Tras más de un año de pandemia la comunidad científica y las autoridades ven con preocupación la aparición y fuerte propagación de las variantes del COVID-19 ante el probable riesgo de que sean más peligrosas que el virus inicial que surgió por primera vez en China.
La circulación de mutaciones del virus que se han vuelto dominantes en algunos territorios han encendido las alarmas debido a que han demostrado ser más contagiosas y, en algunos casos, podrían evadir la eficacia que tienen las vacunas que se han desarrollado para el COVID-19.
De esta forma, el mundo vive una lucha contrarreloj para avanzar con la vacunación y a la vez por tratar de controlar la imprevisible incidencia que podrían tener estas mutaciones en el comportamiento de la pandemia.
¿Cuántas variantes?
Los científicos y la OMS han explicado que, hasta el momento, tres variantes del COVID-19 son consideradas en la categoría de preocupantes: la británica, sudafricana y japonesa.
Paralelamente, hay una segunda categoría de “variantes de interés”, cuyas características genéticas potencialmente problemáticas obligan a vigilarlas. La OMS cita tres, registradas inicialmente en Escocia, Estados Unidos y Brasil, aunque esta última ha demostrado preliminarmente ser más contagiosa.
Sin embargo, en el mundo circulan muchas otras y por eso la comunidad científica trata de localizarlas para evaluar eventualmente si deben ser incluidas en alguna de las dos primeras categorías.
Lo cierto es que todas estas variantes están clasificadas por familias: según las mutaciones que han adquirido, ocupan un lugar preciso en el árbol genealógico del virus de origen COVID-19.
¿Cuáles son las consecuencias?
Los expertos han explicado que la aparición de variantes es un proceso natural que tiene cualquier virus, el cual va mutando con el tiempo para garantizar su supervivencia.
“Más de 4.000 variantes del COVID-19 han sido identificadas en todo el mundo”, según los servicios de sanidad británicos. Aunque “la mayoría no tiene ningún impacto en términos de salud pública”, resaltó la OMS.
La clave está en el tipo de mutaciones que adoptan estos virus y el poder de transmisión y letalidad que pueden adquirir en medio de este proceso.
Ver más: COVID-19: conoce la diferencia entre mutaciones, variantes y una cepa
Por ejemplo, las variantes inglesa, sudafricana y brasileña comparten una mutación denominada N501Y que podría convertirlas en más contagiosas.
Además, las variantes sudafricana y brasileña tienen otra mutación en común, la E484K, que reduciría la inmunidad adquirida por una infección pasada, lo cual conllevaría a que exista una mayor posibilidad de que las personas se reinfecten con el virus así tengan anticuerpos inducidos por el contagio natural o por las vacunas.
Los nombres oficiales de las variantes son muy técnicos y no hay ninguna armonización internacional: por ejemplo, la variante inglesa se llama 501Y.V1 o VOC202012/01 y pertenece a la familia B.1.1.7.
¿Son más contagiosas?
En medio de las investigaciones que se han venido realizando en el mundo existe un consenso científico sobre el hecho de que las tres variantes “preocupantes” ( británica, sudafricana, japonesa) son las más contagiosas.
Sin embargo, estos análisis se basan solamente en datos epidemiológicos en donde los científicos analizan la velocidad a la que se propagan y deducen hasta qué punto son más contagiosas. Por lo tanto, el resultado depende también de otros factores, como las restricciones que se aplican en los territorios analizados.
Por ejemplo, basándose en varios estudios, la OMS juzga que la variante británica es entre un 36 % y un 75 % más contagiosa, pero esto puede ser diferente entre cada variante.
“Hay varias hipótesis: puede que la carga viral sea más elevada, que la variante penetre más fácilmente en las células o que se multiplique más rápidamente” explicó Olivier Schwartz, responsable de la unidad Virus e Inmunidad del Instituto Pasteur de Francia.
Los investigadores de la Universidad de Harvard plantearon otra hipótesis para el caso de la variante inglesa: la infección podría durar más que la del coronavirus clásico y por lo tanto prolongar el periodo de contagiosidad de un individuo.
¿Las variantes son más peligrosas?
Un estudio publicado el 10 de marzo en la revista médica BMJ revela que la variante británica es un 64 % más mortal, ya que por cada 1.000 casos detectados, esta provoca 4,1 muertes, frente a 2,5 para el coronavirus clásico.
Por otro lado, basándose en varios estudios, la OMS estima que la variante sudafricana podría aumentar en un 20% el riesgo de morir en el hospital.
El Instituto Robert Koch (RKI) de virología, centro de referencia en Alemania, advirtió recientemente que las mutaciones del COVID-19 que se vienen expandiendo en decenas de países del mundo habrían vuelto más peligroso al virus.
“La situación dista de estar bajo control. En general, el COVID-19 se ha vuelto más peligroso”, indicó Lothar Wieler, presidente del RKI, al hacer referencia a las tres “preocupantes” variantes detectadas en Alemania (británica, la sudafricana y la brasileña).
Ver más: ¿Qué vacunas serían las más fáciles de adaptar ante las variantes del coronavirus?
Los análisis preliminares han evidenciado que estas mutaciones serían más contagiosas, entre un 30% y 70 %, pero la gran incertidumbre está enfocada en la posibilidad de que las vacunas que han sido desarrolladas pierdan su eficacia para combatir el COVID-19.
Frente a este escenario farmacéuticas como AstraZeneca, Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson han asegurado que sus vacunas son efectivas para combatir las variantes, aunque algunas podrían registrar una disminución en su eficacia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha mostrado su preocupación por la propagación de estas variantes, por lo que ha pedido agilizar las vacunaciones con el objetivo de limitar su expansión y la aparición de nuevas mutaciones que puedan poner el riesgo la eficacia de las vacunas.
Precisamente, uno de los mayores motivos de preocupación no solo está relacionado con la variante británica, sino especialmente con la mutación brasileña y sudafricana que, además de ser más contagiosas, tendrían una mayor capacidad para evadir la eficacia de las vacunas.
¿Cuál es la eficacia de las vacunas?
Los estudios realizados por los científicos y laboratorios farmacéuticos in vitro apuntan que la variante británica apenas altera la eficacia de las vacunas, al contrario que la brasileña y la sudafricana, debido a la mutación en común E484K.
Sin embargo, que se reduzca la eficacia no significa que las vacunas dejen de ser del todo efectivas y por eso para muchos expertos es crucial avanzar rápidamente con la inmunización para que cada vez menos personas puedan estar expuestas a estas mutaciones.
Además, estas investigaciones se centran solamente en la respuesta del organismo tras la vacunación, es decir, en la producción de anticuerpos.
“Estos análisis no evalúan otros tipos de inmunidad potencial, como la actividad de los linfocitos T y B, la denominada inmunidad celular”, destacó el experto Anthony Fauci, que asesora al gobierno de Estados Unidos, en un artículo publicado en la revista Jama.
Por su parte, las compañías farmacéuticas ya vienen trabajado en el desarrollo de nuevas versiones de sus vacunas adaptadas a las variantes.
La farmacéutica estadounidense Moderna anunció a principios de marzo que empezó a inocular vacunas de nueva generación a los primeros pacientes, en el marco de un ensayo clínico para evaluar su eficacia contra la variante sudafricana.
“Esta adaptación es indispensable puesto que probablemente continuarán surgiendo variantes contra las cuales las vacunas actuales podrían ser menos eficaces”, previene el Centro Europeo de Prevención y de Control de Enfermedades.
Además, farmacéuticas como Pfizer y Johnson & Johnson también vienen realizando investigaciones para evaluar la eficacia de sus vacunas contra las variantes y la posibilidad de desarrollar fármacos exclusivamente destinados a combatir estas mutaciones, en caso de que así se requiera en el futuro.
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