El gobierno de Sebastián Piñera en Chile anunció que en los próximos días comenzará a entregar un carnet –como una especie de inmunidad– a aquellas personas que hayan logrado recuperarse de COVID-19.
En voz del ministro de Salud, Jaime Mañalich, la administración explicó que el documento servirá como “testimonio” de que ese ciudadano que estuvo infectado cumplió la cuarentena y ya no representa un riesgo para la población.
Sin embargo, todavía gran parte de los chilenos tienen muchas dudas con respecto esta medida, pues no se sabe con claridad cuáles son los criterios que se van a utilizar el Estado para decidir quién está exento del coronavirus.
En una entrevista para el programa Día a Día, conducido por César Miguel Rondón, el investigador senior de la Fundación Para El Progreso de Chile, Jorge Gómez Arismendi, comentó que el foco de las críticas ha sido que científicamente aún no está claro si los enfermos de COVID-19 pueden ser reincidentes.
De acuerdo con lo que expresó, la utilidad del instrumento pareciera limitada. Dado que en “términos estrictos” no es muy funcional para evitar el contagio.
Más allá de servir como comprobante de algún periodo de aislamiento, “el carnet no garantiza otros privilegios”.
De hecho, Gómez Arismendi indicó que otra de las quejas ha sido por el tema del resguardo a la privacidad.
Para poder avanzar en el reparto de los carnets, la autoridades han exigido acceder a la información de los recuperados y enfermos, cosa que puede ser muy sensible.
¿La crisis calmó los ánimos en Chile?
Gómez Arismendi comentó que Sebastián Piñera ha retomado ciertos niveles de popularidad en el marco de la pandemia, al igual que varios de sus ministros.
A pesar de que el país había vivido intensas protestas a finales de 2019, “ya se empieza a ver un rechazo a las manifestaciones”.
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