Un análisis realizado por un equipo de científicos sobre los ensayos clínicos de la vacuna rusa Sputnik V evidenció que tiene una eficacia de 91,6% frente al COVID-19, en sus manifestaciones sintomáticas y en adultos mayores de 60 años.
Así lo manifestaron los expertos en un estudio publicado en la revista médica The Lancet y validado por expertos independientes que evalúo la seguridad y eficacia de esta vacuna, la cual ya se viene aplicando en Rusia, Argentina, Argelia, entre otros países.
“El desarrollo de la vacuna Sputnik V fue criticado por su precipitación ante el hecho de que se saltó etapas y por una ausencia de transparencia. Pero los resultados aportados son claros y el principio científico de esta vacuna quedó demostrado”, estimaron dos expertos británicos, los profesores Ian Jones y Polly Roy.
Estos son los primeros resultados verificados que corroboraron las afirmaciones iniciales de Rusia, acogidas con desconfianza a finales del año pasado por la comunidad científica internacional por el desarrollo de su vacuna de forma acelerada.
De esta forma, la Sputnik V se situaría entre las vacunas más eficaces junto a las de Pfizer/BioNTech y Moderna, que han registrado una eficacia del cerca del 95%.
“Esta publicación muestra claramente que Sputnik V es la vacuna para la humanidad. Es una de las tres únicas vacunas con una eficacia superior al 90%, a un precio asequible y con una logística fácil, ya que puede ser conservada entre + 2 y +8 º centígrados”, manifestó Kirill Dmitriev, al frente del Russian Direct Investment Fund, que participó en su desarrollo.
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En total, esta vacuna está homologada en 16 países y en las últimas semanas, algunos responsables en Europa habían pedido que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) evalúe rápidamente la vacuna rusa.
La Comisión Europea, que negocia en nombre de los países de la UE la compra de vacunas, recordó que entre los criterios de selección, el fabricante “debe tener una capacidad de producción en la UE” con el fin de garantizar una entrega rápida en el momento en que la vacuna sea autorizada por la EMA.
Ante este escenario, la canciller Angela Merkel propuso una ayuda alemana para una eventual “producción conjunta” de esta vacuna en el país.
Los resultados publicados en The Lancet provienen de la última fase de los ensayos clínicos en los que participaron casi 20.000 personas de diferentes edades.
Como sucede en estos casos, los resultados fueron presentados por el equipo que elaboró la vacuna y condujo los ensayos, antes de ser revisados por otros científicos independientes.
En ese sentido, los análisis independientes evidencian que la vacuna Sputnik V reduce en un 91,6% el riesgo de desarrollar síntomas del COVID-19.
Los participantes en el ensayo realizado entre septiembre y noviembre recibieron dos dosis y un placebo con tres semanas de intervalo. Además, se llevaron a cabo test PCR tras la primera dosis, y tras la segunda, solamente entre las personas con síntomas.
Las pruebas arrojaron que 16 voluntarios de los 14.900 que recibieron la vacuna fueron diagnosticados positivos del COVID-19, es decir, 0,1%, frente a 62 de los 4.900 que recibieron un placebo (1,3%).
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Los autores aseguraron que todavía existe un límite en la medida en que los PCR fueron realizados “solamente cuando los participantes declararon sufrir síntomas del COVID-19” por lo que el análisis sobre su eficacia solo fue realizado sobre los casos sintomáticos.
“Se necesitan nuevas investigaciones para determinar la eficacia de la vacuna en los casos asintomáticos y sobre la transmisión de la enfermedad”, indica The Lancet .
Por otro lado, basándose en unos 2.000 casos de personas mayores de 60 años, el estudio evidencia que la vacuna parece eficaz también en este grupo de edad, uno de los más susceptibles a enfermar gravemente por el COVID-19.
Los análisis de datos parciales sugieren que esta vacuna protege muy bien contra las manifestaciones moderadas y graves de la enfermedad.
La Sputnik V es una vacuna de “vector viral” que utiliza otros virus previamente manipulados para que sean inofensivos para el organismo pero capaces de combatir el COVID-19; se trata de la misma técnica utilizada para la vacuna de AstraZeneca/Oxford, cuya eficacia es de 60%, según la EMA.
Esta última utiliza un solo adenovirus de chimpancé mientras que la rusa utiliza dos adenovirus humanos diferentes para cada una de las dosis, lo cual podría explicar su mejor respuesta inmunitaria al COVID-19.
Los prematuros resultados de la vacuna Sputnik V generaron un gran escepticismo en la comunidad científica del mundo que dudó sobre su verdadera eficacia. Sin embargo, los nuevos análisis han confirmado que esta vacuna representa un éxito científico y político para la Rusia de Vladimir Putin.
Desde las primeras semanas de la pandemia, el presidente ruso ordenó al aparato científico, político y militar lanzarse a la batalla para que Rusia fuera la primera en desarrollar una vacuna en el mundo.
En la primavera boreal de 2020, el director del Instituto de Investigación Gamaleya, Alexander Guintsburg, celebró por haber desarrollado el producto y ser uno de los primeros en aplicarse la candidata a vacuna.
El 11 de agosto, Putin anunció anticipadamente la homologación de la primera vacuna anti-COVID-19 en el mundo, una proclamación recibida con escepticismo en el extranjero ya que solo había sido probada en algunas decenas de militares y no había terminado la última fase de ensayos clínicos.
Sin embargo, la vacunación de la población comenzó en diciembre de 2020, en el mismo momento en que Europa y Estados Unidos distribuían las primeras vacunas desarrolladas por sus firmas farmacéuticas.
Lo cierto, es que la vacuna demuestra la excelencia de una Rusia que ha sido despreciada y sancionada por Occidente y por eso Putin se ufana de que la Sputnik V es la “mejor vacuna del mundo”.
La elección del nombre es altamente simbólico ya que es un homenaje al primer satélite del mundo lanzado por la Unión Soviética en 1957; por lo que recuerda una proeza científica y una dura derrota para el archienemigo Estados Unidos.
Además, se trata también del regreso de la investigación rusa a la élite científica mundial, un sector que había resultado muy afectado por las crisis y la corrupción en Rusia desde la caída de la URSS.
Rusia demostró rápidamente su voluntad de distribuir la vacuna en el mundo, para probar que sabía hacer más que exportar armas, minerales e hidrocarburos y también para mostrar su poder de influencia en el mundo.
La Sputnik V fue homologada en más de quince países, desde vecinos exsoviéticos como Bielorrusia o Armenia hasta aliados como Venezuela e Irán, pero también en Corea del Sur, Argentina, Argelia, Túnez y Pakistán.
Las autoridades de Rusia han recibido pedidos por más de mil millones de dosis, pero el país no está en condiciones de satisfacer semejante demanda y por eso su principal objetivo es desarrollar proyectos de cooperación para producir la vacuna en fábricas locales de los países.
Por el momento, Kazajistán, India, Corea del Sur y Brasil producen la Sputnik V pero no todos la utilizan aún y por eso se espera que en las próximas semanas la Sputnik V vaya ganando protagonismo en el objetivo de inmunizar a la población contra el COVID-19.
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