Dos casos de hombres que quemaron vivas a sus parejas son motivo de indignación en Argentina, que ya ha sido sacudida con protestas por la muerte prevenible de Úrsula Bahillo, la joven de 18 años asesinada por su exnovio policía, tras haberlo denunciado en 18 oportunidades.
Otro policía fue, precisamente, quien el Día de los Enamorados roció a Miriam Beatriz Farías, de 45 años, y le prendió fuego. La mujer fue trasladada al hospital, donde se informó que tenía el 40% del cuerpo quemado, y finalmente falleció tres días después.
Su agresor fue identificado como Jorge Juárez, de 49 años, suboficial de la Policía Federal de Córdoba, quien fue detenido e imputado por homicidio calificado. Según medios locales, se trata del sexto femicidio en la región en los escasos dos meses que han transcurrido de 2021.
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El segundo caso prevenible de sujetos que quemaron vivas a sus parejas es la condena de cadena perpetua dictada al asesino de Marisol Giraldi. La joven de 23 años y madre de tres hijos fue asesinada por su esposo, Yamil López, de 31 años, al rociarla con un solvente y prenderle fuego en Rosario.
Marisol agonizó durante cinco días antes de morir a causa de las graves quemaduras en el 60% del cuerpo. El hecho se produjo en 2018 y la justicia tardó más de dos años en el proceso para dictar la sentencia.
Tal como había ocurrido en el caso de Úrsula Bahillo, el asesino tenía antecedentes violentos. Años antes le había disparado a una novia porque ella había decidido terminar con él. La herida causó que la joven no pueda quedar embarazada.
En el caso de Marisol, se conoció durante el proceso judicial que la relación había comenzado ese mismo año 2018, y que las golpizas propinadas por López a la víctima habían causado que fuera remitida en dos ocasiones al hospital. Adicionalmente, el sujeto la había obligado a tatuarse el nombre de él y la había forzado a alejarse de su familia y amigos.
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La fiscalía a cargo del caso pidió a quienes observen estos comportamientos de aislamiento, tomar acciones antes de que se produzcan estas agresiones. En los dos casos, la violencia de género es un agravante.
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