Un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford evidenció que la infección de COVID-19 provoca una disminución en el tamaño del cerebro.
El estudio, publicado en la revista Nature, analizó varias resonancias magnéticas de 785 participantes para investigar los cambios que tuvieron sus cerebros antes y después de la infección con el virus.
De esta forma, las imágenes evidenciaron que el tamaño del cerebro se había reducido ligeramente y registraba menos materia gris en las regiones relacionadas con el olfato y la memoria.
“Estos efectos oscilaron entre un 0,2 % y un 2 % de cambio adicional en comparación con los participantes que no habían sido infectados. En promedio, los participantes infectados con COVID-19 también mostraron un mayor deterioro cognitivo entre sus dos escaneos, asociado con la atrofia de una parte específica del cerebelo relacionada con la cognición”, reseña la investigación.
Estos datos confirmarían algunos de los síntomas y secuelas que generalmente se han identificado con el COVID-19, como la pérdida de la capacidad olfativa y de una dificultad para pensar y concentrarse.
Sin embargo, los expertos aseguraron que no está claro si el virus ataca directamente a las áreas olfativas o este efecto es provocado por la muerte de las células ante la falta de su uso en las personas que pierden el sentido del olfato tras una infección.
La profesora e investigadora del Centro Wellcome de Neuroimagen Integrativa de la Universidad de Oxford, Gwenaëlle Douaud, explicó que estas características fueron identificadas unos 4.5 meses después de la infección e independientemente de la gravedad.
Además, aún no se ha logrado determinar si estos efectos en materia cerebral son reversibles en el tiempo o podrían implicar algunos efectos para la salud de las personas a largo plazo.
“Debemos tener en cuenta que el cerebro es realmente plástico, con eso queremos decir que puede curarse a sí mismo, por lo que hay una gran posibilidad de que, con el tiempo, los efectos nocivos de la infección desaparezcan”, señaló Douaud a la cadena BBC.
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De acuerdo con la experta, estos efectos negativos fueron más marcados en las personas con edades avanzadas y estos hallazgos serían importantes para entender si los daños en el tejido cerebral provocado por el COVID-19 podría afectar sus capacidades cognitivas a futuro.
Los investigadores también destacaron que al contar con los escáneres previos a la infección de las personas que participaron en el estudio; se ha logrado analizar con mayor certeza los cambios cerebrales que se generaron por el COVID-19.
“Es el único estudio en el mundo que puede demostrar cambios en el cerebro antes vs después asociados a la infección. La recopilación de este conjunto de escaneos de múltiples órganos de personas que habían sido infectadas y que no habían tenido el virus ha generado un recurso único que permite a los científicos comprender cómo afecta el virus a los órganos internos”, destacó Naomi Allen, profesora de epidemiología.
Lo cierto es que este estudio fue realizado en momentos en que el virus original y la variante Alfa prevalecían en las oleadas de contagio en el Reino Unido y por eso no está claro si todas las variantes provocan este impacto en materia cerebral.
Además, se desconoce si estos cambios también se registran en personas inmunizadas; por lo que es crucial desarrollar nuevas investigaciones para determinar si el cambio en el tamaño del cerebro también se presenta con el contagio de nuevas variantes y en personas vacunadas.
Finalmente, la comunidad científica ha mostrado su preocupación por las secuelas que podría dejar el COVID-19 a largo plazo en algunas personas ya que esto podría afectar su calidad de vida y desencadenar nuevas enfermedades.