Un equipo de científicos en Alemania logró determinar que el COVID-19 estaría entrando en el cerebro a través de la nariz, lo cual podría explicar la aparición de algunos síntomas neurológicos que se han observado en pacientes contagiados con coronavirus.
Así lo determinaron los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Berlín y de la Universidad Humboldt de Berlín, quienes realizaron un estudio de los cuerpos de varias personas fallecidas que habían contraído el COVID-19.
Los científicos explicaron que durante los últimos meses se ha podido determinar que el COVID-19 no solo afecta al aparato respiratorio sino que también tiene efectos sobre el sistema nervioso central con síntomas que van desde la pérdida del olfato y del gusto, al dolor de cabeza, la fatiga y las náuseas.
También se ha establecido que en algunos casos pueden presentarse accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades graves, por lo que la llegada de células infectadas al cerebro podría tener una explicación.
Las recientes investigaciones han confirmado la presencia de ARN del virus en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo, pero todavía sigue sin estar claro por dónde entra el virus y cómo se distribuye en el cerebro.
De esta forma, los investigadores realizaron 33 autopsias a pacientes fallecidos por COVID-19 en los que analizaron la presencia del virus en la nasofaringe (parte superior de la garganta detrás de la nariz), ya que se cree que esta es una zona crucial para la infección y posible transmisión, así como en otras zonas del cerebro.
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El líder e investigador del estudio, Frank Heppner, explicó que el equipo logró detectar el virus en varias estructuras neuroanatómicas que conectan los ojos, la boca y la nariz con el tronco cerebral. Además, este proceso de infección se daría por la proximidad del tejido endotelial y nervioso que facilitaría su entrada en el cerebro.
“La carga viral más alta se encontró en la mucosa olfativa. Sobre la base de estos datos, asumimos que el COVID-19 puede utilizar la membrana mucosa olfativa como puerta de entrada al cerebro” indicó Heppner.
De acuerdo con el experto, las células de la membrana mucosa, los vasos sanguíneos y las células nerviosas están muy cerca unas de otras y esto explicaría algunos de los síntomas que presentan las personas contagiadas.
“Desde la mucosa olfativa, el virus aparentemente usa conexiones neuroanatómicas como el nervio olfatorio para llegar al cerebro”, indicó el neuropatólogo.
Los investigadores lograron observar que la duración de la enfermedad estaba inversamente relacionada con la cantidad de virus detectado, por lo que a más altos niveles de COVID-19 menos duraba la enfermedad.
En algunos pacientes se encontró que la proteína que utiliza el COVID-19 para infectar las células estaba en algunos marcadores de neuronas, lo que sugiere que las neuronas del olfato podrían estar infectadas, al igual que otras zonas del cerebro que reciban señales olfativas y gustativas.
Además, hallaron rastros de COVID-19 en otras áreas del sistema nervioso, incluida la médula oblonga, el principal centro de control de las funciones respiratorias y cardiovasculares del cerebro.
En algunos de los casos examinados, los expertos evidenciaron un “daño tisular por accidentes cerebrovasculares” que habían surgido como resultado de una tromboembolia, la cual se presenta por un bloqueo de los vasos por coágulos de sangre.
“El COVID-19 también se encontró en regiones del cerebro que controlan funciones vitales como la respiración. No se puede descartar que en el caso de cursos severos de COVID-19 , la infestación del virus en estas áreas del cerebro dificulta la respiración, además del deterioro de la función respiratoria debido a la infestación del virus en los pulmones. Lo mismo puede aplicarse al corazón y la circulación”, concluyó Heppner.
Finalmente, los investigadores resaltaron que se requiere realizar un estudio con muchas más autopsias que incluyan una amplia gama de muestras y de edades para identificar de forma más clara cómo el virus del COVID-19 logra entrar en el cerebro, especialmente a través de la nariz.
Además, reconocieron que el nivel de infección moderado o leve no se puede relacionar, hasta el momento, con una infección del COVID-19 a nivel cerebral ya que las personas estudiadas tenían una edad promedio de 72 años y su sintomatología puede diferir con otros grupos poblacionales.
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