Los besos románticos en la boca están muy extendidos culturalmente y pueden desempeñar un papel funcional en la evaluación de la salud de la pareja y en el mantenimiento de los lazos a largo plazo. Gracias a este estudio sobre la variación y la cantidad de besos alrededor del mundo, un colombiano logró recibir el Ig Nobel (Nobel de lo absurdo).
Cada año, la Universidad de Harvard entrega los Ig Nobel, también conocidos como el Nobel de lo absurdo, los más famosos galardones para hallazgos científicos que, en definitiva, parecen completamente absurdos. Los creadores de los Ig Nobel dicen que su objetivo es honrar aquellos logros que primero hacen reír y luego pensar.
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Así las cosas, en esta oportunidad, el ‘Nobel de lo absurdo’, en la categoría Economía, fue entregado al psicólogo colombiano Juan David Leongómez por el estudio titulado ‘La desigualdad del ingreso nacional predice variaciones culturales en los besos boca a boca’, el cual realizó junto otros ocho investigadores.
Este estudio sobre los besos, que fue publicado por la revista científica Nature el 30 de abril de 2019, recoge los resultados de una investigación sobre cómo los besos boca a boca varían según la cultura y la desigualdad de ingresos.
“Probamos la variación cultural en 13 países de seis continentes en estos comportamientos o actitudes de acuerdo con la salud nacional y la riqueza absoluta (PIB) y relativa (GINI). Nuestros datos revelan que los besos se valoran más en las relaciones establecidas que durante el noviazgo. Además, de acuerdo con la hipótesis del vínculo de pareja de la función del beso romántico, la pobreza (desigualdad de ingresos) predice la frecuencia de los besos en las relaciones románticas”, explica el estudio.
Asimismo, el estudio sostiene que aunque con pequeños efectos, las mujeres y las personas afectivas consideran que los besos son más importantes en las relaciones que los hombres y las personas menos afectivas; también demostraron que las personas afectivas informaron más besos y relaciones sexuales, y una mayor satisfacción con la cantidad de besos y abrazos.
Los participantes de edades mayores dieron mayor importancia a los besos en las relaciones románticas y a los componentes asociados de un “buen beso”, más que los más jóvenes.
De acuerdo con Leongómez, el galardonado con el Nobel de lo absurdo, el estudio partió de la premisa de que los besos románticos son una costumbre extendida entre países y culturas, aunque no es universal. De esta manera, los investigadores querían intentar entender por qué los humanos son la única especie animal que se besa.
Gracias a este estudio sobre los besos, Juan David Leongómez y sus ocho colegas fueron galardonados con el Ig Nobel, un premio de lo absurdo que se entrega cada año en Estados Unidos desde 1991 y es una parodia del Premio Nobel.
Bajo el lema “investigación que hace que la gente se ría y luego piense”, destacan los estudios más curiosos y descabellados en materia de ciencia, medicina y tecnología. La ceremonia de premios se realiza en el Teatro Sanders de Harvard, pero este año, por la crisis con el COVID-19, fue virtual.
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