Más de 24.000 sueños han sido estudiados para lograr establecer la prueba científica de que los sueños son una continuación de lo que sucede en la vida cotidiana. Además, los investigadores han encontrado que las emociones y vivencias del diario impactan directamente en lo que podríamos llegar a soñar o, afectar las habilidades para resolver problemas.
Con el objetivo de ayudar a las personas a abordar sus problemas de la vida real, científicos han elaborado un estudio cuya conclusión es que los sueños no son otra cosa que la continuación de la vida cotidiana. Por ejemplo, para quienes padecen pesadillas, interpretar los sueños, o tratar de influir en ellos, son formas de tratar, de cierta manera, una afección que lleva una persona en su diario vivir.
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De acuerdo con el estudio, publicado en la revista The Royal Society, la vida cotidiana influye en lo que soñamos y viceversa. Esto significa que las preocupaciones en la vida conllevan a sueños preocupantes, mientras que los sueños pueden ayudar a resolver problemas que se presentan durante las horas de vigilia.
“La mayoría de los sueños son una continuación de lo que sucede en la vida cotidiana. Resulta que la vida cotidiana tiene un impacto en los sueños, por ejemplo, la ansiedad en la vida conduce a sueños con afecto negativo; y viceversa, por ejemplo, los sueños afectan las habilidades para resolver problemas”, detalló el estudio.
El análisis psicológico tradicional de los sueños se remonta a la época de Freud, quien argumentaba que los significados ocultos de los sueños pueden interpretarse mediante el análisis de los hechos en el mundo real. Mientras que los análisis actual de los sueños buscan símbolos, metáforas y estructuras que puedan corresponder a otras partes de la vida de una persona.
“De manera más general, la interpretación de los sueños es una herramienta que los terapeutas han utilizado durante mucho tiempo. Por ejemplo, se ha utilizado para explorar la realización de deseos, deseos inconscientes y conflictos, y para llevar el contenido de los sueños a la vida real de una persona, ayudándolo a aclarar los sentimientos desde todos los ángulos (en la terapia Gestalt)”, señaló el estudio.
Por esta razón, los investigadores diseñaron una solución algorítimica que permite rastrear un gran número de sueños a gran escala, analizando los informes de sueños de 24.000 contenidos en una base de datos pública gigante llamada DreamBank.
El equipo de investigadores analizó los personajes, las interacciones sociales y las palabras emocionales dadas en las descripciones de los sueños para buscar patrones recurrentes.
A través de la utilización de una herramienta de procesamiento de lenguaje especialmente diseñada para analizar los sueños, comparó los hallazgos de la herramienta con los informes escritos a mano por expertos en sueños. El nivel de coincidencia entre las dos conclusiones fue del 75%.
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Esta alta coincidencia se entrelaza fuertemente con la hipótesis de la continuidad, en la que se afirma que los sueños son simplemente una continuación de nuestras vidas en vigilia. Precisamente, los informes de los sueños estudiados contenían varios “marcadores estadísticos” que reflejaban lo que probablemente experimentaron los dueños de los sueños en la vida real.
“Podemos observar que alrededor del 80% de los sueños se experimentan desde una perspectiva en primera persona (desde la perspectiva del soñador) y tienden a involucrar escenarios ordinarios. A su vez, la vida cotidiana se ve afectada sistemáticamente por una variedad de factores, incluido el sexo, la fase de la vida, las experiencias (que cambian la vida) y la exposición a la agresión cotidiana”, explicaron.
Entre las tres hipotesis comprobadas, lograron establecer que, por ejemplo, los sueños de las mujeres se caracterizan por emociones más que interacciones en torno a actividades y por niveles limitados de agresión.
“Los informes de sueños de hombres y mujeres difieren en varios aspectos clave. A diferencia de los informes femeninos, los masculinos contienen más marcadores de agresión y, como resultado, más emociones negativas. Por el contrario, los informes femeninos contenían emociones más positivas e interacciones más amistosas”, sostuvieron.
Asimismo, encontraron que los sueños de un adolescente se caracterizan por emociones negativas y agresión, seguidas de interacciones sexuales en la vida adulta temprana.
“La presencia de emociones negativas y agresión en sus relatos oníricos aumentó durante la adolescencia, y las interacciones sexuales aparecieron después de los 18-21 años”, señalaron.
Por otro lado, pudieron establecer que los sueños de un veterano de guerra, por ejemplo, se caracterizan por emociones negativas y agresión. Y los de las personas ciegas presentan personajes y aspectos más imaginarios relacionados con sus cuidadores en la vida real.
“Sus informes tendían a contener más personajes femeninos e imaginarios. Además, los sueños de las personas ciegas contenían considerablemente menos episodios de agresión y una menor prevalencia de emociones negativas”, indicaron.
Los científicos esperan que con este estudio se logre “la construcción de tecnologías que reduzcan la brecha actual entre la vida real y los sueños”.
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