Un nuevo estudio pudo establecer que una de cada tres personas que estuvieron contagiadas con COVID-19 y que tuvieron que ser hospitalizadas por la enfermedad puede presentar problemas de salud a largo plazo como consecuencia del virus.
Los investigadores lograron determinar que estas personas tendrían secuelas en diferentes órganos y problemas psicológicos tras haber pasado por una infección con COVID-19, lo cual ha encendido las alarmas de la comunidad médica y científica ante esta afección que ha sido denominada como “COVID Largo”.
El estudio hace un análisis de diferentes trabajos de investigación publicados recientemente y destaca que problemas como la fatiga, la dificultad para respirar, la ansiedad, la depresión y los trastornos de estrés postraumático son los síntomas más frecuentes en pacientes afectados por este efecto del coronavirus a largo plazo.
“Teniendo en cuenta las millones de personas infectadas por el COVID-19 en el mundo, el peso a largo plazo sobre la salud física, cognitiva y mental está por venir. Nosotros solo detectamos sin duda la punta del iceberg”, señaló Kartik Sehgal, autor principal del artículo, oncólogo y profesor en la facultad de de medicina de Harvard (Boston).
De acuerdo con los investigadores, los estudios preliminares evidencian que estos efectos representan una urgencia de salud pública subestimada y los gobiernos deberían preocuparse más y reflexionar sobre los medios para atenderla.
Tras más de un año de pandemia la comunidad médica ha tratado de entender cómo ataca el COVID-19 a los pulmones provocando dificultades respiratorias a largo plazo, pero con el tiempo también se ha podido detectar que el virus está afectando otros órganos causando complicaciones que van desde trastornos cardiovasculares a inflamaciones crónicas.
El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Medicine, analizó nueve estudios realizados en Europa, Estados Unidos y China, que monitorearon a pacientes con el denominado “COVID largo”.
La investigadora de Medicina en Cardiología y Electrofisiología Cardíaca de la Universidad de Columbia, Elaine Y. Wan, destacó que el COVID-19 cambiará la forma de atender a los pacientes ya que muchas personas podrían tener enfermedades derivadas de un contagio.
“El COVID-19 es la primera enfermedad infecciosa con la que me he encontrado que tiene tal efecto en una amplia variedad de órganos. Ha cambiado mi práctica clínica. Independientemente de lo que venga el paciente, ahora pregunto si alguna vez tuvo COVID -19. Cambia el rango posible de diagnósticos “, destacó Wan.
Los investigadores también resaltaron que los gobiernos y autoridades sanitarias no solo deberían impedir la muerte de las personas contagiadas sino también evaluar y ampliar las consultas que permitan entender el “COVID largo” ya que esto tendrá unos impactos en materia de salud pública en el corto plazo.
Ante este escenario, el estudio plantea la necesidad de que estos problemas sean atendidos con un enfoque multidisciplinario ya que los síntomas de esta secuela del virus no está concentrada en un solo órgano sino, al parecer, podría estar ligado a efectos multisistémicos como la salud mental y no solo física.
“Las necesidades médicas de los enfermos de COVID-19 no se detienen en el momento del alta hospitalaria y tampoco necesariamente se detienen después de tres o cuatro semanas, incluso para aquellos que no requirieron hospitalización”, destacó Sehgal.
Para el experto, es importante que los médicos estén al tanto de estos posibles síntomas y complicaciones y que las autoridades dispongan de recursos para el reconocimiento temprano de estos efectos del COVID largo con el objetivo de brindar la mejor atención posible.
Otros estudios
La comunidad médica ha mostrado su preocupación por los efectos que está dejando el coronavirus en la población ya que se ha establecido que una de cada diez personas enfermas del COVID-19 está presentando síntomas doce semanas después de haber superado la infección.
Así lo reveló un informe sobre el denominado ‘COVID largo’ que fue presentado por el Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud en el que se explica que una cuarta parte de los enfermos de COVID-19 continúa teniendo síntomas un mes después, una condición que incluye desde dolor muscular y en el pecho, fatiga, problemas de respiración y secuelas mentales.
Ante este escenario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido considerar el denominado ‘COVID largo’ o persistente como una prioridad para las autoridades sanitarias de los países.
El informe reseña que la probabilidad de padecer ‘COVID largo’ no parece estar asociada con la severidad de la infección inicial y algunos grupos están aparentemente más dispuestos a sufrirla, como los trabajadores sanitarios, los jóvenes y las mujeres.
“Se trata de una enfermedad que puede tener un impacto enorme en la vida de la gente. Muchos son incapaces de volver a trabajar o tener una vida social, muchos han descrito cómo afecta a su salud mental, sobre todo porque su evolución varía a menudo”, señaló Martin McKee, uno de los autores del informe.
Los científicos han empezado a realizar investigaciones para poder entender por qué algunos enfermos de COVID-19 muestran luego de varios meses síntomas como un cansancio extremo, dificultades respiratorias o problemas neurológicos y cardíacos a veces graves.
De esta forma, las secuelas que está dejando en los enfermos del COVID-19, especialmente en la población joven, han encendido las alarmas de los expertos ya que aún no se ha podido determinar por qué se viene presentando este efecto y las consecuencias en la salud de las personas.
Finalmente, mientras el mundo avanza en una lucha contrarreloj para adelantar sus campañas de vacunación y controlar la incidencia de la pandemia, la comunidad médica ha hecho un llamado a realizar estudios más amplios para entender porqué este virus está generando efectos a largo plazo, a pesar de haber superado la enfermedad, y las consecuencias que esto podría tener en la salud de la población.
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