Un padre de dos niños lanzó un osito de peluche 30 km a la estratósfera en un globo meteorológico con el propósito de inspirarlos para que sueñen en grande.
El británico Chris Tarpy, de 50 años, se unió a un proyecto de bricolaje y lanzó un globo de helio con un osito de peluche a bordo, un paracaídas, un dispositivo de seguimiento y un sistema informático para registrar los datos del vuelo.
El padre envió el artefacto a la estratosfera desde un parque en Bedford y estuvo acompañado de sus pequeños Luke, de 12 años, y Maya, de 10.
El espectacular video muestra la cuenta regresiva para “despegar” y luego el notable viaje del oso de peluche más allá de lo que puede estar el hombre.
“El objetivo del proyecto era inspirar a los niños y alentarlos a soñar en grande”, comentó Tarpy, quien es el fundador de una empresa con sede en Barnet que trabaja en Fintech y se especializa en ingeniería de software.
Un osito de peluche se convirtió en ‘astronauta’
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“Mostrar que cosas aparentemente imposibles se vuelven posibles con creatividad y trabajo duro”, añadió.
La idea de lanzar un osito como ‘piloto’ tenía como propósito hacer que el objeto fuera fácilmente identificable, puesto que tuvo que moverse más de 40 millas por todo el país para recuperar el peluche y el módulo de vuelo.
“El principio básico de vuelo es usar un globo lleno de helio que producirá suficiente sustentación para soportar su propio peso (800 gramos en este caso), más el peso de la carga útil (módulo de vuelo más peluche más paracaídas)”, explicó el profesional.
“A medida que aumenta la altitud del globo y te acercas al espacio, la presión atmosférica disminuye. Sin esta presión que equilibre la fuerza hacia afuera del helio, el globo comienza a expandirse, hasta que finalmente revienta”, añadió.
“Para darle una idea de los tamaños, en tierra, el globo que usé (un Kaymont 800) tenía alrededor de 2,85 metros cúbicos, con un diámetro de 1,75 metros de ancho”, explicó del proceso.
“En el punto de explosión (30 km de altura), el globo tenía 254 metros cúbicos, con un diámetro de 7,86 metros”.
“Entonces la idea es que a los 30 km de altura el globo reviente. Para ralentizar el descenso a la Tierra, até un pequeño paracaídas a la brida (el arreglo de cuerdas que une el módulo de vuelo al globo), lo que evitó que el módulo se rompiera en pedazos”, comentó.
El sujeto explicó que para mantener el peso bajo y aislar los componentes electrónicos y la carcasa del módulo de vuelo se construyó con espuma de plástico.
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Lo anterior permitió tener un buen aislamiento térmico debido a las frías temperaturas a la hora de dirigirse al espacio.
“A esa temperatura, comienza a tener problemas con las baterías que no funcionan, por lo que es necesario mantener alta la temperatura interna para mantener la electrónica feliz”, dijo el hombre de ciencia sobre los retos.
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