Una investigación realizada por la Universidad de Washington evidenció que las personas contagiadas de COVID-19 tienen un 60 % más de riesgo de morir seis meses después de superar la enfermedad, frente a aquellas que nunca se han contagiado del virus.
Así lo determinó un estudio que evaluó el impacto del COVID-19 en la salud de las personas a largo plazo, estableciendo que la gravedad de la enfermedad no solo está reflejada en el momento de sufrir la infección sino también en los efectos que puede dejar en el organismo.
Precisamente, la comunidad científica y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han alertado y mostrado su preocupación sobre las secuelas del denominado ‘COVID Largo’ en las personas y la presión que esto podría generar a nivel sanitario en los países.
El profesor de la facultad de Medicina de la Universidad de Washington, Ziyad Al-Aly, resaltó que el riesgo de muerte no es un “asunto trivial” tras la infección del COVID-19 y generalmente aumenta con la gravedad en la que se padeció la enfermedad.
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“No es una exageración decir que las consecuencias para la salud a largo plazo del COVID-19 es la próxima gran crisis de salud de Estados Unidos. Dado que la carga del COVID-19 prolongado es sustancial, los efectos persistentes repercutirán durante muchos años e incluso décadas. Los médicos deben estar atentos al evaluar a las personas que han tenido COVID-19 porque necesitarán atención integrada y multidisciplinaria”, resaltó Al-Aly.
En ese sentido, la preocupación está relacionada con que cientos de personas contagiadas de COVID-19 vienen presentando problemas de salud derivados de esta infección mucho después de haber superado el virus.
Las secuelas del COVID-19
Los investigadores estadounidenses analizaron a más de 87.000 pacientes con COVID-19 y a casi a 5 millones de pacientes de control en una base de datos federal para evaluar que efectos había dejado la enfermedad en sus cuerpos tras haberla superado.
Por ejemplo, se pudo establecer que ocho de cada 1.000 pacientes que tuvieron COVID-19 fallecieron dentro de los seis meses después de superar la infección; pero esta cifra aumentó a 29 muertes por cada 1.000 personas que estuvieron hospitalizadas
Los científicos resaltaron que el impacto de la pandemia podría ser mucho mayor de lo estimado ya que las muertes derivadas a las complicaciones de largo plazo del COVID-19 no están vinculadas directamente al virus.
“En cuanto al número total de muertes por pandemia, estos números sugieren que las muertes que estamos contando debido a la infección viral inmediata son solo la punta del iceberg”, resaltó Al-Aly al indicar que el panorama que se avecina para los sistemas sanitarios será muy complejo.
Los investigadores explicaron que el COVID-19 ha estado directamente relacionado con un virus respiratorio pero con el paso del tiempo los médicos descubrieron que también está afectando casi todo los órganos de las personas.
Por ejemplo, en los análisis de los pacientes se identificó que el virus está dejando secuelas o efectos a largo plazo como tos persistente, dificultad para respirar, bajos niveles de oxígeno en la sangre, debilidad, fatiga, anemia, dolor articular y debilidad muscular.
- Sistema nervioso: dolores de cabeza, problemas de memoria y problemas con los sentidos del gusto y el olfato.
- Salud mental: ansiedad, depresión, problemas de sueño y abuso de sustancias.
- Metabolismo: se identificó la aparición de diabetes, obesidad y colesterol alto.
- Sistema cardiovascular: enfermedad coronaria aguda, insuficiencia cardíaca, palpitaciones y ritmos cardíacos irregulares.
- Sistema gastrointestinal: estreñimiento, diarrea y reflujo ácido.
- Riñón: lesión renal aguda y enfermedad renal crónica que, en casos graves, puede requerir diálisis.
- Problemas de coagulación: coágulos de sangre en piernas y pulmones.
Los expertos resaltaron que todos los pacientes no sufrieron estos problemas pero sí desarrollaron un conjunto de secuelas que tienen un impacto considerable en la salud y calidad de vida de las personas.
Es decir, que las personas que enfrentaron una infección de COVID-19 tienen mayores probabilidades de enfrentar problemas de salud a largo plazo y requerirán con mayor frecuencia la atención médica.
“El COVID-19 Largo es más que un síndrome postviral típico. El tamaño del riesgo de enfermedad y muerte y el grado de afectación del sistema de órganos es mucho mayor que lo que vemos con otros virus respiratorios, como la influenza”, resaltó Al-Aly.
De acuerdo con el autor del estudio, los pacientes que requirieron de atención hospitalaria y de cuidados intensivos son los que tienen el mayor riesgo de sufrir complicaciones prolongadas del COVID-19 y de morir por estas secuelas.
Sin embargo, los expertos reconocen que algunos de estos problemas pueden mejorar o empeorar con el tiempo y todo dependerá del nivel de afectación orgánica que haya dejado el virus en sus cuerpos.
Los investigadores resaltaron que se necesita seguir evaluando a las personas contagiadas de COVID-19 ya que solo se ha completado un año de pandemia y es fundamental determinar esos efectos a largo plazo.
Además, es crucial analizar el nivel de afectación por edades y género para establecer un panorama más profundo de la posible muerte de personas que presentan secuelas del virus por lo que el impacto de la pandemia podría ser considerablemente mayor al número de infecciones y muertes que se tienen en los registros de cada país.
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