De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, docenas de equipos de científicos e investigadores en todo el mundo trabajan en el desarrollo o en las pruebas de vacunas contra el coronavirus. El 16 de junio, la OMS señaló que había más de 120 vacunas candidatas para el COVID-19.
No obstante, el coronavirus sigue avanzado y, a la fecha, ya alcanza los 8.397.036 infectados en todo el mundo. Por lo que la carrera de la salud mundial contra la pandemia sigue estando en el limbo.
La directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, descarta la posibilidad de obtener una vacuna durante este año. Según explicó, podrían transcurrir entre 10 o 12 meses para el desarrollo y distribución de una vacuna contra el coronavirus. No obstante, afirma que otros tratamientos para el COVID-19 podrían ser funcionales.
Sin embargo, la industria farmacéutica y el sector científico continúan trabajando para producir pronto una vacuna contra el coronavirus. Mientras la atención del mundo está fijada en el desarrollo de una cura, de lado hay incertidumbre sobre los desafíos y las prioridades que se darán cuando se logre obtenerla.
Las vacunas son preparaciones biológicas con la capacidad de generar inmunidad contra una enfermedad. Esto es posible a través de la estimulación de producción de anticuerpos dentro del organismo.
Usualmente, las vacunas se basan en el microorganismo patógeno, ya sea bacterias o virus, muerto o debilitado; sus toxinas o una de sus proteínas de superficie.
Así las cosas, lo que hace la vacuna es estimular el sistema inmunológico para que sea capaz de reconocer al agente patógeno como una amenaza y destruirlo; a esto se le conoce como ‘memoria inmunológica’. Las vacunas se usan de manera profiláctica, es decir, para prevenir o mitigar el daño generado por infecciones futuras.
De acuerdo con expertos, desarrollar una vacuna viable y eficaz puede tardar entre 12 o 18 meses. Esto demostraría que aún falta camino para obtener una vacuna posible contra el coronavirus.
Las vacunas deben atravesar una serie de fases, unas más lentas que otras, lo que implica que lleve tiempo en su desarrollo. Ahora bien, el desarrollo de una vacuna, incluso, puede extenderse por varios años y hasta décadas.
Previo a postular una vacuna candidata, existe una fase 0 o también conocida como fase preclínica. En esta se hacen pruebas in vitro y en animales.
Durante la fase preclínica, la candidata debe demostrar que es segura y efectiva en animales. Una vez superada esta prueba, podrá pasar al estudio clínico. Durante este estudio, también deberá atravesar por otras fases de prueba, estos son hechos en humanos.
Aunque la OMS habla de unas 128 vacunas candidatas, no hay certeza de cuándo podría estar lista una vacuna contra el coronavirus. El objetivo es que esté lista a principios de 2021.
Precisamente, en el marco de la Operation Warp Speed (OWS, Operación Velocidad Estelar), el gobierno estadounidense indicó que tiene como objetivo distribuir 300 millones de dosis de vacunas para enero de 2021; invirtiendo en capacidad de fabricación para aliviar el riesgo financiero de las compañías farmacéuticas.
Según indicó la OMS el 16 de junio, a la fecha hay 128 proyectos que estarían trabajando sobre una posible vacuna en fase preclínica. Además, mencionó otros once estudios que ya estarían en fase clínica, con pruebas en humanos.
De estar lista la vacuna contra el coronavirus, Estados Unidos, por ejemplo, planea dar prioridad a las personas mayores; a quienes también tengan afecciones preexistentes y a los trabajadores esenciales.
Precisamente, entre uno de los desafíos que enfrenta hoy el desarrollo de una vacuna está el garantizar la protección de los adultos mayores. Las personas mayores de 50 años tienen un riesgo más grave para COVID-19. No obstante, esta población, generalmente, no responde a las vacunas tan bien como la gente más joven. En ese sentido, una vacuna ideal contra el coronavirus deberá funcionar eficazmente en los adultos mayores.
Por otro lado, las autoridades sanitarias también ha advertido que la población beneficiada de una vacuna depende de los resultados de los ensayos clínicos. Esto debido a que algunas podrían resultar más seguras y efectivas para ciertos perfiles demográficos.
Sin embargo, también hay una alerta internacional en saber si los países que desarrollen la vacuna podrían poner los intereses nacional en primer lugar, y no a nivel mundial.
Junto al desarrollo de una vacuna, otro desafío para el mundo en medio de la pandemia es producir suficientes vacunas para abastecer al mundo.
Otra de las preocupaciones de los expertos es el desconocimiento alrededor de cuántas compañías farmaceúticas estarían en la capacidad de producir dosis a gran escala; por lo menos, lo suficiente para cubrir la demanda de personas. De hecho, advierten que podrían haber dificultades para conseguir los volúmenes necesarios en todo el mundo.
Thomas Cueni, Director General de la Federación Internacional de Fabricantes de Productos Farmacéuticos (IFPMA) le dijo a CNN: “Al final del día puedes tener una vacuna, pero luego descubres que no tienes suficientes ampollas. El cuello de botella podría estar al final de la cadena de suministros”.
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