizado la construcción de cada una de las escuadras nacionales en el CMB.
González aseguró en una entrevista al periodista Luis Enrique Rangel que, estando en el campo de entrenamiento de los Medias Rojas de Boston en Fort Myers (localidad bañada por las aguas del Golfo de México y al suroeste del estado de Florida) se comunicó con el mánager Luis Sojo para preguntarle si estaba adentro. “Recuerdo que Luis me dijo que sí”, dijo González. “Me informó cuál era el hotel y que el equipo me esperaba en Clearwater”.
González atravesó de oeste a oeste la península de Florida hasta llegar a su casa para empacar y viajar a Clearwater, ciudad ubicada en la bahía de Tampa. “Pero en la mañana, cuando tenía todo listo, escuché un mensaje en mi celular en el que Sojo decía que se había reunido con los coaches y habían decidido dejarme fuera. Hasta el sol de hoy no sé por qué”. Esa entrevista la concedió González hace más de diez años. Una fuente del comité organizador de entonces asegura que González sí estaba en los planes, pero que él no quiso ser suplente.
Y motivos para incluirlo había. Venía de ser el paracorto regular de los Marlins de Florida y lo iba a ser en los Medias Rojas de Boston. Estaba sano. Días antes del episodio por él descrito había anotado la insólita carrera con la que los Leones del Caracas se coronaron campeones de la Serie del Caribe Maracay-Valencia 2006 y levantaron un ayuno de 16 años sin títulos para los monarcas del beisbol venezolano. Pero el Clásico de 2006 lo dejó varado en el muelle.
En 2009 fue su cuerpo quien lo bajó del Clásico. Una muy inoportuna lesión en la rodilla izquierda que requirió cirugía a mediados de 2008 lo hizo inelegible para la segunda versión de la competición. Y todavía era seleccionable, pues contaba 32 años de edad y se mantenía como torpedero principal en las mayores. Para 2013 su candidatura se había desinflado: había cumplido 36 almanaques y solo participó en 29 partidos como bigleaguer el año anterior. Por delante de él estaban Elvis Andrus, Asdrúbal Cabrera, Omar Infante y Marco Scutaro.
Venezuela no pudo vestir de Vinotinto a quien posiblemente sea su mejor jardinero central de todos los tiempos. Franklin Gutiérrez debió ser el centerfielder titular en el equipo que representó al país en 2009. En ese roster no había un patrullero central con la categoría que él tenía para aquel año.
Mientras Endy Chávez venía de tomar 270 turnos con los Mets de Nueva York en 2008, y Gregor Blanco luchaba esa primavera por hacer el equipo con los Bravos de Atlanta, “Guti” ya era patrullero titular de los Indios de Cleveland y se aprestaba a ser el jardinero central primario de los Marineros, con quienes tuvo 565 veces al bate aquel año.
Por desdicha, Gutiérrez y el Clásico nunca congeniaron. En 2006 todavía estaba muy crudo y tipos como Endy iban delante de él en la fila. Para Gutiérrez tampoco era negocio ir a sentarse en el banco con Venezuela cuando podía pelear un espacio en el equipo grande de los Indios. En 2009 estaba llegando a los Marineros y esa era su prioridad. Y a partir de 2011 comenzó el calvario de lesiones que solo le permitieron jugar de manera intermitente. En 2013 estaba en los planes de Venezuela, pero los Marineros bloquearon su concurso por estar convaleciente.
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