Un primer lote con 2.000 dosis de la vacuna rusa contra la COVID-19, la Sputnik V, llegó el viernes a Venezuela, primer país de la región que participará en la fase 3 del desarrollo clínico de ese fármaco.
Jaime Lorenzo, médico Cirujano, especialista en Salud Pública y Director Ejecutivo Nacional de Médicos Unidos de Venezuela, abordó el tema en el programa En Conexión conducido por César Miguel Rondón.
“Pareciera que los voceros oficiales tienen una visión sesgada de lo que es la salud pública y esa información de la vacuna es triste escucharla. Primero porque todo el mundo sabe que en los actuales momentos muchas vacunas han tratado de desarrollarse, pero solo pocas han pasado las fases que son necesarias para garantizar que la vacuna cumpla con dos premisas fundamentales: que haga inmunidad y que no tenga efectos secundarios. No podemos administrar un medicamento sin haber cumplido toda la rigurosidad científica necesaria, ya que pueden hacer daños”, dijo Lorenzo.
Nicolás Maduro ha vendido la vacuna rusa como realmente confiable. Incluso, dijo que su hijo, Nicolás Maduro Guerra, será una de las personas a las que se le aplicará esta vacuna. Sin embargo, los especialistas explican que esa vacuna no es confiable.
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“Las vacunas tienen diferentes fases que deben pasar. Entre ellas está la fase del punto de pruebas de animales y luego la de humanos. Cada una de estas fases deben estar documentadas de tal manera, que cualquier investigador pueda revisar los datos, verificar y hacer pruebas. La OMS ha dicho que la vacuna rusa no tiene esos datos en la fase dos. La fase tres también debe tener una rigurosidad científica estricta. El lote de 2.000 vacunas que llegó es para hacer pruebas en humanos, pero eso debe ser un estudio médico controlado. Por ende no podemos hablar de una vacuna como tal”, agregó el experto.
La vacuna de Oxford se paralizó un tiempo, porque uno de los pacientes presentó efectos secundarios. En este sentido, si se administra cualquier vacuna que no esté certificada podría ser de alto riesgo.
“En el caso de la vacuna de la Universidad de Oxford, La rigurosidad científica fue tal, que un pequeño fallo hizo que se paralizara el proceso y que se planteara de nuevo todo lo que se estaba produciendo. Una vacuna debe tener una gran responsabilidad, porque se está luchando contra una enfermedad que tiene un alto grado de contagio. En este sentido, no se puede distribuir un medicamento que puede ser peor y que podría producir reacciones que provoquen la muerte de las personas. En el caso de la vacuna rusa, no se tiene información verificable de la fase dos”, destacó el entrevistado.
Lorenzo también resaltó que el venezolano debe tener la conciencia clara de que esa vacuna no es confiable. “Ese lote de 2.000 vacunas es para una fase experimental y las personas a las que se le aplicará este medicamento deben estar informada y firmar un documento que se llama consentimiento informado, donde deja constancia de su conocimiento de los efectos que podría producir esa vacuna”.
América Digital
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