En su editorial del 1 de septiembre, César Miguel Rondón destaca que ayer 110 presos políticos venezolanos de los más de 300 fueron avisados que saldrían de sus celdas. Y digo esto porque el régimen se ha empeñado en calificarlos de “Indultados” cuando muchos de ellos fueron secuestrados y ni siquiera habían recibido sentencia alguna.
No olvidemos que todavía quedan presos políticos civiles que no pertenecen a partidos políticos y son ignorados. Los policías metropolitanos entre ellos.
Ayer, el fiscal general de la dictadura de Maduro, Tarek William Saab, dijo: “En nuestra condición de presidente de la Comisión para la Verdad, la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública: Saludamos y felicitamos el histórico decreto de indulto presidencial dictado por el jefe de Estado, Nicolás Maduro, que abre un camino en pro del diálogo”
Según la ley, el indulto es una medida especial de gracia por la cual la autoridad competente perdona a una persona toda o parte de la pena a que había sido condenada en virtud de una sentencia firme.
¿Es Maduro autoridad competente? ¿Son indultables los secuestrados por el régimen? ¿qué se les perdona?
Como dice el filósofo y profesor, José Rafael Herrera, :“Indultar” es una palabra muy sofisticada para ocultar el hecho de que el gansterato “los soltó”. Claro que hay razones para celebrarlo, pero sin perder de vista que el secuestro sigue, que todos los venezolanos tenemos exilio o “casa por cárcel”.
Hoy un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, indicó que la medida es una «restauración de los derechos constitucionales retirados ilegalmente».
Como sea que se le considere, más allá del hecho jurídico, está el hecho político y el hecho humano.
En el aspecto político, cada bando había expuesto su jugada en esta especie de juego de dominó poco amigable. Maduro deteniendo políticos opositores, llamando a elecciones con una oposición minoritaria hecha a su medida y robando insignias de partidos tradicionales mayoritarios, sin ofrecer claridad de cómo se darán unas elecciones parlamentarias el 6 de diciembre. Preso de sus errores y las sanciones y bloqueos. Del otro lado, una oposición que se dice unida, llamando a no participar en las elecciones sin ofrecer ruta clara de qué viene a partir del 7 de diciembre, apoyada en el posible desconocimiento de esas elecciones por parte de la comunidad internacional y en una potencial continuidad de la directiva actual de la Asamblea Nacional. Y todavía soñando con una acción externa de fuerza. Una oposición presa de vacío, de no dibujar el día después.
Como refiere, el consultor internacionayl, Michael Penfold “La distensión es el efecto más inmediato de las liberaciones de los presos políticos. ¿Quién lo logró? No importa! Es una concesión relevante. El bastón pasa ahora a la oposición: ¿qué está dispuesta a dar para volver a una negociación integral sin fantasías? El camino es institucional y electoral. Liberar a estos venezolanos inocentes es sin duda una concesión del régimen de Maduro, ¿a qué más están dispuestos a ceder?
Observa asertiva mente Fernando Mires en su twitter que: ”Tomar prisioneros es un acto de guerra. Liberar prisioneros en cambio, es un acto político. Los opositores deben decidir en que campo juegan: si en el de la guerra sin soldados, como lo han hecho hasta ahora, o en el de la política con ciudadanos, como deben hacerlo siempre”
Jesús Seguías, presidente de Data Incorp, argumenta en su twitter: ”Son decenas de líderes opositores que ahora están libres para hacer política…La crisis venezolana se resolverá solo a través de negociaciones. Nadie está en capacidad de imponerse sobre el otro. Y toda negociación siempre, pero siempre termina en concesiones mutuas. Así es el juego. Maduro tomó una iniciativa. Hay que responder pensando en el país (un país que está agonizando de verdad, verdad)”. Venezolanos que han sido llamados a marchar, a denunciar, a votar, a abstenerse, a sacrificarse, a soñar, a exilarse, a adaptarse, a creer que todo lo que hacen o dejen de hacer les conducirá a una salida. La promesa, es lo único que justifica sus pérdidas.
Por lo pronto, Henrique Capriles Radonski, pone una piedra con dos números diferentes de cada lado, ¿quién sabrá ahora colocar la piedra correcta?