La vacuna para el COVID-19 desarrollada por la farmacéutica AstraZeneca, en conjunto con la Universidad de Oxford, fue una de las primeras en recibir autorización en el mundo para enfrentar el coronavirus.
Este medicamento cuenta con varias ventajas frente a otras vacunas ya que es barata y fácil de almacenar, facilitando el manejo logístico en las campañas de inmunización. Sin embargo, en los últimos meses ha estado en medio de varias controversias.
Las vacunas que se vienen utilizando en la actualidad son Pfizer/BioNTech y Moderna (EE.UU.) , AstraZeneca/ Oxford (Reino Unido), Sputnik V (Rusia), Sinovac y Sinopharm (China), pero próximamente se espera la aprobación de las vacunas de Johnson & Johnson/ Janssen y Novavax (EE.UU.).
La vacuna de AstraZeneca fue desarrollada con la técnica de “de vector viral” en el que se toma como base otro virus (un adenovirus de chimpancé) que fue debilitado y genéticamente modificado para impedir que el coronavirus se reproduzca en el organismo humano.
La forma en que introduce el material genético en las células, ordenándoles que ataquen al COVID-19 se ha calificado como un “caballo de Troya”.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) explicó que las vacunas de vectores virales ingresan a una célula dentro de nuestro organismo y usa la maquinaria celular para producir una porción inocua del virus que causa la COVID-19.
De acuerdo con la entidad, con estas instrucciones nuestras células hacen copias de la proteína despertando en nuestro organismo una respuesta y empieza a crear linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus si nos llegamos a infectar en el futuro.
Ver más: ¿Cómo funcionan las vacunas desarrolladas para el COVID-19?
La vacuna de AstraZeneca/Oxford tiene la ventaja de ser barata (unos 2,5 euros o 3 dólares por dosis, con variaciones según los costes de producción locales), pero la compañía farmacéutica se ha comprometido a venderla sin ningún beneficio.
Además, también es una de las vacunas que es más fácil de almacenar, ya que puede conservarse a la temperatura de un refrigerador, entre 2° y 8º centígrados, a diferencia de las vacunas de Moderna y Pfizer/BioNTech que solo pueden almacenarse a largo plazo a temperaturas muy bajas de -20°C y -70°C respectivamente.
En ese sentido, la vacuna de AstraZeneca se ha convertido en una de las que permitirán facilitar la vacunación a gran escala en los países, especialmente en zonas apartadas y que tienen dificultades para conservar la cadena de frío.
El laboratorio británico ha revelado que su vacuna tiene una eficacia promedio del 70%, frente a una efectividad de más de 90% para Pfizer/BioNTech y Moderna, un resultado que ha sido validado por la revista científica The Lancet.
En los primeros resultados publicados, procedentes de ensayos clínicos previos a su aprobación, aparecieron variaciones de eficacia luego de que se suministraran diferentes dosis por error, lo que sembró la duda y provocó críticas llevando a la empresa a realizar estudios adicionales.
Asimismo, la eficacia en personas mayores de 65 años también fue cuestionada en Europa por falta de datos, hasta que nueva información, extraída de las campañas de vacunación de los países más avanzados en este terreno, aportó tranquilidad frente a este tema.
Precisamente, países como Alemania e Italia han autorizado el uso de esta vacuna finalmente para este grupo de edad, con la esperanza de acelerar sus campañas de inmunización.
Un estudio realizado por las autoridades sanitarias de Inglaterra demostró una protección de entre el 60 % y el 73 % contra las formas sintomáticas de la enfermedad en personas mayores de 70 años con la aplicación de una sola dosis.
A pesar de que la vacuna ya se viene aplicando masivamente en algunos países, Dinamarca anunció que suspendió su suministro como una medida de precaución debido a la preocupación por la aparición de coágulos de sangre en personas vacunadas.
La agencia danesa de salud explicó que aún no se ha establecido ninguna relación entre la vacuna y dichos coágulos pero se vienen investigando a los pacientes que habrían presentando esta aparición.
Un portavoz de AstraZeneca aseguró que “la seguridad de la vacuna se ha estudiado ampliamente en los ensayos clínicos de fase III y los datos revisados por expertos confirman que la vacuna ha sido generalmente bien tolerada”.
Sin embargo, Austria también anunció que había dejado de administrar un lote de vacunas producidas por el laboratorio británico luego de que una enfermera de 49 años muriera por “graves trastornos de coagulación” unos días después de recibir la vacuna.
Otros cuatro países europeos, Estonia, Lituania, Letonia y Luxemburgo, también suspendieron inmediatamente la vacunación con dosis procedentes de dicho lote, que se entregó a 17 países y que incluía un millón de vacunas.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) aseguró que se debe seguir administrando la vacuna de AstraZeneca ya que “los beneficios continúan superando los riesgos” por lo que puede seguir inyectándose.
Precisamente, el comité de seguridad (PRAC) de la EMA se reunió para revisar todos los casos de eventos tromboembólicos y otras afecciones relacionadas con coágulos sanguíneos y concluyó que, de momento, “no hay indicios de que la vacunación haya causado estas afecciones, que no se enumeran como efectos secundarios de esta vacuna”.
Los científicos y autoridades regulatorias se encuentran revisando los casos de coágulos sanguíneos para poder establecer su relación directa con la vacuna.
El organismo regulador británico, MHRA, fue el primero en aprobar su utilización masiva. El Reino Unido es el país más afectado de Europa por el COVID-19 con más de 125.000 muertos, por lo que el gobierno firmó un acuerdo de suministro de 100 millones de dosis de esta vacuna.
Los retrasos en las entregas a los países de la Unión Europea provocaron arduas quejas, ya que el laboratorio británico sí estaba suministrando al Reino Unido las existencias prometidas.
AstraZeneca anunció en enero que solo podría entregar un tercio de las 120 millones de dosis prometidas inicialmente a los 27 Estados miembros de la Unión Europea en el primer trimestre.
En medio de este escenario, Italia bloqueó recientemente la exportación de 250.000 dosis hacia Australia, alegando una “escasez persistente” y “retrasos en el suministro” de las vacunas.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que otros países podrían bloquear las exportaciones y afirmó que AstraZeneca había entregado “menos del 10%” de las dosis pedidas entre diciembre y marzo.
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