FA/CMR
El primer debate presidencial tuvo lugar anoche, y fue, en una palabra, caótico y un monólogo, a tres voces. La del presidente Donald Trump que insistía en atacar a su adversario, Joe Biden, quien, por su parte, trataba en hablarle a la audiencia y contestarle al moderador, Chris Wallace, por encima de las palabras de Trump, y ,cuando Trump en su turno le agredía, decir en voz más baja, “No es cierto”. Y por último, la de un veterano periodista, avasallado por el presidente e irrespetado que no podía moderar el evento y que también interrumpía y se imponía sobre la vocería, apenas, visiblemente.
Imagine usted que tiene en su computadora rodando tres videos de youtube en paralelo, algo de esto es lo que ocurrió ayer.
Se suponía que se hablaría a una audiencia mortificada por la economía, atemorizada y golpeada por el coronavirus y los fallecidos, se suponía que se respondería a sus angustias. Esa no fué el objetivo del presidente, es algo que nadie podría negar. No estaba allí para empatizar con esa necesidad, estaba allí para que le oyeran lo que él quería decir, un guión repetido de cualquiera de sus mítines.
Los temas eran vitales. La Economía, El Covid, La Corte, La integridad electoral.
¿qué pudo la audiencia sacar de todo lo que se dijo? ¿Amanecieron más tranquilos hoy los estadounidenses? ¿Tienen confianza en sus líderes y hacia dónde les está conduciendo la polarizada retórica política?
Como se preguntó la periodista de MSNBC, Rachel Maddow, será que “ Estados Unidos puede restaurar la institución cívica de debates reales moderados de manera neutral entre candidatos con ideas políticas contrastantes?”.
Trump cuestionó los logros de Biden durante casi 50 años en la vida pública. Biden, por su parte, le mandó a callar y trató de desnudar las fallas en la administración republicana de la economía y su respuesta al coronavirus. El presidente Trump eludía reconocer el historial lamentable de la pandemia y distraer sobre la verdad de las cifras.
Pero hubo varios momentos que nos indicaron hacia dónde se dirige este monólogo que emula al twitter y su caja de resonancia incendiaria.
El Presidente de todos los ciudadanos de Estados Unidos, se negó a denunciar a los supremacistas blancos, incluso cuando Wallace le dio amplias oportunidades para hacerlo. Además se atrevió a mandarles un mensaje quasi cifrado, que “retrocedan y permanezcan alertas”, que fue celebrado por el grupo supremacista blanco “Proud Boys” .
El otro momento, muy preocupante, de la noche, fue cuando el presidente Trump dijo que está “contando” con la Corte Suprema para decidir las elecciones. “Espero que no los necesitemos”. Pero la gran cantidad de boletas electorales por correo anticipadas, dijo Trump, probablemente conducirá a “un fraude como nunca se ha visto”. ¿Era ése el apuro para nombrar un nuevo juez en la Corte?, ¿ése, para hacerse con 200 puestos judiciales ordinarios?
No importó que el ex vicepresidente Biden señalara que altos miembros de la administración de Trump han contradicho sus denuncias sobre las boletas electorales por correo. “Su propio director de Seguridad Nacional y el director del FBI dicen que no hay evidencia de que las boletas enviadas por correo sean una fuente de manipulación y engaño”. En fin, oídos sordos.
Fue una “noche triste para nuestro país” como bien refirió la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Yo agregaría, que para el mundo. Una noche, verdaderamente, decadente