En su editorial del 20 de agosto, César Miguel Rondón se pregunta:
¿Creería usted que el mundo está dirigido por una camarilla de pedófilos adoradores de Satanás que conspiran contra Trump mientras operan una red mundial de tráfico sexual de niños? ¿Sabe usted que los supuestos pedófilos incluyen a Hillary Clinton, Barack Obama y George Soros, varios artistas y celebridades de Hollywood como Oprah Winfrey, Tom Hanks, Ellen DeGeneres y figuras religiosas como el Papa Francisco y el Dalai Lama?.
¿Se los imagina usted a alguno de ellos abusando sexualmente de niños, asesinándoles y comiéndoselos para extraer de su sangre un químico que prolonga la vida? ¿creería usted que Donald Trump, el actual presidente de Estados Unidos, fue reclutado por los principales generales militares para postularse a la presidencia en 2016 con el fin de romper esta conspiración criminal de pedófilos, poner fin a su control de la política y los medios de comunicación y llevar a sus miembros ante la justicia?. ¿Piensa usted que hay algo de lógica en eso?
Lo que acabo de mencionar son algunas de las ideas que profesan los seguidores y divulgadores de Qanon, el término general para un extenso conjunto de teorías de conspiración, un culto que vive en las redes sociales, una especie de nueva religión, que para muchos es un movimiento extremista nacional.
Según Rich Lowry editor del National Review y editor colaborador en la revista Político, “la difusión de la teoría Q «muestra que el Partido Republicano de la era Trump ha debilitado los anticuerpos contra la locura”. Opinión que comparte Max Boot, columnista sobre seguridad nacional en el Washington Post, quien agrega que «Los republicanos se están convirtiendo en el Partido QAnon».
Luego, Rondón destaca que ayer, cuando un periodista le contó al Presidente estadounidense, sobre la premisa central de la teoría QAnon: la creencia de que Trump está salvando al mundo de un culto satánico formado por pedófilos y caníbales conectados con figuras del Partido Demócrata, los llamados actores del estado profundo y celebridades de Hollywood, Trump no cuestionó la validez del movimiento ni la veracidad de esas afirmaciones, más bien las alentó:
“¿Se supone que eso es algo malo o bueno?" “Si puedo ayudar a salvar al mundo de los problemas, estoy dispuesto a hacerlo. Estoy dispuesto a exponerme” “Escuché que estas son personas que aman a nuestro país. Así que realmente no sé nada más que, supuestamente, yo les agrado”
La respuesta del presidente Trump sobre las teorías de Qanon dejaron a varios miembros de su partido atónitos. Jeb Bush el ex gobernador de Florida, escribió en su twitter ayer:
“¿Por qué demonios el presidente no patearía el trasero a los seguidores de Q’anon? Los chiflados, los pícaros y los que odian no tienen cabida en ninguno de los partidos”
Ciertamente, una cosa es atacar a quien opine diferente y otra muy distinta convertirlo en blanco de acciones violentas, alentando a personas de conductas impredecibles y sus teorías irracionales, a hacerlo. Es un asunto de responsabilidad, de ética y de liderazgo desnudar la verdad.
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