Guadalupe Porras es una de esas personas que está rompiendo esquemas de género en el fútbol. Se ha convertido en una figura de tesón ejemplar en el balompié ibérico y también en toda Europa. Su nombre hace historia. Es la única jueza en la Primera División masculina de España, algo que ella espera le abra el camino a más mujeres en la profesión.
Antes de ser árbitra de fútbol, la nacida en Madrid hace 33 años quería ser jugadora. En una entrevista con El País recuerda que desde los seis años ya se mostraba atraída por el balompié y se unía a los niños para jugar. Ella no iba aceptar que alguien le dijera que por ser una niña no podía correr detrás de un balón.
“De pequeña me apasionaba el fútbol. Jugaba en la calle y en mi colegió, aunque tuve ese problemilla con el director. Pero mi madre siempre me ayudó a hacer lo que yo quería, que era jugar”, cuenta Guadalupe Porras, quien se desempeña como jueza de línea en LaLiga, pero que también fue parte del ejercito de España durante nueve años.
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Como árbitra ha roto esquemas de género establecidos en el fútbol. Ella se convirtió la semana pasada en la primera mujer española en ser jueza internacional. Lo hizo durante un partido de la Europa League entre el LASK de Austria y el Ludogorets de Bulgaria. Eso era lo que ella quería, estar cerca de la acción, del fútbol, del deporte que le apasiona.
A los 16 años, después de comenzar a jugar fútbol en Badajoz, un familiar le recomendó instruirse como árbitra. Allí el destino cambió para Guadalupe Porras. Ya para los 19 años era jugadora, jueza y también estaba cerca de ingresar al ejercito y especializarse en la lucha contra amenazas biológicas y químicas, así como en comunicaciones. Hoy solo es árbitra, y tiene poder sobre algunos de los mejores equipos del mundo. Sin embargo, ella considera que todavía la sociedad no acepta del todo a una mujer en el fútbol.
“No está visto con normalidad. Todavía queda mucho camino. En la Federación y en el Comité se ve como algo normal, pero afuera de este contexto, no. Tiene que haber más visibilidad”, dice la árbitra de fútbol. “Ser árbitra me ha hecho ser la persona que soy, aprender los valores, el respeto. Eso es lo mejor, lo que me ha formado. ¿Lo peor? Momentos duros, como no lograr un ascenso. Pero yo lo malo lo he convertido en bueno. Ha sido caer para volverme a levantar”.
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