Al árbitro argentino Carlos Espósito le tocó pitar uno de los juegos de más tensión en la fase final de la Copa Libertadores en 1989, pero esa no era la parte difícil, pues lo complicado fue lidiar con Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye, quien fue uno de los capitanes del Cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar Gaviria.
De acuerdo con lo que contó Espósito al programa “Un buen momento”, de la Radio La Red, la terna arbitral argentina viajó a Medellín para impartir justicia en el duelo de vuelta entre Atlético Nacional y Danubio de Uruguay, en las semifinales de la Libertadores 1989. Desde que llegaron a la ciudad colombiana, Espósito y sus colegas, Juan Bava y Abel Gnecco, notaron tensión y ambiente de peligro.
El árbitro argentino contó cómo antes de tener su encuentro con Popeye, dos colegiados colombianos (los cuales no quiso identificar) los llevaron del aeropuerto a la ciudad de Medellín, y en el trayecto le señalaban los lugares en los que habían sido arrojados los cuerpos de árbitros que no habían aceptado sobornos del cartel.
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Si bien ya era intimidante la situación, el peor momento lo vivió Espósito en el hotel, un día antes del juego entre Atlético Nacional y Danubio, que disputaban un pase a la final de la Libertadores de 1989. A la habitación que compartía con los otros árbitros entraron hombres armados, con Popeye a la cabeza.
“Entraron cuatro, uno con ametralladora. A Gnecco le pusieron una pistola en la cabeza. Y detrás de ellos entró el famoso Popeye, bien vestido con traje y corbata, y una maleta”, detalló el árbitro. “Abrió la maleta, y nos dijo muy tranquilo: ‘muchachos, aquí hay 250 mil dólares. Son de ustedes. Llévenselos. Saldrán de Colombia sin problemas’. Nos miramos los tres allí mismo. Le dije: ‘mira nosotros acá vinimos a trabajar como corresponde’. El tipo agarró el maletín, lo cerró y nos dijo: ‘escúchenme, la vida de ustedes acá no vale nada, y en Buenos Aires nos puede costar mil dólares cada uno’”.
Después del encuentro los hombres dejaron a los árbitros en la habitación. A Espósito se le ocurrió la idea de huir, pero eran vigilados por los hombres del cartel. De todas maneras emprendieron el viaje al Atanasio Girardot, y por suerte para ellos el Atlético Nacional venció 6-0 al Danubio, pasó a la final y levantó la Libertadores 1989 tras derrotar al Olimpia de Paraguay en penales.
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