En su editorial del 23 de julio, César Miguel Rondón comienza citando el artículo 3 de la Ley Orgánica de la Fuerza Armanda Nacional Bolivariana.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana tiene como misión fundamental, garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional.
El ELN, Ejército de Liberación Nacional, grupo guerrillero colombiano, bajo el mando del comandante del Frente Domingo Laín, Luis Felipe Ortega Bernal, alias “Garganta”, asesinó en noviembre de 2018 a tres militares en el Amazonas, sector Picatonal, municipio Atures. Se trataba de los sargentos de la Guardia Nacional Bolivariana: Alfredo Antonio Zolano Guevara, Robert José Artahona Díaz y José Jean Pierre Martínez Bolívar.
“Alias Garganta portaba una cédula de identidad venezolana, bajo el nombre de Gabriel Alfonzo Ariza Suárez, emitida por Hugo Cabezas” y otra renovada hasta el 2026, con la firma de otro funcionario del régimen. Según Sebastiana Barráez.
¿Cómo se puede defender la soberanía de una nación si aquellos extranjeros que osan vulnerarla son premiados con cédulas que los identifican como venezolanos y se reúnen con militares venezolanos como si fueran sus iguales? ¿Acaso no valen las vidas de los venezolanos si no los intereses políticos del dictador mayor?
Es evidente que el ELN y las disidencias de las FARC son la quinta columna del régimen de Nicolás Maduro, controlan el Arco Minero del Orinoco y toda clase de negocios ilícitos. Venezuela es la retaguardia estratégica de estas organizaciones criminales. Los delincuentes y los criminales que atacan sin piedad a soldados colombianos y militares venezolanos hacen vida en Venezuela.
¿Cómo puede cumplir un militar su mandato de defender la soberanía si a quien debe profesar lealtad es el primero que viola la soberanía y traiciona a la patria? No puede haber lealtad mayor que al pueblo venezolano.