Iker Casillas se retira. Deja oficialmente los gramados, los postes, travesaños y redes. Y no tiene nada que lamentar. Si hubiese dicho adiós hace cinco años su figura sería tan reverenciada como lo es actualmente. Es parte del altar del fútbol. Hizo milagros delante de millones, tiene feligresía y sagradas escrituras que reseñan sus salvadas. Incluso antes de irse, Casillas fue beatificado: El Santo lo llamaron en España y también en el mundo.
Con 39 años, siendo uno de los mejores porteros de la historia, quizás no se retiró como soñaba. Tal vez quería decir adiós arropado por los aplausos del Santiago Bernabéu del Real Madrid o del Estadio do Dragao del FC Porto. Lo tuvo que hacer desde la inactividad. Casillas fue un arquero de corazón; no tan alto, ni corpulento como otros; no tan ceñudo e intimidante como Kahn; pero siempre tuvo reflejos y corazón. Es irónico que precisamente eso –su corazón- fue lo que lo sacó definitivamente de los campos: sufrió un severo infarto en mayo de 2019.
Pero si un Santo le dio tantos milagros a la vida, ésta le tenía que corresponder de la misma forma. Iker Casillas se recuperó y, aunque eso lo retira un año después, demuestra nuevamente que es un hombre –mejor dicho un beato- de un corazón enorme.
Casillas no es considerado uno de los mejores porteros de la historia por mero romanticismo, ni tampoco por el fanatismo que usualmente acompaña a una figura santa. Lo argumenta con todos sus logros en el fútbol. Fue cinco veces campeón de la Primera División de España con el Real Madrid; pues sí: como buen ente bienaventurado, su alma fue blanca (por el merengue madridista). Levantó tres Supercopas de España, dos Copas del Rey, tres trofeos de Liga de Campeones, dos Copas Intercontinentales y un Mundial de Clubes, solo por nombrar los logros más importantes con el Madrid.
Pero Iker Casillas no se retira solo con victorias madridistas. Fue un ganador. Compitió y triunfó en una Primeira Liga y una Supercopa de Portugal con el FC Porto. Además de la liga y la Copa de Portugal que ganó el equipo mientras él veía todo desde el banco, con un corazón roto, pero recuperado.
Además de todas esas reliquias santas, lo que llevó a Casillas a estar en la sagrada corte de los mejores porteros de la historia, fueron sus milagros con la selección de España. Fue el protagonista y capitán de las Eurocopas 2008 y 2012, así como el Mundial de Sudáfrica 2010. Desde Madrid hasta Barcelona, de Bilbao a Sevilla, y más allá de las fronteras de España, su nombre recibe alabanzas.
Iker Casillas se retira, pero deja momentos inolvidables. Estos son cinco hechos milagrosos de ‘El Santo’:
El corazón de Iker palpitó con fuerza en las grandes canchas apenas salía de la adolescencia, cuando solo soñaba con ser uno de los mejores porteros de la historia. Siendo un juvenil, le tocó ser el portero titular del Real Madrid en la final de la Champions 1999-2000, contra el Valencia de Santiago Cañizares, el mejor arquero de España por aquellos años. Iker y el Madrid lo lograron. Ganaron 3-0 en París.
El portero César Sánchez se lesionó durante la final de la Liga de Campeones 2001-2002, contra el Bayer Leverkusen. El Real Madrid necesitaba del joven Iker, pues los alemanes se encimaron después de entender que la media bolea de Zinedine Zidane tenía tintes mortales. Casillas entró a los 68 minutos, sacó hasta al alma del Leverkusen de la portería. Tenía 21 años y, junto a Zidane (el mejor del mundo en esos años), fue una de las razones de la victoria del Real Madrid. Iker Casillas se retira, pero deja obras de arte como esa del 12 de mayo de 2002 en Glasgow.
En la Eurocopa 2008, España se topó en cuartos de final contra Italia, selección que fue campeona del mundo dos años antes. El destino se confabuló para que ese juego fuese un cese de testigo. Iker Casillas contra Gianluigi Buffon en la tanda de penales a muerte; capitán contra capitán; dos de los mejores porteros de la historia. Ganó Iker, con dos paradas contra Daniele De Rossi y Antonio Di Natale. España se tituló en esa Euro, contra Alemania, y fue el comienzo de los ocho años de dominio de La Roja.
A los 60 minutos de juego en la final del Mundial 2010, Arjen Robben quedó solo contra Iker Casillas. El holandés tenía en sus pies la justicia para la Naranja Mecánica; con todo a favor –por ser uno de los atacantes más certeros de su época-, fue directo al arco, engañó al portero y disparó. Casillas sacó el balón con el último recurso que le quedaba: uno de sus pies. El milagro más grande de San Iker había ocurrido y delante de millones de personas. España se tituló campeona con gol de Andrés Iniesta en prórroga y, aunque hoy se retira, Iker Casillas se ungió como una leyenda santa.
Lejos del glamour del Real Madrid, y con sus hazañas con España ya escritas en piedra, Iker Casillas llegó en 2015 al FC Porto. Aunque sus años mozos habían pasado, luchó y ganó. Fue un portero vital para que el club obtuviera la Primeira Liga de 2017-2018 y volvieran al tope del país. Esa fue la tapa del frasco de la carrera de Iker, definitivamente uno de los mejores porteros de la historia.
América Digital
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