Aunque pensemos que no, las heridas emocionales de la infancia sí afectan la vida adulta. Son este tipo de lesiones psíquicas las que nos llenan de miedos e inseguridades cuando llegamos a una edad madura, impidiendo que llevemos una vida plena e incluso dificultando que afrontemos esos problemas del día a día con la capacidad de un adulto.
Además, las heridas emocionales que ocurren en la infancia también pueden evidenciarse en sentimientos como ansiedad, pensamientos obsesivos, problemas del sueño, actitud defensiva, incluso, mayor vulnerabilidad a otros trastornos que resultan más difíciles de tratar.
Las heridas emocionales se vinculan principalmente al abandono
Lidiar con un pasado traumático no siempre es fácil, mucho menos para quienes han vivido el abandono durante la infancia y ahora temen a la soledad. Es por esto, que muchas personas experimentan una terrible ansiedad al pensar que pueden ser abandonadas por sus parejas, con pensamientos obsesivos y hasta tienen conductas poco ajustadas a la normalidad, por temor a experimentar nuevamente este sufrimiento.
De acuerdo a una investigación realizada por la doctora Sharlene Wolchik de la Universidad de Arizona, publicado en el Journal of Abnormal Child Psychology, es por ese miedo a ser abandonados que se generan la mayoría de los casos de rupturas de pareja. Uno de los dos experimenta sensación de angustia y temor continuo, lo que genera una elevada dependencia y presión hacia la otra persona, que difícilmente se puede manejar.
Trabajar las heridas emocionales relacionadas al abandono es la única vía para afrontar el miedo a la soledad, rechazo y barreras invisibles al contacto físico. Es importante manejar un diálogo interno que resulte positivo y esperanzador.
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Heridas emocionales de la infancia, relacionadas al rechazo
Cuando un niño recibe varias señales de rechazo, ya sea por parte de sus padres, hermanos y familiares cercanos, crecerá con un sentimiento de autodesprecio, comenta en su portal la psicóloga clínica y de la salud, Helena Arias.
Cuando un niño es rechazado puede crecer con la idea de evitar sus emociones, sintiendo miedo de expresar las mismas y manteniendo una actitud fría y distante en sus relaciones. Las heridas emocionales relacionadas al rechazo hacen que los adultos se coloquen una coraza externa, donde permanece encerrado con su dolor.
Si un menor de edad sufre rechazo, sentirá que lo vive en cualquier circunstancia. Ante la mínima critica, volverá a sentir ese dolor de su niño interno. Reconocer nuestro valor y mantener a raya esa voz que nos critica es el primer paso para sanar después de experimentar el rechazo.
La traición impide volver a confiar
Cuando una persona adulta tiene miedo a confiar es porque durante su infancia se sintió traicionado por alguno de sus padres. Actos como incumplir promesas, mentir, no proteger o la ausencia de uno de los progenitores cuando más lo necesitaba, solo crea heridas emocionales difíciles de manejar. Esta misma sensación se puede trasformar en: frustración, desconfianza, envidia, rabia y baja autoestima.
De igual manera la traición construye personas controladoras que esperan retenerlo todo. Incluso sienten la necesidad de ejercer el control sobre los demás, usando la justificación de tener un carácter fuerte. Es importante trabajar la paciencia, tolerancia, saber delegar responsabilidades y enfrentar la soledad.
Ser humillados genera dependencia
Otra herida emocional de la infancia es sentirse humillado cuando los demás nos desaprueban o critican. Esto ocurre cuando les decimos a los niños que son torpes, malos o molestos, lo que destruye su autoestima infantil.
Además, haber experimentado humillación puede generar una personalidad dependiente, volviéndose autoritaria, egoísta e incluso, humillando a otros como un mecanismo de defensa. Es importante comenzar a lidiar con nuestra independencia, libertad, compresión y buscar procesar tanto los temores como la base de nuestras prioridades.
Maltratos físicos o abusos
Los maltratos físicos y abusos son los más difíciles de enfrentar y que crean las peores heridas emocionales durante la infancia. El niño crece pensando que la persona encargada de quererlo y protegerlo, es quien le hace sufrir. Los niños maltratados piensan que lo normal es una relación victima-verdugo, lo que termina por convertirlos en maltratadores o víctimas de abusos, que vienen principalmente de sus parejas.
La autoestima juega un papel importante en los traumas ocasionados por maltratos físicos. Es vital buscar ayuda profesional en este o en cualquiera de los casos anteriores, evitando justificar conductas negativas por heridas emocionales del pasado y aprendiendo a sanar para vivir de manera saludable y plena.
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