Un equipo de científicos del Imperial College London realizará un experimento en el que infectarán a personas sanas con el COVID-19 para poder evaluar la efectividad de una vacuna en un ambiente controlado.
El estudio fue denominado como “Desafío humano” y ha generado cierta controversia por el nivel de riesgo al que serán sometidos estos voluntarios.
Sin embargo, los investigadores aseguraron que este tipo de ensayos podría generar resultados mucho más rápidos que con un enfoque habitual, en donde toca esperar a que las personas se infecten a través de una exposición natural.
Se espera que este experimento, apoyado por el Gobierno británico, empiece en enero y participen unas 90 personas sanas entre los 18 y 30 años a quienes se inmunizará previamente con una vacuna antes de infectarlos con el COVID-19.
“Infectar de forma deliberada a voluntarios con un patógeno humano conocido nunca se hace a la ligera. Sin embargo, estos estudios son tremendamente informativos sobre una enfermedad, incluso una tan bien estudiada como el COVID-19”, explicó Peter Openshaw, coinvestigador del estudio.
El experimento espera evaluar en la primera fase el nivel más pequeño de exposición necesario para provocar la enfermedad del COVID-19 y el impacto de la infección en el organismo.
Asimismo, también se busca estudiar cómo actúan las posibles vacunas en el organismo, la respuesta inmune del cuerpo y los posibles tratamientos frente a esta enfermedad.
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El científico líder de la investigación del Departamento de Enfermedades Infecciosas, Chris Chiu, explicó que la prioridad en este estudio será la seguridad de los voluntarios pero resaltó que hay muchas expectativas sobre los resultados que pueda arrojar este experimento.
“La gran ventaja de estos estudios con voluntarios es que podemos observar con mucha atención a cada voluntario, no solo durante la infección sino también antes de la infección, y podemos controlar lo que está sucediendo en cada etapa, incluso antes de que se desarrollen los síntomas”, indicó Chiu.
Un estudio crucial
Desde el comienzo de la pandemia, la comunidad médica y científica ha aprendido mucho sobre cómo se propaga el virus del COVID-19 y qué grupos pueden tener un mayor riesgo; así como también han obtenido conocimientos clínicos sobre los tratamientos que pueden reducir la gravedad de la enfermedad y sus efectos.
Sin embargo, a pesar de estos avances, quedan muy pocas terapias para tratar a los pacientes con COVID-19 y no existe una vacuna eficaz disponible en la actualidad.
De esta forma, los investigadores resaltaron que este tipo de estudios de provocación humana podrían ser un componente crucial del progreso de la investigación sobre los posibles tratamientos, la prevención de la enfermedad y la efectividad que pueden tener las vacunas.
“Los estudios de desafíos humanos pueden aumentar nuestra comprensión del COVID-19 de formas únicas y acelerar el desarrollo de los muchos posibles nuevos tratamientos y vacunas para la enfermedad”, indicó Chiu.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha explicado que en el mundo hay más de cien vacunas contra la COVID-19 en desarrollo, pero solo una docena están en fases de ensayo muy avanzadas, entre ellas la de la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca.
“Para las vacunas que están en las etapas finales de desarrollo y ya han demostrado ser seguras y efectivas en los estudios de fase 3, este tipo de investigaciones de ‘desafío humano’ pueden ayudar a entender más si las vacunas previenen la transmisión”, resaltó Jonathan Van-Tam, subdirector médico del Gobierno británico.
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