El martes 21 de julio, en la madrugada europea, los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo para un plan de recuperación. Una estrategia con miras a relanzar su economía tras la pandemia del COVID-19, de casi dos billones de euros, calificado por muchos líderes de “histórico”.
En la cumbre que comenzó el viernes por la mañana y culminó el martes, los veintisiete miembros acordaron poner en marcha un fondo de recuperación de 750 mil millones de euros financiado con la emisión de deuda común (390 mil millones en subvenciones a fondo perdido y 360 mil millones en préstamos ) y un presupuesto de 1,074 billones de euros para el período 2021-2027.
Un paquete financiero que no tiene precedentes en la Unión Europea para paliar la mayor recesión en un siglo. Es la primera vez que la Unión Europea se endeuda colectivamente y es también la mayor distribución de dinero a nivel multilateral de la humanidad.
En total, se financiará deuda por un volumen del 4 % del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión Europea, que se amortizará durante 30 años: desde 2028 hasta 2058.
La canciller alemana Angela Merkel,actual presidenta del Consejo de la UE, habría preferido un fondo de reconstrucción “masivo”, pero se mostró satisfecha por lo alcanzado.
Como lo dejó ver en su discurso Emmanuel Macron, la solidaridad y la acción multinacional valen la pena, es el mensaje y también es una señal para el mundo.
Líderes con visión, conscientes de su rol, flexibles ante las cambiantes exigencias de un entorno incierto, son los que se requieren en estos momentos. Como lo dijo Ángela Merkel: para los eventos extraordinarios, y esta pandemia que nos ha alcanzado a todos, requieren métodos extraordinarios.