La pandemia del COVID-19 ha hecho que algunos términos utilizados por los científicos, como la eficacia, para investigar y desarrollar vacunas se hayan vuelto parte de la cotidianidad en los anuncios de las compañías farmacéuticas y los gobiernos.
En ese sentido, las vacunas que ya se vienen aplicando cumplieron con unas fases de investigación en las que no solo se evaluó la seguridad de estos biológicos sino también la eficacia expresada en un porcentaje, la cual es el es el principal factor de evaluación de las nuevas vacunas contra el COVID-19.
- Pfizer / BioNTech (95 %)
- Moderna (94%)
- Sputnik V (91.6 %)
- AstraZeneca ( 60 % – 82 %)
- Sinopharm (79.3 %)
- CanSino (65,7%)
- Sinovac (55%)
– ¿Cómo se mide la eficacia de las vacunas?
Los expertos han explicado que cuando se dice que una vacuna tiene una eficacia de X% para combatir el COVID-19 significa que reduce de X% el riesgo de contraer la enfermedad, según los cálculos de sus fabricantes basados en los ensayos clínicos.
Entre las decenas de miles de voluntarios de los ensayos, una parte recibe la vacuna y otra un placebo. Durante el ensayo, todos llevan una vida normal y algunos de ellos contraen naturalmente el COVID-19. Si la vacuna es eficaz, el número de personas contagiadas será menor entre los participantes vacunados.
Por ejemplo, la vacuna rusa Sputnik V tiene una eficacia del 91,6 % contra las manifestaciones sintomáticas del virus, según los resultados publicados el 2 de febrero en la revista médica The Lancet.
Los investigadores rusos determinaron este porcentaje puesto que 16 voluntarios de los 14.900 que habían recibido las dos dosis de la vacuna fueron diagnosticados positivos al COVID-19, frente a los 62 de los 4.900 que recibieron un placebo.
Las vacunas más eficaces contra el COVID-19 hasta ahora son las de Pfizer/BioNTech y de Moderna (95% y 94,1%, respectivamente), las cuales utilizan la tecnología pionera de ARN mensajero.
– ¿De qué depende la eficacia?
De acuerdo con los expertos, la eficacia depende de varios criterios como la manera en que se desarrolló la vacuna y la forma en que se administra (dosis- periodo de tiempo).
Por ejemplo, la compañía AstraZeneca y su socio, la Universidad de Oxford, afirmaron que la eficacia de su vacuna varía en función de cómo se aplican las dosis.
“La eficacia alcanza 82,4% con un intervalo de 12 semanas o más entre ambas dosis, frente a 54,9 % para menos de seis semanas”, según un estudio publicado el 1 de febrero.
La Agencia Europea de los Medicamentos (EMA) determinó al autorizar esta vacuna de AstraZeneca el 29 de enero que tiene una eficacia de “alrededor 60%” con un intervalo de entre 4 y 12 semanas.
La gravedad de la enfermedad también puede ser un factor sobre la eficacia de las vacunas. Por ejemplo, los desarrolladores de la vacuna de Johnson & Johnson han revelado que su eficacia general es del 66%, pero los especialistas destacan el hecho de que puede aumentar al 85% cuando se trata de prevenir las manifestaciones graves del COVID-19.
Los científicos se preguntan y están evaluando si sería posible aumentar la eficacia de la vacunación utilizando para la segunda dosis un antígeno diferente al primero.
La Universidad de Oxford acaba de lanzar un estudio con 820 voluntarios mayores de 50 años para probar esta hipótesis con las vacunas de Pfizer/BioNTech y de AstraZeneca.
¿La eficacia contra las variantes?
La aparición de nuevas mutaciones del COVID-19 encendió las alarmas de los científicos ante la posibilidad de que las vacunas perdieran su eficacia para combatirlas, tal y como ha ocurrido con algunos biológicos.
Precisamente, los científicos observan con preocupación la variante sudafricana, puesto que una de sus mutaciones, llamada E484K, es susceptible de volver menos eficaces las vacunas.
El gobierno de Sudáfrica decidió utilizar la vacuna de Johnson & Johnson, todavía no autorizada en Europa y Estados Unidos, antes que la de AstraZeneca, después de que un estudio cuestionara su eficacia contra esta variante.
Los análisis con 2.000 personas evidenció que la vacuna de AstraZeneca solo ofrece una “protección limitada contra las manifestaciones moderadas de la enfermedad producida por la variante sudafricana entre los jóvenes adultos”.
Ver más: La mutación del COVID-19 que ha generado alerta porque pone en duda la eficacia de las vacunas
Sin embargo, muchos expertos alertaron que no es bueno sacar conclusiones definitivas y la OMS pidió utilizar esta vacuna “incluso si se da la presencia de variantes”.
“El estudio es preocupante, pero presenta limitaciones importantes”, indicó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS al referirse al número reducido de participantes y el hecho de que estos eran jóvenes y en buen estado de salud y por tanto no representativos de la población general.
Por su parte, Pfizer/BioNTech publicaron un estudio en la revista Nature Medicine que señala que su vacuna es eficaz in vitro contra las principales mutaciones de las variantes británica y sudafricana.
Moderna indicó que su vacuna es eficaz contra la mutación británica y en menor medida contra la sudafricana, por lo que desarrollará una segunda dosis específicamente dirigida contra esta última variante.
Un estudio publicado en Nature concluyó no obstante que las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna pierden una parte “reducida pero significativa” de su eficacia ante las variantes.
“Podría ser necesario modificar periódicamente las vacunas de ARN mensajero para evitar una pérdida de eficacia”, concluyen los autores, al destacar que la tecnología con la que fueron desarrollados estas vacunas facilitaría su adaptación a las nuevas variantes..
¿Las vacunas son eficaces para quién?
Los estudios realizados por las compañías farmacéuticas generalmente utilizan varios grupos poblaciones y con diferentes edades para evaluar si la eficacia de las vacunas puede variar.
En ese sentido, uno de los principales retos ha estado enfocado en establecer si estas vacunas son igualmente eficaces entre las personas mayores, puesto que la respuesta inmunitaria disminuye con la edad.
En especial, existen dudas sobre la vacuna de AstraZeneca y varios países europeos solo la administran a las personas menores de 65 años o incluso 55, debido a la falta de datos sobre la eficacia en este población.
Ver más: La vacuna de Pfizer podría neutralizar tres variantes del COVID-19, según estudio
Sin embargo, la OMS validó que este antígeno también es válido para esta franja de edad para combatir la enfermedad del COVID-19.
Otro de los temas sobre los que hay bastante incertidumbre es si las vacunas impiden la transmisión de la enfermedad en las personas que ya han sido inmunizadas.
Asimismo, la duración de los anticuerpos también es una incógnita y algunas farmacéuticas han hablado de una ventana preliminar de hasta seis meses pero solo el tiempo podrá determinar si el nivel de inmunidad disminuirá con el paso de los meses o si esta persiste en la población vacunada.
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