Los dueños de un bar en Irlanda se han reinventado ante el impacto de la pandemia y tras varios meses de cerrar sus puestas y no vender ni una gota de alcohol, decidieron formar una nueva clientela al convertirse en la primera clínica veterinaria para la fauna salvaje del país.
De esta forma, cisnes, zorros y otras especies se han convertido los principales clientes del pub Tara Na Ri, que revolucionó su negocio para atender la necesidad de cientos de animales.
Detrás de las persianas de este pub de Navan (noreste de Irlanda), los dispensadores de cerveza permanecen en silencio y la sala principal está desierta.
Sin embargo, las salas anexas albergan una actividad desbordante: Liam, una cabra salvaje de dos semanas recibe leche en mamadera, mientras que cisnes instalan su nido en antiguos establos, un zorro miedoso se crea un corral y un voluntario cuida a un halcón de ojos grandes.
En ese sentido, la antigua bodega de bebidas se convirtió, gracias a la asociación Rehabilitación de la Fauna Irlandesa (WRI), en la primera clínica veterinaria del país que se ocupa de criaturas de todos los tamaños y especies, cualquiera que sea su problema.
“Estábamos acostumbrados a cierta forma de vida. Cuando nos la quitaron, nos encontramos con un vacío y tardamos un tiempo en llenarlo, de una manera que nunca hubiésemos creído posible”, indicó James McCarthy, cuya familia tiene el pub desde hace más de diez años.
Por su parte, el experto y responsable del cuidado de los animales Dan Donoher, aseguró que se están preparando para la temporada de animales huérfanos, la cual es la época más ocupada del año para este bar.
“Tendremos muchos polluelos y zorros, que nos mantendrán ocupados durante los próximos seis meses”, aseguró Donoher.
En la cultura irlandesa, los pubs ocupan un lugar central en la vida social, donde se celebran los acontecimientos importantes y se crea la solidaridad entre vecinos.
En las zonas rurales remotas, su papel es aún más importante, y el cierre del Tara Na Ri había asestado un duro golpe a la comunidad local, ya sacudida por los cambios radicales provocados por el confinamiento.
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El responsable de la sección educativa de WRI, Aoife McPartlin, explicó que la nueva clínica veterinaria ya logró sustituir el pub en el corazón de algunos clientes, que han destinado parte de su tiempo para reparar las salas auxiliares.
“Los hemos recibido, nos han acogido”, aseguró uno de los habitantes, que no han escatimado esfuerzo ni tiempo para renovar los locales para atender a los nuevos clientes: los animales salvajes.
Consciencia de la vida silvestre
Irlanda se encuentra actualmente en pleno tercer confinamiento, instaurado para detener la explosión de casos que se producen tras una relajación de las restricciones locales antes de Navidad.
Si bien el país atravesó las dos primeras olas de la pandemia con relativamente pocos casos y muertes, ahora tiene la tasa de infección por habitante más alta del mundo y ya registra más de 4.000 muertes por el COVID-19.
Es debido a este “tsunami de infecciones”, como lo describió el primer ministro Micheal Martin, que 45% de las muertes ocurridas en el país a causa del coronavirus se produjeron desde inicio de 2021.
Desde principios de año, las escuelas, tiendas no esenciales, pubs, restaurantes, gimnasios y cines están cerrados y se ruega a los ciudadanos que permanezcan en sus casas, salvo para hacer ejercicio en un perímetro limitado.
Una situación que para Aoife McPartlin tiene su ventaja puesto que con el aumento espectacular del número de personas que pasan tiempo en la naturaleza, el número de animales heridos o abandonados encontrados por los caminantes y luego traídos para ser tratados explotó.
“La naturaleza salvó a mucha gente durante la pandemia. Son más conscientes de la vida silvestre y de su existencia, y de nuestra coexistencia”, indicó McPartlin.
De esta forma, este bar se ha pasado de ser una casa de encuentros de vecinos a ser la primera veterinaria del país destinada a la atención y recuperación de animales salvajes.