Impacto en el mercado laboral estadounidense del COVID-19 Hoy es Labor Day aquí en los Estados Unidos, fecha en la que se celebra al trabajador, por eso hemos querido aprovechar esta fecha para abordar no sólo los retos que sugiere el mercado laboral en esta nación sino en el mundo.
Comenzamos por Estados Unidos, Megan Greene, economista global, columnista del Financial Times, en un interesante artículo nos invita a repensar el mercado laboral estadounidense para reestructurar la economía Post Pandemia. El título sugiere claramente a dónde apunta: La crisis del coronavirus crea una oportunidad para abordar la desigualdad laboral en EE. UU. Greene sostiene que “el coronavirus ha puesto al descubierto una de las principales debilidades de la economía estadounidense: la baja calidad de su mercado laboral. Los trabajadores esenciales que mantuvieron funcionando la economía durante los pedidos que se quedaban en casa (empleados de tiendas de comestibles, trabajadores de reparto, trabajadores de desechos y saneamiento) pueden haber surgido como héroes, pero ciertamente no son compensados como tales”. La situación del mercado laboral es bastante elocuente, más de 30 millones de estadounidenses en sectores de bajos salarios y horas de trabajo, reclaman beneficios por desempleo.
Según Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, en declaraciones el a la agencia AFP, el jueves 27 de agosto, refiriéndose a la economía estadounidense, “Todavía hay una economía sana, excepto en las áreas que han sido afectadas directamente por la covid" y ha advertido que los niveles de desempleo relativamente altos podrían persistir durante “un par de años”
Según el diario The New York Times, “el gobierno estadounidense confirmó que la economía sufrió su contracción más fuerte en al menos 73 años en el segundo trimestre debido a las interrupciones del coronavirus”. Por otra parte, la articulista, Megan Greene se refiere a cómo ha disminuido la proporción de trabajos con salarios altos vs salarios bajos y cita un artículo de los economistas Anna Stansbury y Lawrence Summers, quienes argumentan que los trabajadores tienen menos capacidad de compartir las ganancias de sus empresas porque su propio poder ha caído.Y mencionan que podría deberse a las estrategias de la empresas para evitar la creación y funcionamiento de los sindicatos. En 1950 la afiliación sindical era del 33%, hoy es solo el 10%.
Megan menciona además que “Existe otra razón por la que se ha impedido a los trabajadores estadounidenses negociar salarios más altos. Entre 1997 y 2012, el 75% de las industrias se concentraron más. Como sostiene el economista Thomas Philippon en su libro The Great Reversal, esto se debe a la falta de competencia. A medida que las superestrellas ascienden a la cima y aplastan a sus rivales potenciales, se vuelven menos propensas a aumentar los salarios porque la competencia por los trabajadores es limitada.
Basarse en una economía de servicios en Estados Unidos significa que la mayoría de los millones de empleos creados desde la década de 1970 están mal pagados y son inestables. El diario The New York Times, por su parte, cita en el artículo: U.S. Labor Market Recovery Slowing; Economists Urge More Fiscal Stimulus, publicado el 27 de agosto pasado, las palabras de Chris Rupkey, economista jefe de MUFG, (Mitsubishi UFJ Financial Group), en Nueva York, quien señaló que “Esta economía aún no está fuera de peligro…Sin la ayuda del gobierno federal, la economía basada en los servicios tardará años en generar oportunidades de empleo para los trabajadores que no pueden regresar a miles de restaurantes, bares, tiendas minoristas y centros comerciales cerrados y en quiebra en todo Estados Unidos”.
Pero volvamos a Megan Greene, quien sugiere un programa masivo de gasto en infraestructura para reestructurar la economía … Emplear a trabajadores de la construcción, trabajadores especializados e ingenieros, reforzar la política antimonopolio, mejorar la capacitación y la creación de nuevos puestos de trabajo de alta calidad, así como políticas gubernamentales para alentar la negociación colectiva y penalizar a las empresas por interferir con los esfuerzos de sindicalización que ayudarían a mejorar la calidad de los salarios. La columnista sostiene que “Las tendencias que han socavado la seguridad laboral en Estados
Unidos han persistido durante décadas, pero la brecha entre quienes piden comida para llevar y quienes la entregan se ha ensanchado por la pandemia. El aumento de la desigualdad es malo para la economía y el tejido social. Las crisis brindan oportunidades para cambios audaces. La Depresión produjo el New Deal y la Segunda Guerra Mundial del NHS del Reino Unido. Es hora de hacer algo igualmente atrevido para el mercado laboral estadounidense”
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