Una mujer se llevó una anecdótica sorpresa luego de que descubriera que su perra se comió su reloj inteligente Fitbit luego de que lo dejara cargando en su habitación.
Todo empezó cuando Marie Fournier extravió su dispositivo electrónico en su vivienda en Michigan (EE.UU.). En un principio pensó que estaba perdido en el dormitorio y le restó importancia a su ubicación.
Sin embargo, al revisar su teléfono quedó muy sorprendida; ya que la aplicación de ejercicios le había registrado algo extraño: alguien había estado usando su reloj inteligente porque tenía un reporte de actividad física.
“Abrí la aplicación y confirmé que debía estar presente porque alguien la estaba usando. Fue divertidísimo. Había estado rastreando el movimiento y fue como si hubiera andado en bicicleta afuera durante 20 minutos”, indicó Fournier.
De esta forma, la mujer empezó a sospechar de sus dos perros: Halley y Harley; pero al ver el comportamiento de esta última supo que había hecho algo malo porque estaba actuando de manera extraña.
Marie decidió subir a cada uno de sus perros al carro y salió a dar una vuelta a la manzana para comprobar el registro de la aplicación y por eso terminó comprobando que Harley era la verdadera culpable.
“Luego hice lo mismo con Harley y descubrí que ella era la verdadera culpable. El extraño comportamiento de Halley debe haber sido empatía por su hermana”, indicó la mujer.
Tras este curioso descubrimiento, Fournier empezó a preocuparse por la salud de su mascota y decidió contactar a la línea de ayuda contra el envenenamiento de las mascotas Pet Poison Helpline; en donde le recomendaron que acudiera a un veterinario de inmediato.
La doctora Renee Schmid recibió el caso y lo primero que le generó desconcierto era que la batería de litio del reloj inteligente podría causarle una descarga o un problema grave en su aparato digestivo.
Marie rápidamente se trasladó a Caseville Small Animal Clinic en donde le realizaron unas radiografías que confirmaron que el Fitbit estaba intacto; pero tenían que someter al perro a una cirugía con urgencia debido a que la mascota no lo iba a eliminar de forma natural.
Además, gracias a este análisis no solo se comprobó que la perra se comió el reloj inteligente sino que Harley también tenía una piedra, del tamaño de una ciruela, alojada en sus intestinos.
“Dado que habían pasado más de 24 horas desde la ingestión, existía la preocupación de que el Fitbit no pasara por sí solo y recomendamos la cirugía”, explicó la doctor Schmid.
Los veterinarios lograron hacer la cirugía sin complicaciones y le extrajeron el reloj y la piedra; la cual afortunadamente se descubrió porque le hubiera podido causar la muerte.
Finalmente, la dueña de la perrita bromeó que su reloj sigue funcionando normalmente y solo tuvo que comprarle una banda nueva; pero le quedó clara la lección de que deben estar más pendientes con su esposo de los objetos que están al alcance de sus mascotas.
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