Un estudio publicado en la revista científica Genome Medicine evidenció los riesgos que pueden tener los turistas al viajar al extranjero, ante la posibilidad de que puedan llevar a sus países ‘superbacterias'” que se han vuelto resistentes a los medicamentos.
La investigación logró confirmar que los viajeros internacionales generalmente están regresando a sus casas con nuevas cepas bacterianas que buscan y luchan posicionarse entre las miles que normalmente residen dentro del microbioma intestinal.
Este tipo de propagación internacional de bacterias se estaría produciendo debido al deficiente nivel de saneamiento y prácticas agrícolas, que han convertido a muchas regiones del mundo en “puntos calientes” para la propagación de enfermedades transmitidas por bacterias e infecciones, que son cada vez más resistentes a una variedad de antibióticos.
Sin embargo, la exposición de los viajeros a estas bacterias se dan debido al consumo de agua o alimentos contaminados, así como por el uso de baños, restaurantes, hoteles y vehículos de transporte público infectados, haciendo que estas personas las propaguen a personas cercanas al retornar a sus países.
Ante este escenario, los investigadores estadounidenses y holandeses estudiaron los efectos de los viajes internacionales sobre las bacterias de nuestro estómago, analizando las heces de 190 viajeros holandeses antes y después de visitar sitios de África o Asia.
A su regreso, las pruebas mostraron una “cantidad significativa” de genes bacterianos resistentes a los medicamentos, que hacen que el uso de antibióticos de uso común sea cada vez más ineficaz para tratar estas ‘superbacterias’.
Los investigadores también observaron que un tercio de los participantes que viajaron al sudeste asiático tenían un gen resistente a un antibiótico de “último recurso”, el cual se utiliza para tratar infecciones como neumonía o meningitis.
“Estos resultados muestran claramente que los viajes internacionales implican el riesgo de propagar la resistencia a los antimicrobianos en todo el mundo”, indicó Alaric D’Souza, coautor de este trabajo.
De acuerdo con el experto, los genes de estas ‘superbacterias’ generalmente se desarrollan naturalmente durante milenios cuando se exponen a antibióticos producidos por otras bacterias en su entorno.
Sin embargo, un factor que ha incidido gravemente en su resistencia es el mayor uso indiscriminada de antibióticos por parte de los seres humanos, haciendo que este proceso se acelere y represente un grave problema para su respectivo tratamiento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la comunidad científica ha venido mostrando su preocupación por la forma en que el personal médico y las personas estarían recetando y automedicando antibióticos muchas veces sin necesitarlo; ya que esto tendría unas consecuencias a la hora de combatir otras enfermedades que se volverían resistentes a estos medicamentos.
De acuerdo con los expertos, la resistencia a los antibióticos es una de las amenazas para la salud pública más graves que enfrenta el mundo debido a que podría ser una catástrofe médica inminente que podría superar el caos creado por la pandemia de COVID-19.
El estudio también reseña que esta tendencia amenaza 70 años de progreso en los tratamientos de enfermedades infecciosas en el mundo. Además, se logró identificar que los genes resistentes varían según los lugares visitados por las personas y la forma de exposición que tuvieron a estas bacterias.
Precisamente, los investigadores mostraron sus preocupación por los viajeros que regresaban del sudeste asiático con el gen mcr-1 el cual es resistente a la colistina, un antibiótico de “último recurso” que se usa cuando otros ya no funcionan.
“Es vital que abordemos la resistencia a los antimicrobianos en los países de bajos ingresos, con altas tasas de resistencia y bajos presupuestos de salud pública Este enfoque internacional no solo ayudará a los países en cuestión, sino que también puede beneficiar a otros al reducir la propagación internacional de genes resistentes”, concluyó Alaric D’Souza.
Finalmente, los investigadores indicaron que es crucial que se trabaje en la identificación de nuevas bacterias y genes resistentes a los medicamentos para tratar de frenar la propagación global y mejorar la forma como se combaten con el objetivo de evitar que se conviertan en ‘superbacterias’ resistentes a los antibióticos.
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