Un grupo de investigadores logró encontrar un diminuto ejemplar de una musaraña de elefante (Sengi somalí) en África, la cual se creía que estaba extinta porque no se había observado desde hace 50 años.
Esta especie de diminuto mamífero tiene el tamaño de un ratón con una nariz larga y flexible que se mueve de un lado a otro, además se destaca porque puede correr a una velocidad de 30 kilómetros por hora.
Los científicos han asegurado que se trata de un “pariente cercano” de otras especies que tienen nariz trompa como los cerdos hormigueros, los elefantes y los manatíes.
Sin embargo, no se tenía registro desde 1970 en el Cuerno de África y solo se tenían 39 especímenes conservados en los museos de historia natural, que eran los únicos que confirmaban su existencia física en el mundo.
En ese sentido, la ONG Global Wildlife Conservation incluyó a la musaraña de elefante en su lista de las 25 especies perdidas más buscadas del planeta.
El estudio fue liderado por el investigador del Centro Lemur de la Universidad de Duke, Steven Heritage, en conjunto con Galen Rathbun de la Academia de Ciencias de California y Houssein Rayaleh de la Asociación Djibouti Nature.
“La biología Sengi es una ciencia de la pasión. Se necesita alguien que esté motivado por la pasión por los sengis para salir a buscar esta especie perdida. No son animales muy conocidos, pero cuando los ves es imposible no adorarlos”, destacó Heritage, autor principal del estudio.
De esta forma, un grupo de investigadores decidió emprender en 2019 un proyecto para tratar de buscar evidencia de esta pequeña especie, por lo que instalaron más de 1.200 trampas en una zona del Cuerno de África evidenciando que la musaraña de elefante todavía deambula por la zona.
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El hallazgo sorprendió a los científicos tras capturar doce ejemplares de musaraña de elefante (Sengis somalíes) así como un montón de ratones y jerbos, confirmando la existencia de esta especie tras cerca de medio siglo sin tener información.
Los análisis de algunos modelos de su distribución y hábitats potenciales, le permitió al equipo llegar a la conclusión de que el Sengi somalí es mucho más común de lo que la gente pensaba. Además, puede tener una distribución mucho más amplia que incluye partes cálidas, secas y rocosas de Somalia, Djibouti e incluso Etiopía.
“Toda la gente local sabía sobre esto, por lo que no podía ser raro de ninguna manera. Y sus hábitats no están amenazados por la agricultura y el desarrollo humano, debido al entorno muy árido donde no hay un futuro previsible para la agricultura”, explicó Heritage.
El líder del programa de Búsqueda de Especies Perdidas de GWC, Robin Moore, destacó que cuando se redescubren especies perdidas generalmente se encuentran uno o dos individuos, por lo que se tiene que actuar rápidamente para tratar de prevenir su extinción inminente.
“Este es un redescubrimiento bienvenido y maravilloso durante una época de agitación para nuestro planeta, y uno que nos llena de esperanza renovada para las especies de pequeños mamíferos que quedan en nuestra lista de más buscados, como el topo dorado de DeWinton, un pariente del sengi, y el corredor de nubes de la isla Ilin”, resaltó Moore.
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