En su editorial del 13 de agosto, César Miguel Rondón destaca que Tras el nombramiento de Kamala Harris como la compañera elegida como Vice Presidente del candidato Joe Biden en la carrera presidencial estadounidense, el presidente Donald Trump, la calificó de esta manera:
“Ella fue extraordinariamente asquerosa con Brett Kavanaugh, el juez Kavanaugh entonces,
ahora el juez Kavanaugh”… “Ella fue asquerosa a un nivel que fue simplemente una cosa
horrible”
Si juzgamos como coherente el uso que ha hecho de la palabra “asqueroso” o “asquerosa” notaremos que se refiere de esa manera a alguien cuando su conducta le contradice a él o a los suyos, le obliga a hacerse responsable, se opone a su autoridad o la de sus amigos, se rebela contra su condición de superioridad. Y la más importante consideración, es una palabra para descalificar a una mujer.
Tomemos algunos ejemplos:
Durante su tercer y último debate antes de las elecciones de 2016, Trump se refirió a su rival demócrata, Hillary Clinton, como una “nasty woman”, “mujer asquerosa”.
Luego en septiembre de 2017, volvió a usarla contra otra mujer, cuando la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, criticó públicamente a la administración Trump por su respuesta inadecuada al huracán María y la devastación que causó en Puerto Rico.
Con la senadora Kamala Harris, la ha usado varias veces, una de ellas ocurrió durante una entrevista en Fox Business en mayo de 2019, cuando Trump dijo que la senadora Kamala Harris (D-Calif.) fue “probablemente muy asquerosa”.
El 29 de marzo de 2020, cuando la reportera de PBS, Yamiche Alcindor , le preguntó al presidente Trump por qué había eliminado a un equipo del Consejo de Seguridad Nacional responsable de responder a la pandemia a medida que el coronavirus se propagaba por Estados Unidos y el mundo, Trump se refirió a la pregunta como “asquerosa”.
Luego, el presentador agrega que es uno de los hombres afortunados que tuvo la dicha de haber trabajado y seguirlo haciendo con valiosas, inteligentes, decididas y creativas mujeres. Vengo de una familia donde el rol de
la mujer no es el de atender una casa y unos hijos únicamente, es el de opinar con libertad, protagonizar su realización personal a través de su carrera y plantar con empeño sus propias causas y luchas.
Mi mamá, Roselena, fue activista política de Acción democrática en Venezuela, luchó contra la dictadura y todavía hoy, con casi cien años, mantiene esa digna fiereza ante la vida.
La misma fiereza femenina que se requiere para vencer al poder.